CAPÍTULO 8
Kevin no se daba por
vencido y permaneció ahí. Si quería que se fuera lo tendría que atender o echar
las cortinas, pero para ambas cosas tenía que levantarse.
Los dos se separaban
entre beso y beso, se miraban con ojos de pasión y volvían a besarse como
locos.
A esto que aparece
Paulova y se coloca detrás de Kevin.
-
¡Hola Kevin! ¿Qué
haces ahí?
Volviéndose besó a
Paulova en los labios.
-
Así da gusto dar
los buenos días jaja,-comentó Kevin-.
-
¿Qué haces aquí?
-
Intento que
Eristof me atienda, pero lleva un buen rato besando a la chica esa.
Paulova miró por la
ventana y comenzó a reírse, por lo que se acercó a Kevin para decirle un par de
cosas.
-
¿Te imaginas que
sea una prostituta de lujo que está pagando para intentar aparentar que sigue
con su vida?
-
No seas mala Pau.
Tal vez siga hacia delante jajaja.
-
Pero si se nota a
legua que lo hace por fastidiar. Desde que tú y yo salimos aquella vez está más
tirante de la cuenta.
Eristof vio el beso que
se habían dado Kevin y Paulova y paró de inmediato el beso con aquella chica.
-
¿Por qué paras?
Justo cuando estaba poniéndome a tono…
-
Calla.
Las carcajadas de ambos
se escucharon por toda la sala. Se reían a costa de Eristof y él lo sospechaba,
lo que le hacía enfadarse más y más.
Un par de días más tarde
y tras un día muy duro de trabajo donde Eristof le había dado mucho más trabajo
a Kevin, veía un programa junto a su buen amigo Walcott.
-
Venga hombre, este
programa no está mal. ¿Vas a seguir poniendo esa cara?-decía Kevin-.
-
Todo el tiempo que
sea necesario.
No tenían los mismos
gustos en algunas cosas y sus “discusiones” eran muy poco frecuentes.
-
Oh, es verdad, que
ver a un tío en una montaña nevada sólo comiendo gusanos de un zorro muerto me
va a servir mucho en la vida,-dijo Walcott-.
-
Oye, que nunca se
sabe lo que puede pasar en la vida.
-
Venga ya hombre,
que no me gusta este programa. ¿Qué malo hay con ver el programa del canal 30?
Y antes de poder
contestar, llamaron a la puerta.
-
Venga abre
Walcott.
-
Ahora seguimos
hablando, que esta vez no te sales con la tuya.
Al abrir, se encontró con
una preciosa Paulova.
-
¡Hola! ¿Está
Kevin?
-
Ho… hola. Sí,
claro. Pasa…
Entrando en la casa, vio
a Kevin ensimismado con la tele sin darse cuenta de quién había llamado.
-
¿Quién era
Walcott?
-
Dirás quién
soy,-dijo ella-.
Giró la cabeza y sonrió
de oreja a oreja mientras se levantaba y le daba un dulce beso.
Walcott se había sentado
en el sofá de nuevo y, como no tenían mucha intimidad, ella se acercó al oído
de Kevin.
-
¿Qué te parece si
te arreglas y nos vamos a cenar y a bailar por ahí?
-
Me encantaría pero
mañana…
-
Lo he arreglado.
Mañana tienes el día libre.
Kevin se sorprendió y le
preguntó cómo había conseguido eso.
-
Digamos que la
secretaria de mi padre me debía un par de favores y le dije que cambiara el
cuadrante de horarios…
-
Eres espectacular
Pau.
-
Y eso que todavía
no sabes lo que soy capaz de hacerte…
Una sonrisa picarona se
dibujó en el rostro de ambos tras el comentario de ella. Después de la cena se
fueron a bailar por ahí, pero lo que más hicieron fue besarse sin parar, por lo
que se fueron rápido de ahí hacia la casa de él que, para su sorpresa, Walcott
no estaba. Sin pensarlo mucho, se desvistieron y fueron directamente al
dormitorio de él donde se tumbaron en la cama para dar, por primera vez, rienda
suelta a su pasión.
Sus cuerpos, calientes de
pasión, se entrelazaban, al igual que los besos y sus lenguas. Pellizcos,
cosquillas, besos, caricias… Todo eso y mucho más hacían que los dos se
encendieran progresivamente.
Las anchas espaldas de
Kevin le encantaban a Paulova, a la que se abrazaba, arañaba y acariciaba,
dependiendo de las embestidas de Kevin que entrelazaba lo duro y salvaje con lo
suave y cariñoso, haciendo un pack que conseguía que ella gimiera de placer,
sin poder contenerse.
A la mañana siguiente,
Kevin se despertó bien entrado el mediodía. Paulova no estaba, pero le había
dejado una nota.
-
Ha sido la mejor
noche de mi vida. Espero que volvamos a repetirlo pronto. Besitos.
Walcott se alegraba por
ellos y cada vez pasaba menos tiempo en esa casa por dejarle su intimidad a los
tortolitos por lo que planeó mudarse y dejarlo solo allí.
-
Quién le iba a
decir al tío este que iba a acabar con semejante chica… Menudo cabrón con
suerte, pero me alegro muchísimo por él.
Las quedadas fueron cada
vez más seguidas y no sólo los fines de semana, sino a almorzar, a cenar, a ir
al cine, a dar un paseo… Cualquier plan estaba bien para ellos. Pero lo que se
daba por hecho era que terminarían haciendo el amor, íntima y profundamente.
Walcott, mientras tanto,
seguía trabajando duramente y había conseguido hablar con el dueño de un piso
en ese mismo edificio y parecía que acabaría alquilándolo, pero mientras tanto,
¿dónde dormía cuando Kevin se iba con Paulova?
Paulova cada vez se
entregaba más y más a Kevin. Se dejaba llevar completamente por él, confiaba
plenamente y… lo quería. Hasta el punto en que un día…
-
Oh Kevin sigue así
cariño. Te… te quiero.
-
Oh, Pau, mi niña.
Yo también te quiero.
-
Te deseo… Entra en
mi interior, no me sueltes. Así…
-
Nunca lo haré mi
vida. Te quiero. Oh…
No pasaba nada porque
Walcott también tenía una chica. ¡Sí! Y lo mejor es que nadie lo sabía. ¿Por
qué? Sus sentimientos esta vez eran diferentes a como habían sido siempre con
las demás y no quería precipitarse antes de contar nada, pero por ahora las
cosas iban más que bien.
Sin embargo Eristof
estaba peor que nunca. No sólo no le había funcionado el truco de intentar dar
celos a Paulova con aquella chica, sino que ahora iba a recoger a Kevin casi
todos los días y no podía soportar verlos juntos y, sobre todo, felices.
Intentaba pensar en
alguna cosa que hiciera que se separaran, pero no conseguía nada. Quería a toda
costa a Paulova, fuera como fuera y no iba a consentir que ese americano de
mierda se la llevara.
-
Te vas a enterar
Kevin…
CONTINUARÁ…
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