CAPÍTULO 7
Semanas más tarde, Kevin
recibe la nómina a final de mes y, para su sorpresa, las horas extras no están
anotadas. “¡No había derecho!”, pensó mientras se dirigía al puesto de trabajo
de Eristof.
Llamó a la puerta y
esperó a que le diera permiso para entrar.
-
¡Entra!
Muy serio entró y se
plantó delante de él.
-
¿Qué desea Sr.
Calver?
-
Acabo de recibir
mi nómina y he visto que no están anotadas las horas extras que tuve que hacer
para terminar los programas.
-
¿Y?
-
¿Cómo que “y”?
¡Tuve que quedarme varios días hasta muy tarde para poder terminar los
proyectos!-dijo más alterado-.
-
Shh shh, tranquilo
hombre. No te voy a consentir ese tono conmigo una segunda vez. Para empezar,
soy tu jefe y si te digo que debes hacer algo en un margen de tiempo me trae
sin cuidado cómo lo hagas mientras que lo entregues correctamente y a tiempo.
Es TÚ trabajo.
Eristof sabía que debería
haberle pagado esas horas pero… ¿quién iba a creer en esa empresa a un
americano de pacotilla?
Kevin intentaba mantener
el tipo, principalmente porque le convenía más el trabajo que tratar al capullo
de su jefe.
Mirando con una amplia
sonrisa a Kevin, se dirigió a él.
-
¿Algo más?
-
No, señor.
-
En ese caso, que
tenga un buen día.
-
Igualmente-dijo
entre dientes-.
Kevin miró a su jefe con
cara de incredulidad. No sabía cómo podía ser así, tan cínico, tan injusto y
seguir durmiendo a pierna suelta…
Horas más tarde, bajó al
parking para poder irse a casa cuando se encontró con Paulova.
-
Ey, ¿qué tal
Kevin?
-
Buenas Pau, qué
alegría verte.
Acercándose, Paulova le
dio un suave beso en los labios.
Al separarse, la sonrisa
de Kevin fue bastante forzada, por lo que Paulova se preocupó.
-
¿Te pasa algo?
-
Contigo no.
Perdona si estoy algo más apagado pero no estoy de humor. Es Eristof.
-
¿Qué te ha hecho
ya?
Poniendo cara de asco,
Kevin comenzó a contarle todo.
-
Y dice que como es
mi trabajo que no le importa cómo lo haga mientras que esté bien y lo entregue
a tiempo. Así que esas horas que he echado de más me las como yo solito. De
gratis, ¿sabes?
-
Siempre supe que
era un cabrón. No entiendo cómo mi padre lo sigue teniendo contratado.
-
Pues porque mantiene
a raya al personal y tu padre sabe que tiene ingresos asegurados.
-
Lo siento mucho
guapo. Ojalá pudiera hacer más.
Paulova abrazó cariñosamente
a Kevin. Se sentía impotente, pero hablar con su padre no cambiaría las cosas,
seguramente hasta las empeoraría.
Y para colmo se había
dejado las luces del coche encendidas y no tenía batería así que le tocaba irse
andando a casa. El día empeoraba por momentos…
Bajo la lluvia, sin
paraguas y lejos de casa, después de todo un día de trabajo horroroso y encima
notando que alguien lo seguía. ¿Quién era? No lo sabía pero tampoco iba a mirar
atrás para averiguarlo.
Kevin aceleró el paso
poco a poco para intentar alejarse todo lo que podía de su “perseguidor”.
Pero no había forma así
que Kevin se puso a correr. No sabía si ese desconocido podría hacerle algo.
Aunque él tenía cinturón negro, no podía ir por la vida sin ningún tipo de
miedo o temor.
Y justo cuando llegó a la
puerta de casa, alguien salió de ella…
Walcott salió justo en el
momento en el que Kevin se paró en seco delante.
-
Joder, menudo
susto me has dado Walcott.
-
¿Qué te pasa? Te
noto agitado.
-
Creo que me
estaban siguiendo…
Ambos entraron en el
garaje del bloque donde se habían mudado y ahí pudieron hablar más
tranquilamente.
-
¿Estás mejor
Kevin?
-
Sí, pero estaba un
poco asustado.
-
Bueno, tú ahora
tranquilízate en casa, cierra la puerta con llave que luego llegaré yo y nos
vemos una pizza comiendo una buena película.
-
¿Tú? ¿A dónde vas?
-
A mi trabajo… ¡Me
han ascendido!
El abrazo que se dieron
los dos fue enorme, junto con la alegría de ambos.
Cierto tiempo más tarde,
Eristof comenzó a traer al trabajo a una chica misteriosa. Todos se preguntaban
quién era y de dónde había salido. No era propio de él llevar a chicas allí, ni
cuando estaba con Paulova.
Y para la sorpresa de
todos, se besaba con ella por los pasillos, en su despacho, fuera de él… Y
sobre todo delante de Kevin.
Sin embargo, Kevin seguía
como siempre. Verlo junto a esa chica en horas de trabajo le hacía hasta gracia
porque veía la cara de idiota (más todavía) que ponía cuando estaba con ella.
Susurros al oído, besitos
en el cuello… Ninguno de los dos se cortaba.
-
Prepárate para
esta noche nene, vas a saber lo que hace una buena…
-
Ejem, ejem,-dijo
Kevin interrumpiendo el momento “romántico”-.
La chica puso cara de
pocos amigos y se dirigió hacia el muchacho-.
-
Qué.
-
Estoy buscando a
su nene, no a usted señorita.
-
Pues ahora mismo
está ocupado así que déjanos en paz.
Kevin se puso a mirar a
un punto fijo de la habitación tras las palabras de la chica. ¿Quién se creía
que era para tratarlo así?
Y dando media vuelta,
cogió la mano de Eristof y se sentaron en el sofá para besarse mientras que
Kevin, con cara de incredulidad, veía el desplante que le habían hecho.
CONTINUARÁ…
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