domingo, 6 de diciembre de 2020

Capítulo 9 || Corazones

 Pasado el tiempo pertinente de recuperación, Mike recibió el alta y pudo volver a casa junto a Pilar. Ambos habían esperado ese día como agua de mayo y, por fin, ya estaban de vuelta.


 Abriendo la puerta de casa, Pilar respiró hondo.

- Hogar dulce hogar,-dijo ella-.

- De vuelta en casa. Qué gustazo da estar aquí de nuevo.


 Y acercándose a su novia, Mike comenzó a besar su cuello.

- Al fin puedo estar contigo a solas, disfrutando de nuestra casita, de la tranquilidad de saber que todo está bien…-confesó Mike-.

- Te he echado mucho de menos, cariño.


 Separándose de Pilar, Mike la miró con una traviesa expresión en la cara.

- ¿Estás pensando en lo mismo que yo?-preguntó Mike-.

- ¿En qué estás pensando tú?

- ¿Quieres…?

- ¿Te sientes preparado?

- Sólo hay una manera de averiguarlo.


 Marchándose hacia el dormitorio, Mike y Pilar comenzaron besándose hasta que el calor corporal les impidió seguir. Estaban demasiado alterados y la ropa les sobraba… Había llegado la hora de la verdad.


 No sabían si era por el tiempo que llevaban sin tener relaciones, porque Mike tenía un corazón nuevo o por alguna otra razón desconocida, pero el sexo estaba siendo mucho más placentero que otras veces. De hecho, Pilar era una chica a la que le costaba tener un orgasmo y aquella noche ya había disfrutado de dos muy placenteros…  


 Dado que Mike estaba de baja por la operación, tenía más tiempo para hacer las tareas del hogar y, de esa forma, probarse para ver cómo respondía su cuerpo al ejercicio y a la actividad a unos niveles más altos.


 Habiendo pasado dos meses desde que le dieran el alta, Mike todavía seguía sorprendiendo a su novia preparándole casi todos los días el desayuno.

- Buenos días preciosa, ¿cómo has dormido hoy?

- Como un bebé, ¿y tú guapo?

- Genial. Hoy me he despertado con mucha energía y me siento a tope. Siéntate, que el desayuno ya está casi listo.

- ¿Necesitas ayuda?

- No, voy bien. ¿Sabes una cosa? He pensado apuntarme al gimnasio, así podría ganar algo más de fuerza y recuperarme más aún después de la operación.


 Pilar sonrió asombrada pero también, por otro lado, pensativa porque no reconocía a Mike. Antes de la operación, Mike era dormilón, le costaba horrores salir de la cama y hasta que no se tomaba su café, no era persona. Ahora había dejado el café, se despertaba temprano y sin mal humor y, para más inri, acababa de decirle que quería apuntarse al gimnasio.

- ¿Estás seguro? Siempre me has dicho que el gimnasio es para descerebrados que sólo quieren aparentar.

- Ya bueno, sé lo que dije pero… ¿qué pierdo por probar?


 Sentándose a la mesa, la pareja comenzó a desayunar y, tras dar el primer bocado, Pilar paró de comer.

- ¿Qué pasa amor?-preguntó Mike-. ¿Está malo?

- No… Simplemente me pregunto de dónde has sacado tanta maña a la hora de cocinar.

- Ah pues… Joder, no lo sé, ¿te lo puedes creer? Jajajaja, me imagino que será de verte cocinar a ti, digo yo.


 Tras el desayuno, Pilar pensó que darse un baño sería muy buena idea y así lo hizo. En cambio, Mike se cambió de ropa con intención de salir.

- ¿A dónde vas Mike?

- He pensado pasarme por el gimnasio, preguntar precios y hacer un par de cosillas. No creo que tarde demasiado.

- Ah vale. ¿Te apetece que a la noche veamos una peli?

- Mira, muy buena idea. Descarga alguna que tengamos pendiente por ver mientras yo estoy fuera.


 A todo esto, Rubí pensó que sería una buena idea pasarse por casa de Trini y ver cómo estaba. La había llamado en un par de ocasiones sin éxito así que, presentándose allí, Trini no tendría escapatoria.


 Abriendo la puerta, al ver que se trataba de Rubí, Trini cambió su expresión.

- Rubí, no te quiero aquí. Márchate por favor.

- Trini, sé que me porté muy mal con Elías y contigo pero…

- No digas su nombre, Rubí. No quiero saber nada de ti.


 Y dándose media vuelta, Trini cerró la puerta en las narices de Rubí. Ésta sabía que se lo tenía merecido después de todas las cosas malas que había dicho y hecho, pero sentía en su corazón que no podía abandonar a su suerte a Trini.


 Insistiendo, Rubí volvió a llamar a la puerta mientras decía unas palabras.

- Trini, la cagué y te pido perdón. Os dije cosas muy feas a ambos y no hay día que no me arrepienta por ello pero, si Elías estuviera aquí, ¿no crees que le gustaría que hiciésemos las paces? Venga, ábreme la puerta, por favor.

- Ay… ¡Ya voy!-dijo Trini suspirando y mirando al techo-.


 Abriendo la puerta de nuevo, Trini dijo algo antes de dejar pasar a Rubí.

- Si hago esto es por Elías, no por ti.

- Me parece bien.

- Pasa anda…

- ¿Cómo estás Trini?

- Pues ahí voy. Tengo días mejores y otros peores.


 De vuelta en casa, Mike se encontró a Pilar jugando a la consola.

- ¡Eso es trampa! Ya verás cuando te pille, mamón,-decía Pilar-.

- Ya estoy en casa.

- Ay hola. Espera que termine la partida y me cuentas qué tal.


 Nada más levantarse y ver a su novio, Pilar gritó.

- ¡Coño! ¿A dónde ha ido a parar tu pelo?

- Al cubo de la basura.

- Pero… ¿Y ese cambio tan radical?

- Me apetecía verme diferente en el espejo y llevaba ya muchos años con el pelo de esa forma así que… Renovarse o morir.


 Pilar sonrió y miró a Mike de arriba abajo.

- No te reconozco cariño. Estás… rarísimo.

- Lo sé. Yo también me he visto extraño cuando me he mirado en el espejo pero, ¿sabes qué? Ahora me pesa mucho menos la cabeza jajaja.

- Ya me imagino… ¿Y te pasaste por el gimnasio?

- Sí y me he apuntado. Les he dicho lo que tengo y me van a monitorizar desde cerca para ver mis progresos y, si todo va bien, posiblemente vuelva pronto al trabajo.


 En casa de Trini, Rubí le había preguntado a la muchacha sobre el embarazo y ésta la llevó a su antiguo dormitorio.

- He pensado usar tu antiguo dormitorio para la bebé.

- ¿Va a ser una niña?

- Sí, una nena…

- ¿Sabes qué nombre le vas a poner?

- Elías y yo estuvimos barajando nombres y uno de los que salió fue Ana, así que seguramente la llame así.

- Ana, me encanta. ¿Y qué vas a hacer con la habitación? Tendrás que cambiarla…


 Mirando a Rubí, Trini afirmó.

- Sí. Tendré que sacar la cama y los muebles de aquí y reformar un poco la habitación para dejarla impecable para la niña. Lo malo es que no tengo ni idea de por dónde empezar.

- Oye, yo conozco a un chico que trabaja muy bien y es muy bueno en lo suyo.

- ¿De veras?

- Sí, te lo prometo. Lo que no sé es si… Anda coño, si tú lo conoces. Es Mike.

- ¿Mike? ¿Qué Mike?

- Pues… Mike.

- No, eso sí que no. Rubí, no quiero verlo.

- Trini, el muchacho está en perfectas condiciones porque las revisiones en el hospital han ido muy bien y le vendrá genial este trabajo para comenzar a llevar algo de normalidad y rutina. Hazme caso a mí…


 Saliendo de la habitación, Rubí buscó el número del muchacho y lo llamó.

- Hola Mike, soy Rubí, ¿qué tal? No, no pasa nada malo. Está todo bien. Verás, te llamo porque tengo trabajo para ti… ¿Qué te parece? Es algo sencillo. Estupendo, te paso la dirección y te veo ahora.


 Unos minutos después, Mike llegó al lugar indicado y mentiría si dijera que no se encontraba nervioso. Era el primer trabajo tras el trasplante y no sabía cómo se iba a sentir.


 Sonando el timbre, Trini se sobresaltó.

- Dios, qué rápido ha llegado. Recíbelo tú Rubí, que yo voy a cambiarme.

- Ya verás como no te arrepientes.

- Ay, en los líos en los que me meto por confiar en ti…


 Abriendo la puerta y dejando entrar al chico, Rubí se sorprendió al verlo con el pelo rapado.

- Vaya Mike, apenas si te reconozco. ¿Y ese cambio de look?

- Tenía ganas y pensé, ¿por qué no?

- Pues te queda bien.

- Sí, pero quiero que me crezca algo más.

- ¿Te lo vas a dejar de nuevo como antes?

- No creo, pero es que me lo tenía que cortar así porque no se podía salvar más pelo con las rastas que tenía.


 Entrando en materia, Rubí acompañó a Mike a la futura habitación de Ana.

- Verás, mi amiga va a ser mamá dentro de unos meses y quiere cambiar este cuarto y poner lo típico, una cuna, juguetes… Todo lo necesario para un recién nacido.

- Vale. Entonces habrá que retirar los muebles y dejarlo todo vacío. ¿Te ha dicho algo de las paredes y el suelo?

- No, pero imagino que querrá darle una mano de pintura. ¿Por qué?

- Yo lo digo porque el suelo parece estar en buenas condiciones así que estaría bien mantenerlo pero taparlo con una moqueta. En un futuro, cuando el bebé crezca se podrá recuperar este suelo sin problema. Y pintar las paredes no es nada del otro mundo.


 Saliendo del dormitorio, Rubí sabía que había hecho bien avisando a Mike.

- ¿Te ves capaz de hacerlo?

- Sí, creo que no habrá problema. Tal vez no vaya tan rápido como antes pero… todo será cuestión de acostumbrarme.


 Saliendo del dormitorio con claros signos de nerviosismo, Rubí los presentó.

- Trini, te presento a Mike. Mike, esta es la amiga de la que te he hablado.

- Encantado de conocerte Trini. Perdona pero… ¿nos hemos visto antes?

- Bueno… puede ser que nos hayamos cruzado en el hospital. Yo soy… bueno, era la…-dijo Trini quedándose en silencio un momento para evitar echarse a llorar-.

- Ella era la novia de Elías y está embarazada de él,- le dijo Rubí a Mike-.

- Oh, ya entiendo… Lo siento mucho Trini. Si ves que va a ser demasiado violento puedo irme y recomendarle a otro trabajador.

- No, está bien.


 Sonriendo de una forma muy peculiar, Mike le dedicó unas palabras a Trini.

- No te arrepentirás, te lo prometo. Va a ser el cuarto de bebé más bonito del mundo y, algo me dice que a Elías también le gustaría, llámalo corazonada…


CONTINUARÁ…


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