viernes, 25 de diciembre de 2020

Capítulo 14 || Corazones

 Frunciendo el ceño, Pilar empezó a razonar con Rubí.

- Pero Rubí, no puedes hacer eso. Te estoy pagando el alquiler…

- ¿Pagando qué? Espérate que voy a tener que ir al hospital a que me revisen el oído. ¿Qué coño me estás pagando tú? ¿Acaso tienes trabajo y no me lo has dicho? ¿Tienes algún ingreso que mantengas en secreto? Porque yo lo único que he recibido en estos seis meses son 100€ al mes y eso cuando vendías algún cuadro.

- Ya sé que no tengo demasiada suerte con los cuadros pero es mi pasión, lo que me gusta y no sé hacer nada más.

- Uy sí, se te da de puta madre ligar con chicos y follártelos sin ningún tipo de miramientos en la casa de tu amiga… Porque, si no he visto mal, le acabas de decir a dos chicos de intentar la doble penetración, ¿no es así?

- ¿Y a ti que más te da lo que yo haga o deje de hacer? ¿Acaso tienes envidia porque hace ya meses que ningún tío te toca ni con un palo?


 Dejando de mirar a Pilar, Rubí comenzó a respirar hondo mientras miraba al frente para intentar calmarse.

- Pilar, esta es mi casa y, si quieres seguir viviendo aquí, me tienes que pagar un alquiler, no lo que te venga en gana. Se acabó el aprovecharse de tu amiga la tonta mientras que sigues en tu mundo ideal esperando a que te lo regalen todo. ¡En esta vida hay que luchar por las cosas que quieres! Y a veces, por mucho que luches, no lo consigues, así que aplícate el cuento y madura de una vez, Pilar.

- Y tú aplícate el cuento de que si sigues así de amargada te vas a hacer vieja antes de tiempo, coño. Con lo feliz que estaba yo hace unos minutos con dos pedazo de hombres en mi cama y ahora me vienes con que me echas de casa…

- Y sigue en pie. No te quiero aquí, así que ve haciendo las maletas. Vaya, si quieres te puedo echar hasta una mano y todo, así me aseguro de que no se te olvida nada para no tener que volverte a ver.


 Sin poderlo evitar, una Pilar enfadada y con una rabieta de niña pequeña, le soltó un par de comentarios a Rubí.

- ¡Sigue así y te quedarás más sola que la una! ¿Te enteras? Nadie te va a querer como sigas así de estúpida. ¡Ahora comprendo por qué tu madre se suicidó!


 Esa última frase quebró a Rubí, quien tuvo que sentarse en el sofá y acabó echándose a llorar mientras que Pilar se iba a su cuarto manteniendo una sonrisa de victoria en la cara. Tras recoger sus cosas, Pilar se marchó de la casa tirándole las llaves a Rubí y culpándola de todo lo malo que le pasase a partir de ese momento.  


 Un par de semanas después, Rubí había adquirido el hábito de ir a hacer ejercicio a un parque canino que había cercano a su casa, donde Tina podía estar con otros perros y socializar mientras que ella hacía footing o se ejercitaba en las máquinas que había al aire libre.


 Además de eso, Rubí llevaba unos días intentando enseñarle a Tina el recorrido que había en el parque para que aprendiese más disciplina y se cansase más en un plazo menor de tiempo.

- Así, ¡muy bien pequeña! Ahora abajo.


 Un muchacho se quedó observándolas en la lejanía y luego acabó acercándose a ellas dos.

- Es preciosa,-le dijo a Rubí-.

- Gracias.

- ¿Cómo se llama?

- Tina.

- Bonito nombre.


 En cuanto ambos alzaron sus cabezas y sus miradas se cruzaron, los dos se quedaron completamente mudos. Ninguno sabía qué decir ni lo que hacer, ya que también estaban inmóviles.

- Esto… Soy Jim.

- Yo Rubí…

- Oh, qué nombre más bonito.

- Gracias.

- No hay de qué…


 Rubí se sentía como una tonta porque no sabía qué le estaba ocurriendo y por qué se comportaba así con ese chico al que acababa de conocer.

- ¿Muerde?-preguntó Jim-.

- ¿Cómo dice?

- Que si Tina muerde.

- Ah no, puede acariciarla si quiere. Es muy cariñosa.


 ¿Por qué había tenido que preguntarle aquello? ¿Rubí qué se creía, que ese chico le preguntaba a ella si mordía? ¿Era idiota o qué le pasaba? Sintiendo muchos nervios, le puso la correa a Tina y se despidió.

- Yo… me tengo que ir ya. Encantada de conocerle.

- Igualmente… ¿Suele venir por aquí?

- A veces… Bueno, adiós.

- Hasta otra…


 Jim se quedó observando cómo Rubí se alejaba haciendo footing con Tina mientras sentía en su interior que no debía dejarla escapar. ¿Volvería a verla al día siguiente en ese parque si fuera allí? A veces la vida nos da una sola oportunidad y debemos aprovecharla…  


 Armándose de valor, Jim comenzó a seguir a Rubí mientras que Tina miraba hacia atrás de vez en cuando notando su presencia.

- Espero que no se cabree porque la esté siguiendo… La verdad es que es bastante raro conocer a un tío y que luego ese chico te siga hasta tu casa… ¿Estaré haciendo bien?-pensaba Jim mientras continuaba siguiendo a Rubí-.


 Finalmente, Rubí llegó a casa y sin volver la cara, se dirigió a Jim.

- Vaya, al final ha logrado seguirme el ritmo.

- ¿Perdón?

- Creí que si subía el ritmo no sería capaz de seguirme.

- Ah, tengo buena forma física. Todavía podría más.


 Girándose hacia Jim, Rubí lo miró directamente a los ojos.

- Menos mal que es usted un chico guapo, porque si no ahora mismo estaría llamando a la policía.

- Ah vaya, ¿debo darle las gracias entonces?

- Yo diría que sí, ya que me acaba de conocer y me ha seguido hasta mi casa… Inquietante es, cuanto menos.

- Le pido mil disculpas, señorita.

- Anda pasa y deja de llamarme de usted,-le dijo Rubí-. Te daré un vaso de agua, que debes estar sediento.


 Entrando en casa, Rubí le indicó a Jim dónde podía sentarse mientras que ella iba a por una botella fría que tenía guardada en la nevera.

- Entonces… ¿Jim verdad?

- Eso es.

- ¿A qué te dedicas Jim?

- Trabajo como informático en una empresa que montamos junto a unos amigos. ¿Y tú?

- Estudio medicina y trabajo a tiempo parcial en una sala de juegos recreativos.

- Vaya, ¿y todavía tienes tiempo para ir a hacer ejercicio?

- Claro, todo es cuestión de organizarse.

- Pues dime tu secreto porque yo soy un completo desastre.


 La conexión entre ambos era perfecta y eso se notaba en la conversación.

- ¿Y cómo es que no te había visto nunca por el parque? Yo voy todos los días allí.

- Llevo viniendo desde hace poco, pero sí que estoy yendo todos los días, lo que pasa es que suelo ir más tarde que hoy.

- Ah claro, seguramente por ese motivo no hayamos coincidido antes.

- Sí, como también vivo sola me tengo que ocupar de los quehaceres de la casa y que no parezca que vivo de okupa en mi propia casa.


 Jim desprendía interés en todo lo que decía Rubí y no le quitaba ojo y prestaba mucha atención a sus palabras y eso lo agradecía mucho la muchacha, quien tampoco le quitaba ojo a ese chico.

- Pues entonces no vengas a mi casa nunca si no quieres llevarte un susto,-comentó Jim entre risas-.

- Jajaja, ¿por qué dices eso?

- Somos dos tíos viviendo solos y compartiendo piso, sólo te diré eso…

- Bueno… Ya me lo puedo imaginar.

- Platos sucios por todos lados, ropa en medio, cajas de pizza en la cocina… Eso sí, mi cuarto está ordenado… casi siempre.


 Echándose a reír, Rubí hizo un comentario al respecto.

- Claro, la casa da igual el estado en el que esté mientras que el picadero esté en condiciones, ¿verdad?

- ¡Oye! En mi defensa diré que mi intención siempre es mantener la casa en condiciones.

- Pero seguro que siempre se queda en la intención, ¿no es así?

- Mira que eres mala conmigo, ¿eh Rubí? A ver, ¿y tú cómo tienes la casa doña limpieza? A ver si te estás metiendo conmigo y luego la tienes peor que yo.

- Oh, con que esas tenemos, ¿no?

- Eso es lo que hay.


 Esa especie de pique sano que había entre los dos provocó que Rubí le enseñase todas las habitaciones de la casa demostrándole que no había de lo que quejarse.

- Y por último el dormitorio principal con su cuarto de baño propio.

- Oh, esto sí es un picadero en condiciones.

- Oye, que yo no uso mi casa para eso…

- ¿No? ¿Y pretendas que me lo crea?

- Se cree el ladrón que todos son de su condición…


 Riéndose de nuevo, Jim le hizo un cumplido a Rubí.

- Pues he de reconocer que tienes la casa muy bien cuidada pese a estudiar, trabajar, hacer ejercicio y cuidar de una perra al mismo tiempo. Me arrodillo ante ti,-dijo Jim empezando a hacer el gesto de arrodillarse-.

- ¿Qué haces tonto? Anda, te vas a arrodillar ahora frente a mí…

- ¿Qué pasa? ¿No puedo?

- No, no puedes. Delante de mí sólo se van a arrodillar cuando me pidan en matrimonio.

- ¿Y si yo quería hacerlo y me has fastidiado el momento?

- ¿Cómo dices?


 Armándose de valor, Jim acarició la mejilla de Rubí.

- ¿Soy solo yo quien siente avispas en el estómago en lugar de mariposas? Joder, te juro que esto es nuevo para mí… Nunca me había pasado nada igual.

- A mí tampoco Jim y… sí, yo también siento como si hubieran zarandeado todo el avispero y lo tuviese dentro.


 Mirándola a los ojos, Jim fue recorriendo la femenina cara con su mirada hasta pararse en sus labios.

- Eres preciosa Rubí… Siento que… voy a explotar si no te beso.


 Y sin esperar respuesta por parte de ella, Jim se acercó y besó los labios de Rubí de forma leve, sin juntarlos demasiado ante el temor de la reacción que pudiera tener la muchacha.


 Separándose, Jim se quedó serio mirando a Rubí, quien no hacía ningún movimiento.

- ¿Estás… bien? Siento haber sido tan impulsivo pero…

- Bésame.

- ¿Cómo?

- Lo que has oído… Bésame otra vez.


 Sin hacerse más de rogar, Jim agarró del cuello a Rubí y la acercó hasta él sonriendo de forma que derritió a la muchacha interiormente hasta que sus labios volvieron a unirse pero, en esta ocasión, de forma más pasional, con garra y fuerza. Jim había dejado a un lado el temor por la reacción y ahora se estaba implicando al máximo en disfrutar de ese beso.


 Tras varios minutos besándose, Jim comenzó a poner sus manos sobre el culo de Rubí y, sintiendo que el ambiente se estaba caldeando demasiado, paró.

- Jim…

- Dime mi amor.

- Me gustaría… esperar. Acabamos de conocernos y…

- Lo entiendo. Tranquila.

- ¿Estás bien?

- Sí, no te preocupes. Esperaré lo que haga falta.

- Toma,-dijo Rubí buscando el móvil de Jim-, apunta mi número.


 Saliendo de la habitación, Rubí vio marcharse a aquel muchacho sin saber muy bien qué acababa de suceder y cómo era posible tener una conexión tan fuerte en tan poco tiempo. ¿Sería verdad eso de que el amor a primera vista existía?

- Te llamaré,-prometió Jim-. Puedes estar segura. Nos vemos pronto.

- Adiós Jim…-dijo Rubí con aire de tristeza-. ¡Espera! No te vayas.


 Pocos minutos después, Jim y Rubí se besaban mientras que sus lenguas se entrelazaban a la vez que sus desnudos cuerpos comenzaban a unirse en una perfecta danza sincronizada.

- Te necesito Jim.

- Y yo a ti.

- Dámelo todo, no puedo estar ni un minuto sin ti.

- Te quiero Rubí. Es de locos pero… te quiero.


 Pasados cuatro meses desde que se conociesen, Rubí y Jim ya compartían casa y lecho y aquel día se preparaban para algo importante.

- Rubia, ¿te queda mucho? No quiero llegar tarde a mi presentación oficial.

- Tranquilo, ya estoy lista.

- Wow, estás espectacular.

- Gracias bombón. Tú también te has puesto muy guapo.


 Agarrándole de las manos, Jim quiso saber algo.

- ¿Crees que les daré buena impresión a Mike y a Trini?

- Estoy segura de ello. Les vas a encantar… Y la pequeña Ana más todavía.

- Ay, qué nervios… ¿Nos vamos ya?


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario