CAPÍTULO 17
Mitch se levantó y al ver a Leo se abrazó a él.
-
¡Pero bueno…! ¿Leo?
-
El mismo.
-
Con 20 kilos más por lo menos, ¿no?
Y Mitch estaba en lo cierto. Leo había dado un
cambio bestial desde que se había ido con sus padres.
Leo fue hacia Linda para hablar con ella.
-
Linda, ¿qué tal?
-
Dios Leo, ¡menudo cambio! ¿Qué has hecho
para estar así?
-
Quitarme de todas esas mierdas que me
metía, y aún estoy en proceso de mejora.
-
¿Y tus rastas? ¿También fuera?
-
También. Quería cambiar totalmente y así
lo he hecho. ¿Y tú qué tal?
Linda y Leo hablaban animadamente.
-
Pues yo estoy con la batería, que ya me
han llamado de algún sitio para que toque y así estoy ganando un dinerito.
-
Ah, me alegro mucho, porque tocas
genial.
-
Muchas gracias Leo. ¿Vendrás a verme
algún día?
-
Tal vez, cuando menos te lo esperes
jeje.
Leo quería preguntarle una cosa.
-
¿Y los amores Linda?
-
He estado con Mitch, porque una noche
nos pilló que Igashu se había dormido y Mitch se me arrimó y comenzó ahí a
besarme el hombro y acabamos en la cama.
-
¿Y con Igashu nada?
-
Que va, yo ya paso porque está más
cerrado que una caja fuerte.
-
Bueno, si estás bien con Mitch, puedes
formalizarlo.
-
Qué va, yo tal y como estaba contigo.
Ahora mismo no me apetece echarme novio ni nada.
Ambos se abrazaron.
-
Ay Linda, sé feliz y me alegra tenerte
como amiga y haberte conocido tan bien como lo he hecho.
-
Sí pillín, que eres muy listo jajaja.
Luego Leo se dirigió a donde estaba Igashu.
-
Me alegro de verte compañero. Estás más
delgado, ¿eh?
-
¿Sí? No me he dado cuenta, como me veo
todos los días, jajaja.
-
Hombre ya, eso está claro.
Hablando, Leo e Igashu fueron hacia el dormitorio.
-
El que está cambiado eres tú. Apenas te
reconozco.
-
Sí, mucho cambio en tan poco tiempo. En
cuanto comencé a tener una rutina, comer varias veces al día y a dejar de
comprar pastillas y tampoco tomármelas… Eso sí, ahora necesito café para mantenerme activo.
-
Ah, normal, así te mantienes a tope.
También haz ejercicio, sal a correr, cómprate una bici o algo.
-
Me quiero apuntar a un gimnasio, a ver
cómo me va.
Seguían hablando de cosas no demasiado importantes,
hasta que Leo sacó un tema que lo estaba martirizando.
-
Igashu, quería pedirte perdón por mi
comportamiento del último día que estuve aquí. No sabía por qué te pusiste así
hasta que Mitch me lo contó todo. ¿Por qué no nos dijiste que venías del orfanato como Mitch?
-
Porque no me gusta ir diciéndolo por
ahí. Además, yo no os conocía de nada y no tenía por qué contaros mi vida en
ese momento.
-
Eres una persona muy desconfiada, ¿te lo
han dicho alguna vez? No es bueno ser así con todo el mundo.
Leo le aconsejaba.
-
Ya, pero es que soy así. Será porque me
he criado en un orfanato y luego en un centro de internamiento donde han pasado
muchas personas y he debido tener cuidado con la forma de tratarnos a los
demás, entonces es normal que desconfíe.
-
Pero si nosotros no te damos motivos
para hacerlo, no lo hagas. Es un consejo Igashu, tú haz lo que veas.
Igashu sonrió.
-
Gracias por el consejo. Yo también
espero que tú sigas adelante y salgas de ese mundo en el que te metiste. Si no
llega a ser porque apareció tu madre, hubieras muerto.
-
Casi seguro. Menos mal que tenía a un
indio viviendo conmigo en ese momento que me dio la oportunidad de cruzar esa
puerta y no cerrarla.
Leo abrazó a Igashu.
-
Anda, no te me pongas sentimental ahora
jaja.
-
Bueno, no es malo tampoco ponerse así de
vez en cuando. Ay, me voy, que he venido solamente a deciros que estoy bien. Me
vuelvo a casa otra vez. Espero que nos veamos pronto.
-
Yo también lo deseo.
Por la tarde, Linda se fue al parque con su batería
para tocar y así ganar algo de dinero.
Mitch se puso a jugar con Wolf, a cepillarlo y
esas cosas.
La tarde caía cuando la ex compañera de clase de
Linda se acercó a ella.
-
Linda, ¿qué tal? Me alegra verte por
aquí.
-
Igualmente. ¿Cómo te va?
-
Pues bien, te he estado escuchando tocar
y no lo haces nada mal. ¿Sabes? Tengo unos contactos a los que les gustaría
escucharte. Tal vez puedas encontrar algo que merezca la pena.
Linda se sorprendió al escuchar esas palabras.
-
¿Tú crees que a mí me pueden llegar a
contratar en algún lado?
-
¡Claro! Eres buena tocando y deberías
estar por lo menos en algunos bares tocando de vez en cuando, para sacarte un
dinerito y tal.
-
Bueno, si lo consigues, dame un toque.
¿Tienes mi número?
-
Sí, lo tengo apuntado. ¡Te llamaré!
Las dos amigas se abrazaron y luego Linda se fue a
su casa.
Ya de noche, los tres que quedaban se pusieron a ver
la tele mientras charlaban y comentaban la serie.
En un corte publicitario, como eran bastante largos,
Linda aprovechó para bañar a Wolf y así no estar quieta frente a la caja tonta.
Al cabo de unos 15 minutos, Igashu llamó a la
puerta.
-
Linda, que esto va a empezar.
-
¿Qué? Pasa, que no te escucho.
Y al entrar, Igashu se encontró a Linda limpiando el
wáter con el culo en pompa…
Igashu no pudo evitar mirarle el culo a Linda
mientras notaba una leve presión en su pantalón.
-
¿Qué decías Igashu?
-
Nah, que… esto va a empezar…
-
Vale, ahora voy. Gracias por avisar.
-
De nada,-dijo rápidamente cerrando la
puerta-.
Mitch quitó el volumen de la tele para escuchar la
conversación. Sí, era un cotilla integral.
-
Igashu, Igashu, que se te ve el
plumero…-pensaba para sí-.
Wolf se sentó en el sofá y se puso a ver la tele.
Hubo un momento que parecía que la tele iba a fallar porque se quedó la imagen
congelada, pero luego todo siguió correctamente.
Mitch, aprovechando que Linda seguía en el baño,
habló con Igashu.
-
Igashu, te has puesto palote, ¿verdad?
-
¿Eing?
-
Sí, con Linda ahora.
-
¿Qué dices? Anda y déjame ver la serie.
-
Ya, ya…
Después de que terminara la serie, cenaron, pusieron
música y se pusieron a bailar.
Linda miraba a Igashu sonriendo. No lo sabía a
ciencia cierta, pero cuando ella estaba en el baño y entró Igashu, se sintió observada
y no sabía por qué pero lo notó más raro.
¿Estará sintiendo algo Igashu por
Linda? ¿Y ella por él?
CONTINUARÁ…
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