CAPÍTULO 10
Lo más pronto que pudo,
Vladimir fue al hospital para ver cómo seguía Kevin. Por teléfono todo fue muy
rápido y lo dejó bastante preocupado.
Tras preguntar en
recepción y decirle que todavía no se sabía nada se sentó en el patio. Lo
estaban operando en ese momento y no había novedades. Vladimir no paraba de
darle vueltas a la cabeza de cómo Eristof podía haber perdido el control de esa
manera.
Allí también había más
gente esperando porque, al fin y al cabo, era lo único que se podía hacer allí.
Unas fuertes y rápidas
pisadas comenzaron a escucharse cada vez más cerca hasta que una sudorosa y
agitada Paulova apareció en el patio mirando hacia todos los lados bastante
nerviosa.
En cuanto vio a su padre
lo abrazó fuertemente ante la atenta mirada de la otra persona que también
estaba allí.
-
¡Papá! ¿Te han
dicho algo? ¿Cómo está Kevin?
De repente, la persona
que estaba sentada comenzó a levantarse y no era otro que un irreconocible
Walcott.
-
No me han dicho
nada nena. Lo único que sé es que lo están operando.
-
Y que Eristof fue
quien lo atropelló,-intervino Walcott-.
Paulova y su padre se
giraron en ese preciso instante, pero ella se acercó más al no estar segura si
era Walcott.
-
¿Walcott?-preguntó
ella-.
Él asintió con la cabeza
y ella lo abrazó lo más fuerte que pudo.
-
Oh Walcott, ¿tú
sabes algo más?
-
Sólo que Eristof
intentó atropellarlo, pero Kevin al intentar echarse a un lado le pasó la rueda
por encima del brazo.
-
¡Dios mío!
Vladimir escuchaba
atentamente la conversación entre su hija y ese otro chico.
-
Unos testigos que
estaban allí redujeron a Eristof y llamaron a emergencias que llegaron unos
pocos minutos después. Dentro de lo malo, no ha sido nada peor. Podría haberlo
matado…
Dando un paso al frente,
Paulova se acordó de que su padre estaba allí y se lo presentó a Walcott. Una
vez hechas las presentaciones, Vladimir quiso saber más sobre lo ocurrido.
-
Kevin se venía quejando
desde hace bastante del comportamiento de Eristof con él, de los abusos
profesionales, no pagarle las horas extras, sobrecargarlo de trabajo… Y creo
que el hecho de que su hija…-miró a Paulova antes de continuar, a lo que ella
sonrió y asintió-, sintiera atracción por él lo terminó de enfurecer.
-
Sabía que había
estado descuidando su trabajo, pero nadie me contó lo que le estaba haciendo a
Kevin. ¿Tú lo sabías hija?
-
Algo me había
dicho pero no quiso que te contara nada pese a que no estaba de acuerdo.
La conversación entre los
3 era fluida y Walcott no quería dejarse nada en el tintero, ya que Kevin era
su mejor amigo y quería lo mejor para él.
-
Kevin ha estado
muy mal, señor Kristof. He perdido la cuenta de todas las veces que ha llegado
de madrugada, no cenar siquiera y quedarse dormido con la ropa puesta… Y ahora
encima esto. No se lo merece.
-
Estoy de acuerdo
con usted. Para ser sincero, de primeras estaba un tanto inseguro de haberlo
contratado, pero me ha demostrado que es un trabajador y luchador nato. Gracias
por sus palabras señor Hendrix.
-
Puede llamarme
Walcott si quiere, señor.
Vladimir se sentía
culpable por no haber intervenido antes. No lo sabía, pero tampoco nunca se
había preocupado demasiado por sus trabajadores.
-
Siento mucho lo
que ha pasado y actuaré para paliar todo el daño que se le ha causado al señor
Calver, se lo puedo asegurar.
-
¿Familiares de
Kevin Calver?-preguntó un doctor en el umbral de la puerta del patio-.
Habían pasado 2 meses
desde aquel terrible accidente y, al fin, Kevin volvía a casa. Tenía el brazo
derecho completamente destrozado y roto en pedazos tan pequeños que con
cualquier mínimo movimiento podía provocarle una herida interna así que se
quedó en el hospital hasta que los huesos de su brazo estuvieron lo
suficientemente recuperados como para poder salir del hospital, aunque le
quedaba una larga rehabilitación.
Paulova fue a recoger a
Kevin al hospital y lo llevó al apartamento donde vivía con Walcott. Una vez
que habían aparcado el coche, Kevin entró primero y seguidamente ella, quien se
agarró a su chico por la espalda.
-
Te he echado tanto
de menos mi amor…-decía ella-.
Su abrazo era fuerte,
pero a la vez cálido, como si no quisiera soltarlo nunca.
-
He pasado mucho
miedo cariño,-dijo Kevin-. Pero ya estoy sano y salvo, contigo y en casa. No
puedo pedir más.
Dándose la vuelta, Kevin
acarició la mejilla de Paulova a lo que ella le correspondió cogiéndole la mano
a él.
-
No te olvides
nunca de que te quiero Pau. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
-
Si tú supieras las
de veces que he soñado este momento… Tenerte fuera de ese horrible hospital,
verte recuperado, libre de hacer lo que te diera la gana y de que pudiéramos
volver a estar juntos, solos tú y yo. Sin nadie más.
Kevin la miraba con ternura
y con cariño. Recorriendo palmo a palmo con sus ojos la cara de su novia a
quien tenía de nuevo entre sus brazos. Poder verla en el hospital era una cosa,
pero poder estar fuera de esas paredes, pudiendo moverse a su antojo y estar
con ella eran palabras mayores.
Un suave acercamiento al
rostro de ella hizo que los ojos de ambos se cerraran, que juntaran sus bocas y
se besaran con ternura.
Tras ese momento
romántico e íntimo, se dirigieron a la puerta de su casa y al entrar…
-
¡Sorpresa!-gritó
Walcott-.
-
Pero bueno… ¿Quién
eres tú y por qué te pareces tan poco a mi amigo Walcott?
-
Oyeeee,-dijo
riéndose a la par con Kevin-.
El abrazo de ambos amigos
fue increíble. Aunque no dijeron palabras, no hizo falta para que se entendiera
lo que querían decirse.
Después del abrazo,
Walcott le dijo que le tenía una sorpresa preparada así que le hizo pasar al
dormitorio y cuando entró se encontró ¡una cama doble!
-
¿Qué es esto
Walcott? No pienso dormir contigo en la misma cama si eso es lo que pretendes,
¿eh?
-
Jajajaja no, es
para ti y para Pau cuando quiera quedarse aquí contigo.
-
¿Y tú dónde vas a
vivir?
-
Me he alquilado
otro piso en este mismo edificio con mi novia.
-
¡¿Tu novia?!
-
Es que tú y yo
tenemos muchas cosas de las que hablar, amigo mío…
Un par de días más tarde,
Kevin quiso incorporarse al trabajo así que volvió con paso firme y bajo el
cálido aplauso de sus compañeros de trabajo que le silbaban y vitoreaban su
nombre.
Pero su vuelta era para algo más que para
trabajar, sino que volvía para dirigir el departamento de Programación de la
empresa. Había conseguido ese ascenso después de mucho trabajo, esfuerzo,
sudor, lágrimas y un brazo roto…
CONTINUARÁ…
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