Y encima, como os he dicho antes, JPelirrojo y su novia RoEnLaRed me contestaron a una carta que les envié...
Y con este recargue de energía tan bueno, os dejo con el siguiente capítulo de Manos Blancas. Espero que os guste y nos vemos muy pronto, ya sabéis amigos, nunca dejéis de sonreír ;)
CAPÍTULO 14
Habían pasado seis
meses y el otoño se había apalancado en Woonsocket aunque todavía no hacía
mucho frío.
Igashu está ya mucho
más acostumbrado a la casa y a sus costumbres, así que ya había normalizado
todos los comportamientos que se daban.
Se había quedado un
poco más delgado y la ropa le quedaba más ancha. Eso de no tener nadie que
supervise es…
Mitch había mejorado
con el paso del tiempo. Se había dejado el pelo un poco más largo y también
algo de barba.
Linda había mejorado
muchísimo con la batería y a Mitch le encantaba ponerse a escucharla. Era de
las mejores que había escuchado.
Y también, el que
escuchaba a Linda pero más de vez en cuando era Leo, que estaba bastante
desaparecido.
Leo estaba esquelético.
Había perdido muchísimos kilos y solo vivía a base de alcohol y drogas
prácticamente. Lo malo era que un día saliera de casa y no volviera más por su
estado anímico…
Tenía los músculos
marcados, pero era el resultado de tener sólo pellejo y huesos. No quedaba ni
bonito ni estético.
A media mañana, Linda
tenía que ir a un evento donde era la invitada de honor. Debía hacer un
mini-concierto junto con otros artistas para la inauguración de una sala de
fiestas.
Mientras tanto, Leo,
tumbado en su cama miraba la luz de la bombilla. Estaba colocado y se quedaba
muchas veces mirando a un punto muerto. Si seguía así iba a acabar muy mal.
A todo eso, Mitch
jugueteaba con Wolf y pasaban el rato.
Pero lo que más le
gustaba a Wolf era que le acariciaran la tripa, y siempre lo estaba pidiendo.
Igashu se asomó a la
ventana para ver lo fuerte que caía la lluvia cuando vio a una mujer mayor
empapándose en la calle.
-
Ey Mitch, abajo
hay una señora con la que está cayendo.
-
¿Sí? Joder,
pobre mujer.
Igashu salió de la casa
y se sentó en las escaleras que subían al piso superior para pensar en lo que
iba a hacer. Quería buscar trabajo, pero no sabía si lo iban a coger en algún
sitio con esas pintas… Y en eso estaba cuando la mujer apareció subiendo las
escaleras.
La mujer iba lenta,
utilizando un bastón sencillo de madera.
Igashu se levantó y se
fue hacia ella.
-
Perdone señora.
-
Ay, qué susto.
-
Lo siento
señora, no tiene por qué asustarse.
La mujer se volvió y
miró a Igashu.
-
¿Qué es lo que
busca?
-
Estoy buscando a
mi hijo Leonardo.
-
¿A Leo? ¿Es
usted su…?
-
Madre, soy su
madre.
-
Yo soy Igashu,
un compañero de piso de su hijo.
-
Un placer
conocerle joven. ¿Podría decirle a mi hijo que estoy aquí?
-
¿Por qué no
entra y se lo dice usted misma?
-
Preferiría que
no, si es posible.
-
Como quiera. Un
momento.
Igashu entró y se
encontró a Leo viendo la tele.
-
Ey, tienes
visita.
-
¿Yo?
-
No,
Leonardo…-dijo Igashu haciendo que Leo lo mirara muy serio sabiendo a quien se
refería-.
-
Dile que se
marche.
-
Pero…
-
Que se vaya
Igashu.
En eso que la puerta se
abrió entrando la madre de Leo.
-
Hijo, sé
razonable. Quiero hablar contigo.
-
No quiero saber
nada de vosotros.
-
Por favor… no
seas así.
-
Escucha a tu
madre, coño,-intervino Igashu-, haz el favor.
Leo miró a un lado
mientras que su madre lo observaba.
-
Vete para fuera,
voy a cambiarme y ahora salgo.
Unos minutos después,
Leo se encontraba con su madre fuera de la casa.
-
¿Qué haces aquí?
Cuando me echasteis de casa papá me dejó muy claro que no quería saber nada de
mí y tú lo apoyaste.
-
Hijo, tu padre
está muy mal. Está ingresado porque se cayó y se ha roto la cadera y ahora
tiene los pulmones encharcados. Puede que no salga de esta.
Leo se quedó pensativo
unos segundos, pero luego reaccionó.
-
Y yo he estado
muy mal desde que me echasteis de casa. Me he tenido que buscar la vida, estoy de okupa en este bloque y en cualquier momento puede aparecer la policía y
llevarme a la cárcel y ahora que él está mal, ¿qué quiere de mí?
-
Leonardo, tu
padre quiere pedirte perdón. Está muy débil y no quiere irse sin despedirse de
ti. Eres su único hijo.
La madre de Leo se
notaba preocupada.
-
Hijo, los dos
sabemos que nos hemos equivocado y por eso queremos solucionar las cosas. Deja de ser tan orgulloso y vuelve a casa.
-
Si soy orgulloso
es por papá. Él es igual.
-
Pero si me ha
mandado a mí a buscarte es porque ha dejado de serlo.
-
Una persona no
cambia de la noche a la mañana.
Linda subió las
escaleras y al ver a Leo hablando con una señora no quiso interrumpir y entró
en casa sin hacer demasiado ruido.
Pero antes de que
llegara Linda, Igashu tenía muchas preguntas sin respuesta. Se preguntaba dónde
estarían sus padres, si tendría más familia. ¿Sabrían que él existía?
Y cuando Linda entró,
se encontró a Igashu pensando en todo eso.
-
¡Hola! ¿Te pasa
algo?
-
No nada,
pensando…
-
Ah bueno, ¿y esa
mujer de fuera que está hablando con Leo?
-
Su madre.
-
¿Esa es su
madre? Ala, nunca la había visto ni había oído hablar de ella. ¿Qué hace aquí?
-
Ni idea…
-
¿Y a ti qué te
pasa?
Igashu se levantó y
comenzó a hablar con Linda.
-
Pues que me
pregunto dónde estará mi familia. Según me dijeron, mi madre me abandonó en el orfanato cuando tenía yo dos semanas y nunca he sabido nada de ellos.
-
¿No has tenido
nunca noticias de ellos ni se han intentado poner en contacto contigo?
-
No. Lo único que
sé es que mi padre es un Lakota como yo y posiblemente viviera o viva todavía en la reserva y no sepa nada de mí o pase… no lo sé.
-
¿Y por qué no
vuelves a la reserva e investigas? Ahora eres un adulto y puedes hacerlo.
-
Sí, tienes
razón… ¡Muchas gracias Linda!-dijo Igashu abrazándose a ella-.
Parece que Igashu va a buscar a su
familia, ¿conseguirá encontrarlos?
CONTINUARÁ…
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