CAPÍTULO 19
Igashu estaba paseando
para relajarse cuando vio la tienda de segunda mano. Estaba a punto de cerrar
pero pudo entrar a tiempo.
Se compró una guitarra y un manual de
instrucciones y se puso a aprender él solo.
Habían pasado ya varias
horas y Wolf tenía sueño y estaba cansado, por lo que se puso a estirarse y
ladró para avisar a Igashu de que quería irse.
Linda estaba
preocupada, pero como no quería demostrarlo, se quedó en casa y pasadas unas
horas se metió en la cama.
Media hora después de
que Linda se acostara, llegó Igashu sin hacer demasiado ruido.
Se cercioró de que
Linda estuviera durmiendo y luego se cambió y se metió en su cama a dormir.
A la mañana siguiente,
Linda se despertó primero y fue al otro cuarto. Al ver que Igashu estaba allí,
se quedó mucho más tranquila.
Igashu se despertó
bastante tarde y no encontró a Linda en la casa, así que fue a ver la tele
cuando esta dio un pequeño fogonazo y se estropeó. Igashu echó la mesa a un
lado y comenzó a trastear por si podía arreglarla.
Al rato, Linda entró
por la puerta totalmente cambiada. Se había quitado las trenzas y tenía ropa
nueva.
-
Buenos días
Igashu,-saludó Linda-.
-
Hola.
-
¿Dónde estuviste
ayer hasta tan tarde?
-
¿Y a ti qué te
importa?
-
Borde.
-
Gracias.
Linda se sacó unos
gofres de la nevera, se los calentó y se puso a desayunar, pero antes le
ofreció a Igashu.
-
¿Quieres gofres?
-
No.
-
¿Has desayunado
ya?
-
No.
-
¿Vas a mirarme a
la cara algún día?
-
No.
Linda se mosqueó y se
puso a desayunar en completo silencio mientras Igashu trataba de arreglar la
tele, cosa que era imposible.
-
Igashu, está
saliendo humo. No se va a poder arreglar.
-
¿Ahora eres una
entendida de televisión?
-
No, pero tengo
sentido común y sé que la tele está para el cubo de la basura.
Cuando Linda terminó de
fregar los platos se volvió hacia Igashu que parecía un caballo, no miraba nada
más que al frente.
-
Igashu, déjalo
ya. Al final te va a explotar la tele en la cara y vamos a tener un disgusto.
-
Pues uno menos,
ya ves tú el problema.
-
No digas eso
Igashu. ¿Y la gente que te queremos?
-
Jajaja, ¿la
gente que me queréis? Tú me quieres sí, pero meter en tu cama guarra.
Linda se quedó
petrificada ante la respuesta de Igashu, que salió de la casa dando un portazo
sin decir nada más.
Linda, entre enfadada y
decepcionada, se puso a tocar la batería para distraerse un poco. La música era
su vida.
Igashu volvió al rato
con botellas de vodka y tabaco y se puso a beber y a fumar mientras le daba
vueltas al coco. Pensaba que en su vida, nunca había estado con nadie que lo
quisiese de verdad. Las cuidadoras hacían su trabajo y aunque le tuvieran
cariño, no era una familia. Nadie lo acogió siendo niño y se ha pasado solo la
mayor parte de su vida.
Por suerte conoció a
Mitch, que aunque era una cabra loca, era su amigo y con él se había portado
muy bien, lo había tratado mejor que cualquier otro, se habían ido a vivir
juntos, pero ahora… se volvía a ver solo. Leo con su familia, Mitch con la suya
adoptiva y estudiando en la universidad y él… ¿con Linda? Más puta que Rita. No
la podía ni ver o… ¿era un sentimiento de rechazo porque ella tenía todo lo que
a Igashu le faltaba?
Muchas veces había
pensado en suicidarse, quitarse la vida y desaparecer. Al fin y al cabo, nadie
en la faz de la tierra se preocupaba por él. No tenía ninguna atadura que lo
mantuviera aquí, así que… ¿qué se lo impedía?
Y a todo esto, también
había pastillas… Igashu se había tomado ya una para animarse y no pensar en
esas cosas. Tanto darle vueltas a la cabeza iba a hacer que acabara bastante
mal…
Había pasado el tiempo
y los meses con él. Ya estábamos en el año 2006 e Igashu tenía 19 años y… un
gran problema encima. Se había hecho adicto a las pastillas, apenas comía un
trozo de pan al día y se pasaba las horas muertas con su guitarra tirado en la
calle.
El deterioro físico era
considerable y su actitud respecto al mundo no había cambiado ni una pizca.
Seguía amargado, borde y tenía comentarios fuera de tono con Linda que no
venían a cuento.
También dormía mucho y
a deshoras. Las noches en vela tomándose pastillas, tocando la guitarra por las
calles y no hacía nada para remediar esa situación. Linda estaba cansada de
repetirle que se quitara de esos vicios, que dejara de tomarse las pastillas,
que era lo que más se tomaba, pero nada… Por un lado le entraba y por otro le
salía. Un día, Linda se puso a molestar a Igashu un poquito tocando la batería.
-
Linda, ¿puedes
dejar de tocar la batería? No he dormido apenas.
-
Son las 12 del
mediodía, es una buenísima hora para tocar.
-
¡Que no he
dormido coño!
-
¡Me da igual!
Haberte acostado a una hora normal y no al amanecer… Además, tienes la cama de matrimonio en el otro cuarto, vete allí cojones.
Muy a desgana se
levantó, cerró la puerta de un portazo y se tumbó encima de la cama de
matrimonio quedándose dormido a los pocos minutos.
Tres semanas más tarde,
Linda se levantó y, como ya estaba siendo costumbre, no veía a Igashu por
ningún lado. Con ese día se cumpliría las tres semanas que no lo veía, pero no
se preocupaba porque dejaba restos de su presencia por la casa.
Parándose tras el sofá,
miró que las colillas de tabaco, los restos de vodka y el bote vació de
pastillas. Suspiró y se acercó para recoger las cosas.
Estaba viviendo sola
prácticamente ya que los horarios de cada uno eran completamente diferentes y
ya llevaban 21 días sin tener contacto físico el uno con el otro. Había ido en
su busca muchas veces, pero como cada vez que lo hacía, había discusión en
plena calle y luego esa noche no aparecía por casa, pues prefería dejarle
espacio a Igashu.
Esa mañana no tenía
ninguna convención ni mini concierto, por lo que se puso a leer el periódico
tranquilamente, también por si veía algo de Igashu, ya que no podía comunicarse
con él. Estaba sumida leyendo cuando unos golpes en la puerta la sacaron de la
lectura.
Linda dejó el periódico
y abrió la puerta extrañada.
-
¡Coño! Menudo
cambio… ¿Cómo lo has hecho? ¡Pasa hombre!
¿Quién será ese hombre conocido de
Linda?
CONTINUARÁ…
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