jueves, 23 de agosto de 2018

The Jungle || Capítulo 19


Un rato después, el espía volvió a la carga, pero esta vez con su móvil en la mano, desde el cual hackeó la señal de las cámaras de seguridad, apagándolas a distancia.




Acercándose sin miedo a que le captaran las cámaras, se escondió en un matorral al ver que alguien pasaba por la puerta de la entrada.




Tras recorrerse más de media isla, se pararon a descansar y a pensar en dónde podría estar metido aquel espía. No sabían quién era ni cómo iba vestido realmente, ya que en la cámara no se pudo apreciar con claridad.




Entrando silenciosamente, se colocó tras Guengue y, dándole un golpe seco en el cuello, lo tiró al suelo.




Pero Jota no estaba seguro de que se hubiera escapado.
-          ¿Y si nos ha hecho creer que se ha ido pero ha permanecido escondido en la casa todo el rato? ¿Y si está allí ahora mismo?




Efectivamente, el espía entró en el salón, encontrándose a las tres mujeres solas.
-          Bueno, bueno, bueno… Pero mira a quién tenemos aquí… Sin son las zorras de la familia.
-          ¿Quién eres tú y qué haces aquí? ¿Y mi hermano?-preguntó alterada Isabel-.




Fausto miró a Jota y automáticamente supo que tenía razón.
-          Es cierto, puede ser que esté allí en este momento y nos haya estado engañando todo este tiempo. ¡Vámonos rápido hacia la casa!




Las chicas se levantaron y se pusieron todas juntas, apoyándose unas en otras.
-          ¿Qué hace aquí?-preguntó Endaya-.
-          Veamos… Me han mandado matarlas, pero… Soy una persona con buen corazón y no quiero haceros sufrir… Demasiado. Así que vais a hacer lo que yo diga, ¿de acuerdo? Y sin rechistar.
-          Su cara me es familiar…-dijo Isabel-.




Isabel y Endaya se temían lo peor. Ya cuando creían que todo lo malo había terminado, aparecía aquel hombre para interrumpir la paz en la isla. ¿Quién quería verlas muertas y por qué?




El hombre las miraba con cara de lujuria, con los ojos inyectados en sangre… Estaba disfrutando de la situación y se relamía pensando en lo que les haría en unos minutos.
-          Sí, haremos todo lo que nos diga, ¿verdad Isabel?-accedió Endaya-.
-          Sí madre. Estamos a su completa disposición. Díganos qué hacer y nosotras lo haremos.
-          Uh, esto se pone interesante… Está bien. Tú, la de delante. ¿Vas a hacer lo que yo te diga?
-          Todo.
-          De acuerdo. Pues mata a tu hermana.




Los azules ojos de Rosa reflejaron el miedo que se había apoderado de ella. ¿Por qué les tenía que pasar eso a ellos? Lo único que querían era ser felices, vivir su vida y prosperar en el hotel, ser personas normales, simple y llanamente.




Corriendo más deprisa que los demás, Fausto entró en la casa justo en el momento en el que Guengue salía del baño, dolorido por el golpe en la cabeza.
-          ¿Estás bien, hijo?
-          Sí, pero me duele la cabeza…
-          ¿Qué ha pasado?
-          No lo sé, alguien me golpeó por detrás sin que me diera tiempo a verlo…




Y sin esperar más tiempo, Jota entró directamente en el salón, encontrándose a aquel hombre dándole instrucciones a Isabel de cómo matar a su hermana.
-          Eh, tú. Deja a Isabel en paz.




Llegando Kevin en ese momento, vio que su tío estaba un poco en shock, se había quedado paralizado al volver a sentir que pasaba lo mismo que hacía un tiempo. ¿Nada había cambiado?
-          Tío Fausto, quédate aquí, entraré con Jota.




Al entrar, se colocó tras Jota y le tocó el hombro, a lo que éste sonrió sabiendo que no estaba sólo contra aquel hombre.
-          Date la vuelta muy despacio. No hagas ninguna tontería,-decía Jota-.
-          No puede ser…-dijo asombrado aquel hombre-.




Al girarse, Jota se dio cuenta de que no era otro que Venancio. Isabel miraba aliviada a Jota por una parte, pero por la otra temía que le hiciera algo y luego se lo hicieran a ellas.
-          ¿Se puede saber qué haces aquí, Jota?
-          Eso mismo te iba a preguntar yo a ti… ¿Qué se supone que estás haciendo?
-          Anda ya, deja las preguntas y ven a darme un abrazo, compadre.




Y acercándose a él, Jota le dio un fuerte abrazo a Venancio ante el estupor de todos. ¿Todo este tiempo había estado Jota de su parte? ¿Había sido todo una treta?




Isabel tenía el corazón en un puño. No podía terminar de creerse que ese chico que la había estado besando hacía un rato, ahora estaba con el que las amenazaba con matarlas a todas.
-          ¿Quién te ha enviado aquí?-preguntó Jota-.
-          Los del bufete de abogados. Esos cabrones pagan el doble que Julio y Pocholo, tío. Como esta gente fueron los que se los cargaron, estropearon el negocio que tenía Julio con el bufete y por eso me enviaron a matar a la tetona oxigenada. Ella trabajaba de secretaria en el bufete y se enteraron de que su idea era viajar con su madre y los demás, pero sorprendentemente estaba sola en casa, por lo que me resultó mucho más fácil acabar con ella.




Mirando a Kevin, Venancio se dirigió a él.
-          Me enteré de la muerte de tu madre, Kevin. ¿Sabes? El hecho de que saltara desde el balcón me ahorró mucho el trabajo. Al fin y al cabo, envenenar la comida del hotel fue pan comido…
-          Eres un hijo de…
-          Eh, eh, a ver lo que dices por esa boca chaval. Podría acabar con cualquiera de vosotros en un momento, así que ten cuidado…
-          Venancio,-intervino Jota-, ¿por qué no nos vamos fuera tú, Isabel y yo y nos lo pasamos bien? Así disfrutaremos un poco antes de matarlas y llevarnos el dinero.
-          Buena idea… A los demás os quiero quietecitos aquí. No hagáis ninguna tontería o no viviréis para contarlo.




Al pasar por delante de Kevin, Jota lo miró muy serio, pero antes de desaparecer de su vista le guiñó un ojo.




La primera era Isabel y justo detrás, empujándola estaba Venancio, pero el último era Jota, que tenía un as en la manga. ¿De verdad se había creído aquel tío que él estaba de su parte?
-          Venga, comienza a desnudarte,-ordenó el propio Venancio-.




Y sin dejar pasar más tiempo, Jota le pegó una patada en la espalda a su “amigo” que le hizo perder el equilibrio.
-          ¡Esto es por Isabel!-gritó Jota-.




La patada en la espalda fue tan fuerte que Venancio se golpeó en la mejilla contra un mueble de la cocina y cayó al suelo semiinconsciente.




Entrando rápidamente en la habitación, Kevin vio tirado en el suelo a Venancio, por lo que ahí comenzaría su venganza, mientras que Jota se daba por satisfecho.




Poniéndose encima de Venancio, Kevin comenzó a pegarle puñetazos en la cara, gritando de dolor, llorando y lleno de rabia e ira, a la vez que iba diciendo los nombres de Paola, Rita y Hugo.




Parándolo, Jota consiguió que Kevin no acabara con la vida de Venancio, ya que su idea era hacerlo declarar y que cayera todo el bufete corrupto de Julio, que era lo último que quedaba en pie del antiguo imperio de la droga.




Yendo a por Isabel, Jota la abrazó con fuerza y pudo respirar tranquilo.
-          Siento haberos hecho creer que estaba de su parte, pero se me ocurrió esa idea en un instante y era ahora o nunca. Lo siento mucho, de verdad. Perdóname.




Y finalmente entraron en la habitación los que quedaban.
-          Ya se ha terminado todo. Por fin podremos ser libres,-dijo Kevin respirando hondo-.




Fausto corrió a abrazar a su mujer, asustado por el sentimiento de poder perderla, de tener que vivir una muerte más, otra inesperada pérdida…




Guengue abrazó también a su primo. Estaba orgulloso de él por haber frenado a aquel malnacido, por haber defendido y protegido a la familia y por no dejarse llevar por el odio.




Rosa también abrazó a su padre, a quien quería con locura y de quien no se quería separar nunca. Era su claro ejemplo a seguir y alguien a quien admirar.




Venancio, con la cara desfigurada, permanecía con vida, y así la policía podría sonsacarle toda la información y meterle entre rejas una larga temporada…




CONTINUARÁ…

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