CAPÍTULO 11
Paulova dejó la casa de
su padre y se mudó finalmente con Kevin. El amor era cada vez más fuerte y más
seguro entre ellos. Dormían, comían, salían y hacían de todo juntos…
Se intercambiaban las
tareas domésticas, ya fuera limpiar o cocinar. Ambos eran felices juntos y el
hecho de que todos apoyaran esa relación era de lo más satisfactorio porque se
sentían bien sin tener que aguantar malas cara de Eristof, por ejemplo.
Tal era su felicidad que
Kevin le pidió la mano a Paulova. Fue tanta su sorpresa que ella se puso a
gritar como una loca y se fue corriendo a contárselo a su padre y a sus amigos.
Llegado el día, todos comenzaron a ir a la iglesia.
Dentro se encontraba Kevin
y unos pocos invitados, entre ellos Walcott que intentaba calmar a su amigo.
-
Bueno, ha llegado
el día Kevin tío. ¿Estás preparado?
-
¿Por qué me
preguntas eso? Ni que me fuera a una guerra. ¿Estaré tomando la decisión
correcta?
-
Venga ya, cálmate
que llevas esperando este día mucho tiempo.
-
Ya pero estoy muy
nervioso, perdona.
Kevin se subía por las
paredes de los nervios y Walcott, en la medida de lo posible, hacía lo posible
para relajarlo.
-
¿No está tardando
mucho? ¿Y si se arrepiente? Tío, me va a dejar plantado…
-
Mira, deja de
decir tonterías porque estás delirando. Es normal que las novias lleguen más
tarde que el novio, ¿no?-dijo mientras le colocaba el cuello de la chaqueta
bien-.
-
Sí tío, tienes
razón. Pero como no llegue ya me va a dar un ataque al corazón.
Walcott abrazó a su amigo
fuertemente. Llevaban muchos años siendo amigos y ese era el momento en el que
más orgulloso estaba de él, al ver que se casaba con una mujer que amaba y
teniendo un trabajo y situación estables.
Pocos minutos después
llegó Paulova acompañada de su padre. Ambos entraron con paso firme y decidido
hacia el altar desde el que estaba Kevin esperando y nervioso.
Paulova miraba seria a
Kevin. Tenía los bellos de punta en todo su cuerpo por los nervios, que también
le habían causado un insomnio de caballo la noche anterior.
Vladimir dejó a su hija
en el altar en el momento en el que Kevin la agarró de la mano y miró a su ya
inmediato suegro con cara de agradecimiento.
La boda fue de cuento de
hadas. Discursos preciosos, canciones que eran un placer auditivo…
La felicidad de Kevin al
decir “Sí quiero” fue plena. Amaba a Paulova, lo supo desde el momento en el
que la besó en aquel parque y eso, nada ni nadie, iba a cambiarlo.
Walcott lloraba de
emoción y de alegría. No supo contener esas lágrimas que acompañó de fuertes
aplausos y vítores.
Paulova era una mujer
dichosa, llena de alegría y amor desbordante hacia aquel hombre que acababa de
decir aquellas dos palabras que sabían a gloria. A su vez, su padre ocultaba la
emoción de ver que su nena ya era toda una señora casada. ¿A dónde había ido a
parar aquella pequeña rubia que no sobresalía más que un palmo del suelo?
Rodeado de vítores,
felicitaciones y pétalos en forma de corazón, el nuevo matrimonio salió de la
iglesia sin saber que alguien apuntaba silenciosamente desde lejos…
Los invitados en su
interior dejaron salir al matrimonio haciéndole el pasillo de honor, ya que el
exterior de la iglesia era pequeño. Pero eso fue una ventaja para el francotirador.
Los primeros en salir de
la iglesia fueron Walcott y Vladimir. El buen amigo de Kevin al salir percibió
algo extraño: la calle estaba demasiado en silencio, no pasaban coches y apenas
se veía gente paseando por sus calles.
Paulova, a su vez, creyó
ver un puntero láser que la deslumbró pero entre tanto grito y pétalos de rosa
que les habían tirado en la iglesia, no le dio importancia…
El matrimonio no dudó en
volver a besarse pasionalmente ya una vez fuera de la iglesia ante la atenta
mirada de sus dos invitados de honor.
De repente, Vladimir vio
un puntero láser que apuntaba a su hija y su recién estrenado yerno. ¡Ahí
pasaba algo!
-
¡Nena, Kevin,
ECHAROS AL SUELO!
Y sin casi tiempo de
reacción Kevin cayó al suelo inerte y con una herida en la cabeza que comenzaba
a emanar sangre.
-
¡KEVIN!-gritó su
esposa-.
-
¡LLAMAD A
EMERGENCIAS!-exclamó Vladimir al ver a su yerno en el suelo-.
CONTINUARÁ…
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