CAPÍTULO 13
Una semana más tarde y
ante la pronta mejoría de Kevin, recibió el alta y pudo volver a casa, regalo
de bodas de su suegro.
Salieron del coche y
Kevin se quedó mirando la casa con asombro.
-
Todavía me
sorprendo al ver esta casa y saber que ahora vivo aquí.
-
Sí cariño, nos lo
merecemos.
Entraron en la casa y lo
que más ganas tenían era de echarse encima de la cama y dormir juntos o al
menos estar uno al lado del otro, abrazados…
Paulova no podía estar
más contenta al sentir a Kevin a su lado, notar el tacto de su mano junto a
ella, tener su brazo pasando por su cintura… Había cosas que no tenían precio.
Al rato, salieron para
comer algo. Aunque el otoño estaba comenzando, aún hacía buen tiempo así que
aprovecharon para poder comer al aire libre unos perritos calientes.
-
Mmm, qué buenos me
han salido,-comentó Paulova-.
-
Sí, comparado con
la comida del hospital esto es un manjar de los dioses. Echaba de menos tus
comidas.
-
¿Sólo eso?
-
Bueeeeno jajaja.
Kevin reía ante la cara
que había puesto su mujer por la broma de éste.
-
Ya sabes lo que te
he echado de menos y el saber que estoy fuera, sano y contigo a mi lado es lo
mejor que me podía pasar.
-
Lo sé tonto. No
podía esperar a tenerte aquí junto a mí.
La conversación era
bastante animada entre ambos mientras devoraban la comida.
-
¿Y en la
universidad cómo te va?
-
Por ahora bien,
pero debería ponerme a estudiar porque en unos meses comienzo con los exámenes
y me lo quiero preparar bien, pero con todo lo que ha pasado no he podido dar
un palo al agua.
-
Pero ahora que me
tienes aquí podrás centrarte mucho más en tus estudios. Este año terminas tu
carrera y serás libre.
Paulova se quedó mirando
hacia un punto fijo en el plato pensativa sin darse cuenta de que su marido la
miraba.
Kevin la llamó y la sacó
de ese trance.
-
Pau, ¿dónde
estabas? Te has quedado mirando al plato vacío inmóvil.
-
Ah nada, estaba en
mi mundo. ¿Quieres postre?
-
No, tú vete a
estudiar, hazme caso. Yo recojo todo esto, ¿vale?
-
De verdad, que no
me importa quitarlo yo, venga.
-
Pau,-dijo
poniéndose más serio-, ve a estudiar. Yo voy a seguir estando aquí, no te
preocupes. Te quiero mucho cariño.
-
Y yo peque.
Paulova entró en la casa
mientras que Kevin se quedó quitando el mantel y recogiendo los platos dejando
todo como estaba.
Mientras tanto, los dedos
de su mujer tecleaban en el portátil poniéndose al día con los apuntes,
trabajos, clases online…
Como Kevin estaba de
baja, dedicaba mucho más tiempo al ocio, como leer. Le había cogido el gustillo
y estar sentado en el sillón al calor de la chimenea era un gustazo.
Pasado un mes, Kevin se
encontraba mejor, había tenido varias pruebas de percepción visual, mental y
psicológica y las había pasado todas sin ningún problema, así que en cualquier
momento podría reincorporarse al trabajo.
A su vez, Paulova estaba
más centrada en la universidad que la tenía más que consumida, pero siempre
encontraba un hueco para estar con su chico.
Un día volvió bastante
más temprano de lo común y al entrar se encontró en el salón a Kevin leyendo.
-
Muy buenas cariño.
-
¿Cómo tú por aquí
Pau?
-
Una profesora ha
faltado y nos hemos ido.
-
Ah estupendo, me
alegra verte antes que de costumbre.
-
Por cierto, ¿cómo
va la cena?
-
Bien, está todo
preparado. No te preocupes.
Levantándose, Kevin
abrazó y besó a Paulova. Hoy era un día especial para ellos ya que era la cena
de “presentación oficial” de la novia de Walcott.
La mano masculina se posó
en la cintura de ella, acercándola a él con firmeza.
-
Uy, ¿y este
acercamiento tan peligroso cariño?-preguntó Paulova-.
-
Bueno… queda más
de una hora para que lleguen, así que por qué no “matar” el tiempo mientras nos
duchamos juntos, ¿no?
-
Me gusta como
piensas baby.
Y efectivamente, puntual
como un reloj llegaron Walcott y su novia a la casa del joven matrimonio.
¿Estarían listos después de la sesión de ducha conjunta?
CONTINUARÁ…
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