CAPÍTULO 12
La bala había rozado el
lado izquierdo de la cabeza de Kevin y salía mucha sangre y, como si fuera un deja vù, la ambulancia vino a por él y
se lo llevó al hospital. Vladimir fue detrás de ella junto a Walcott y a su
hija tras despedir a los demás invitados.
El silencio reinó desde
que se subieron al coche. Nadie era capaz de decir una sola palabra de aliento,
de dibujar una pizca de esperanza en su rostro… Todos se temían lo peor. Y
ahora se abría otro interrogante: ¿quién había querido matarlo?
Los médicos hacían todo
lo posible para mantener con vida a Kevin. Operándolo de urgencia tendrían más
posibilidades de salvarle.
Walcott se levantaba a
cada rato a preguntar por el estado de su amigo, pero siempre recibía la misma
respuesta: “En cuanto se sepa algo se lo comunicaremos. Mientras tanto
manténgase a la espera”.
Al volver vio allí
sentada a Paulova tan guapa con su traje de novia y a la vez tan triste, tan
rota… Y a Walcott se le partió el alma. Acercándose a ella lentamente, comenzó
a hablarle.
-
Pau, vete con tu
padre a casa. Descansad, cambiaros y luego si queréis volved. Yo me quedo aquí
esperando.
-
Walcott, no voy a
dejarte solo.
-
No te preocupes
por eso ahora. Tu cabeza necesita un descanso, una ducha, dormir… Hoy es tu día
así que como futuro padrino de alguno de vuestros hijos, hazme caso.
Paulova no podía evitar
ponerse triste. Su corazón estaba roto en mil pedazos creyendo que apenas había
posibilidades de recuperar a su ya marido.
-
Tengo ganas de
morirme Walcott. ¿Por qué nos pasa esto?
-
No lo sé, pero te
prometo que encontraremos al responsable y caerá por todo el daño que os ha
hecho. Ahora iros, que yo me quedo aquí.
-
¿De verdad no te
importa?
-
Para nada.
-
Volveré lo más
pronto que me sea posible.
-
No hay prisa Pau.
Una vez ya se habían ido,
no pudo aguantar más y rompió a llorar. Notaba cómo las lágrimas salían a
borbotones de sus ojos, mientras que estaba sentado en el suelo.
-
Es el único amigo
verdadero que tengo… No quiero perderlo. No podría soportarlo.
Un par de horas más tarde
todo seguía igual. Nadie decía nada y los nervios y la desesperación iban
aumentando. En ese momento, unos rápidos pasos precedieron a una Paulova
agitada y sudorosa.
Nada más llegar buscó a
Walcott con la mirada. Se sentía un poco culpable al haberlo dejado solo así
que vino corriendo al hospital.
Al verse se dieron un
fuerte abrazo. Ahora mismo solamente se tenían mutuamente. Paulova no sabía si
perdería a su marido y Walcott casi sin esperanzas de recuperar a su mejor
amigo.
Lo primero que hizo fue
preguntar sobre el estado de Kevin y no le habían dicho casi nada. Seguían
operándolo y no soltaban palabra de si todo iba bien o mal.
-
¿Viste bien la
herida Walcott?
-
Fue todo muy
rápido… Pero lo que sé es que la bala no le atravesó la cabeza ni mucho menos,
porque si no habría estado muerto en ese mismo instante.
Paulova cerró los ojos al
escuchar esas palabras. Intentaba auto convencerse de que todo iba a salir
bien, pero el desánimo se iba apoderando de ellos cada vez más.
-
Quiero creer que
todo va a salir bien Walcott. No paro de repetírmelo pero no puedo evitar
tampoco pensar en que lo hemos perdido.
-
Yo me agarro a
que, como se suele decir, la ausencia de noticias, buenas noticias son. Este es
uno de los mejores hospitales que hay y tienen los mejores profesionales así
que está en buenas manos… Debemos confiar en que todo saldrá bien.
Pero aunque él intentaba
poner esa pizca de esperanza, sabía que una herida en la cabeza era fatal y si
no lo mataba podría dejarle graves secuelas.
Finalmente salió del
quirófano con buenos resultados. La bala había rozado la cabeza y no había
causado daño cerebral aparente. Tras operarlo y reforzar el cráneo, cerraron la
herida. Tras esto le hicieron varias pruebas para ver si su cerebro estaba bien
o había sufrido algún cambio…
Paulova pudo convencer a
Walcott para que fuera a su casa a descansar y dormir un poco mientras ella se
quedaba de guardia. Y así lo hicieron durante los 3 días siguientes hasta que…
-
¿Es usted la
señora de Calver?-le preguntaron-.
Alzó la cabeza y, al ver
quien era, se levantó de un salto y lo abrazó fuertemente. ¡Era Kevin!
-
Kevin, amor mío.
¡Estás vivo! ¿Cómo estás? ¿Estás bien?
-
Wow, tranquila
Pau. Despacio que aún estoy un poco débil.
-
Perdón, es que te
echaba tanto de menos… Creía que te perdería.
Kevin cerró sus ojos al
escuchar eso…
-
Y yo también creía
que no saldría de esta. ¿Pero sabes lo que me mantuvo con fuerza? Tú. El saber
que me amas, que estarás a mi lado hasta
que la muerte nos separe.
-
No lo dudes nunca.
Te amo y siempre te amaré.
Después de ese fuerte y
largo abrazo, ella quiso interesarse por su estado.
-
¿Cómo te sientes?
¿Qué te han hecho?
-
Al parecer después
de operarme, me han hecho un TAC y varias pruebas más con nombres muy raros.
Pero, por lo que parece, está todo bien.
-
¿Y por qué no me
han dicho nada en estos días?
-
Ha sido culpa mía.
Después de la operación recuperé la consciencia y fui capaz de decirle al
médico que quería darte una sorpresa. Deseaba ver esa cara de felicidad que se
te pondría al verme aparecer por mi propio pie.
-
Hay momentos en
los que te pegaría por hacerme tanto de sufrir… Nos tenías a todos muy
preocupados.
Aunque Kevin se
encontraba bien, se notaba que aún estaba débil y necesitaba recuperarse.
-
¿Cómo están los
demás? ¿Qué pasó con los invitados?
-
Los despedimos y
nos vinimos aquí mi padre, Walcott y yo. Que por cierto, hoy ha sido el primer
día en el que he podido convencerlo de que se fuera y se diera una ducha y
durmiera un poco. No quería moverse de aquí en ningún momento.
-
Siempre ha sido un
cabezota…
-
Mucho, pero ha
sido un gran apoyo para mí en estos momentos. Si he podido soportarlo ha sido
gracias a él. Además, se ha pedido unos días libres para poder estar aquí
contigo.
-
Qué grande es ese
tío. Cómo lo quiero.
Y en ese momento, el
mismo Walcott apareció por allí.
-
¿KEVIN?-preguntó
con voz potente a la vez que sus ojos se salían de la cara por causa de esta
grata sorpresa-.
Y el abrazo que se dieron
fue uno de los más fuertes que se habían dado nunca.
-
No me vuelvas a
dar esos sustos, ¿eh Kevin? Ni se te ocurra.
-
Tranquilo que
estoy aquí, sano y salvo. No volveré a separarme de vosotros.
Tras poner al día también
a su amigo, el ambiente se relajó un poco. El saber que estaba fuera de peligro
era una gran noticia.
-
¿Sabes a quién te
pareces ahora Kevin?
-
Ni se te ocurra
decir que me parezco a…
-
¡Don Limpio!
Jajajaja, te falta estar un poco más cachas y eres igual.
-
Te mato, sabía que
me lo ibas a decir jajaja.
-
Ya me conoces tío.
Soy muy previsible jeje.
Tener entre ellos a un
Kevin algo más recuperado y, lo más importante, vivo, era un gozo tremendo y
sus caras comenzaron a esbozar grandes sonrisas.
Pero ahora quedaba un
gran interrogante: ¿Quién había intentado matarlo? Eristof estaba en la cárcel
así que estaba descartado… ¿O no?
CONTINUARÁ…
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