jueves, 11 de enero de 2018

Capítulo 15 de "The Shadow"

CAPÍTULO 15

Un par de horas después del desmayo de Kevin ya estaban en casa. Walcott y su novia los habían acompañado al hospital y cuando salieron de urgencias, se fueron a su casa.


Pero Paulova estaba muy preocupada por su marido.
-          No me gusta lo que te ha pasado.
-          Tranquila. Sólo ha sido una bajada de tensión.
-          Pero no me fío. Tal vez haya sido eso esta vez, pero, ¿y si vuelve a ocurrir?
-          Si vuelve a pasar iré a mi médico. No pasa nada.


Kevin se levantó y besó tiernamente a Paulova antes de irse a la cama a descansar.


El tiempo fue pasando y día tras día a Kevin le fue creciendo más el pelo, volviendo a ser más como estaba antes del intento de asesinato, cuya investigación seguía en curso.


Ya hacía unas pocas semanas que había vuelto a su puesto de trabajo y, pese a sus ausencias múltiples por su recuperación del disparo, de su boda y tal, era muy querido en la empresa.


Y sobre el desvanecimiento que había tenido hacía ya poco más de un mes no había mucho que comentar salvo que se encontraba cansado con frecuencia, y aunque dormía profundamente, no descansaba bien, pero poco a poco se le fue pasando esa sensación.


Kevin había hecho unos cuantos cambios en su departamento, como cambiar esos dispositivos tan modernos y a la vez tan caros que tanto gasto hacían a la empresa. Además, había notado que con ordenadores el equipo se concentraba más en el trabajo.


Y como buen jefe que era, no sólo revisaba el código sino que corregía los que estaban mal optimizados, poniendo los correspondientes comentarios en el programa para facilitar futuros cambios. El departamento iba viento en popa con Kevin y nadie tenía ninguna queja.


Horas más tarde, le saltó una noticia importante de un periódico en el navegador del ordenador. Al meterse en el enlace, el titular rezaba: “La delincuencia baja en un 50% gracias a La Sombra.” Sorprendido, Kevin leyó el reportaje que, básicamente decía que justo cuando alguien iba a atracar algún sitio o agredir a alguien, una rápida sombra atrapaba al malhechor en un abrir y cerrar de ojos antes de desaparecer.


Mientras tanto, Paulova aprovechaba que esa mañana no tenía universidad para cocinar y tener comida guardada para varios días.


Sobre las 12 del mediodía, Kevin bajó para picotear algo cuando se encontró con su suegro.
-          ¡Buenos días Kevin!
-          Buenos días Vladimir. ¿Todo bien?
-          Sí, vamos a trabajar un poquito, que ya es hora.


Vladimir notó que Kevin estaba sonriente y eso le alegró a la vez que le sorprendió.
-          ¿Estás bien Kevin?
-          Sí, voy a picotear alguna cosa que tengo hambre.
-          Vale, bien. 


Y nada más llegar a su despacho, Vladimir se puso a “trabajar” muy duramente.


Aunque no era sólo él el que a veces no daba un palo al agua. Alguno de los trabajadores también le gustaba meterse en chats para conocer gente en pleno horario laboral.


Llegadas las tres de la tarde, Kevin llegó a casa y fue a buscar a su mujer que estudiaba absorta del mundo.


Cuando la encontró, la saludó dulcemente.
-          Hola cariño.
-          Ay hola peque, no te oí llegar.
-          Jaja, no pasa nada. ¿Cómo ha ido tu mañana?
-          Bien, muy provechosa la verdad. 


Paulova dejó el libro y se levantó.
-          Qué guapo estás hoy.
-          ¿Y eso? No sé, me he arreglado como siempre.
-          Será que te echaba de menos.
-          Pues aquí me tienes cariño. Soy todo tuyo.


Tras unos pocos arrumacos, Paulova se separó de él para contarle que había hablado con la policía esa mañana también.
-          O sea, que estamos como al principio, ¿no?
-          Más o menos. No tienen testigos, ninguno de los demás invitados vio ni escuchó nada y tampoco han salido de la cárcel los compañeros más cercanos de Eristof, así que no tienen nada. Lo siento.
-          Mucho me extraña que con el odio que me tiene Eristof no haya sido el entorno de él.
-          Bueno, dejemos que la policía se encargue de investigar.


Paulova cogió del cuello de la camisa a Kevin y lo acercó a ella para besarlo pasionalmente.
-          ¿A qué viene tanta pasión cariño?
-          ¿No puedo besar a mi marido?
-          Sí, pero… ¿y la comida? ¿Y tus clases?
-          Todo eso puede esperar…


CONTINUARÁ…

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