CAPÍTULO 19
Kevin se despertó unas
cuantas horas después en el que fue su dormitorio en dicho motel. No sabía lo
que le había pasado y estaba muy desorientado.
Cuando pudo levantarse
vio algo que le extrañó y le llamó la atención…
En la mesa había una nota
de La Sombra y una foto policial de Eristof. ¿Por qué estaba esa foto ahí?
Seguidamente, se puso a leer la nota.
-
Eres muy listo
Kevin, pero yo soy más que tú. Tal vez tengas más suerte la próxima vez…
Kevin se moría de curiosidad
por conocer la identidad de La Sombra, por lo que se puso a registrar todos y
cada uno de los cajones. Además, ¿por qué había acabado en esa habitación?
¿Sabría La Sombra que fue de Kevin anteriormente? Todo alrededor de La Sombra
era una auténtica incógnita y le fastidiaba…
Con paso ligero, Kevin
volvió a casa y se encontró a su mujer despertándose.
Al incorporarse, increpó
a Kevin.
-
¿Dónde estabas? En
mitad de la noche me desperté y vi que no estabas.
-
Fui a dar una
vuelta porque tuve una pesadilla y no podía pegar ojo.
-
Pues ya has dado
una vuelta grande. ¿Cuántas horas llevas fuera?
-
No sé…
-
¿A dónde fuiste
Kevin? Puedes confiar en mí, ya lo sabes.
Paulova se acercó a su
marido y éste la cogió de las manos.
-
Fui al motel donde
estuve cuando llegué a la ciudad.
-
¿Y eso por qué?
-
Una pista sobre La
Sombra me llevó hacia allí, pero al rato de llegar me desmayé y me desperté en
una cama.
-
¿Estás bien?
-
Sí, sí, me
encuentro perfectamente. No sé cómo pudo pasarme eso. Pero lo que me encontré
después fue la foto policial de Eristof en la mesa.
-
Vaya… No me
extraña nada que ese ande implicado en algo.
La confianza del
matrimonio se estaba recuperando poco a poco y es que, si querían seguir
adelante, debían contar el uno con el otro siempre.
Al rato, Paulova fue a
hacer el desayuno y Kevin fue a darse una ducha antes de ir al trabajo.
Uno de esos días, en el
trabajo, Kevin recibe un mensaje de su ya más que conocido ser misterioso.
-
He descubierto que
uno de los que trabajaban en la red de asesinos a sueldo estaba en la misma
cárcel que Eristof, pero que eran rivales y no podían estar juntos. Sin
embargo, he tenido un cara a cara con él y ha cantado como los pajaritos. Todo
lo que tenían era una tapadera para que no se le relacionara a Eristof con esta
red, pero eran íntimos y me ha dicho que el ex de tu mujer sabe más de lo que
dice… ¿Le hago una visita?
Kevin se había quedado
solo en su planta entre una cosa y otra. Todos se habían ido menos él, que
seguía allí trabajando, tecleando sin parar.
Avisó a su mujer de que
quería intentar pillar por sorpresa a La Sombra, así que iría al motel por si
daba la casualidad.
-
Ten mucho cuidado
nene, no quiero que te haga nada.
-
No te preocupes,
que ese no podría conmigo.
-
Bueno, tú hazme
caso y no te hagas el chulo.
Era por la tarde, pero
con el vendaval parecía de noche. Estaba siendo un invierno bastante crudo y la
nieve no paraba de acumularse y dificultaba el andar. Pero allí estaba de
nuevo, a ver si esta vez tenía suerte y se lo encontraba.
Pero aunque fue con todo
el cuidado del mundo se encontró lo mismo de siempre: La habitación vacía y sin
ninguna pista.
Esa misma tarde, en la
cárcel, estaba Eristof haciendo labores que le habían mandado.
-
¡Kohl! Te toca
hacer la colada,-gritaba un policía-. Date prisa que tienes que seguir pintando
el pasillo después. ¡No te entretengas!
-
Sí jefe.
Eristof estaba algo más
delgado y muy desmejorado, ya que no se cuidaba todo lo que quería. Las
condiciones no eran malas, pero él estaba acostumbrado a un nivel mucho más
alto de vida.
Comenzó a recoger toda la
ropa que le habían dejado tirada por el suelo (a propósito) para poder meterla
en la lavadora. Si te saltas las reglas, muchos castigos son trabajos forzosos.
Cuando estaba recogiendo
pantalones, camisetas y calzoncillos, siempre evitando la arcada con muchos de
ellos, se apagó la luz de la entrada a la habitación. Eristof se incorporó, miró
a ambos lados y siguió con la tarea.
Iba a poner la primera
lavadora cuando otra bombilla se apagó dentro de la sala.
-
Stevens, muy
gracioso. Para ya y ven a ayudarme capullo,-pero nadie contestó-.
Las luces siguieron
apagándose y Eristof no sabía qué estaba pasando.
-
Stevens, si eres
tú para ya, que no tiene ni puta gracia.
Y justo cuando se hartó se
apagaron todas las luces y sintió una presencia detrás de su espalda…
Un fuerte empujón hizo
que acabara pegado a la pared y con las manos inmovilizadas.
Intentaba mover las
manos, pero no podía, estaba demasiado pegado a la pared como para hacer un
movimiento fuerte. Sin embargo, hubo un momento en el que su pierna derecha
pudo moverla algo más y le propinó al de atrás una patada en la espinilla.
CONTINUARÁ…
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