Endaya y Rosa le gritaron desde dentro que no saliera, que
se quedara con ellas porque, si le pasaba algo, ellas se quedarían solas. Así
que, haciendo caso a las mujeres de su vida, se puso delante de ellas esperando
a que, quien fuera el invasor, no consiguiera su objetivo.
Escucharon unos rápidos pasos fuera y, de golpe, la puerta
se abrió…
-
¡Padre!-gritó Guengue, quitando esa ruda pose-.
El abrazo entre ambos fue espectacular, ya que nunca antes
habían estado tanto tiempo separados el uno del otro.
-
Te creía muerto, hijo mío…
-
Yo también a usted, padre…
E igual pasó con su hija Rosa. Fausto los había echado
muchísimo de menos a todos y, poder verlos y estar con ellos, era el mejor
regalo que le había podido dar la vida.
Y cuando vio a su mujer, su querida y amada Endaya… Se
unieron en un dulce y apasionado beso que significó el comienzo de una nueva
etapa en sus vidas como matrimonio.
-
¿Dónde están Pocholo y mi hermano? ¿Y los demás?
-
Los mató Guengue,-contestó Endaya-. Yondo y mi
padre murieron a manos de esos salvajes y mi madre se murió de la pena.
-
¿Han muerto todos? Dios mío…
Una vez que ya todos se habían abrazado y besado tras la
terrible noticia, Fausto los invitó a salir fuera, ya que tenía una sorpresa
para ellos.
Cuando cruzaron las puertas, pudieron ver a una más que
cambiada Isabel que los saludó con efusividad junto con unos cuantos
desconocidos más.
La primera en correr a sus brazos fue la pequeña de la
familia, que la echaba muchísimo de menos a su lado y ahora, después de lo
ocurrido, la necesitaba más que nunca.
Guengue hizo lo mismo con su hermana mayor, a quien abrazó
con fuerza, dándole innumerables besos en la mejilla y en la frente.
-
No sabes lo que te he echado de menos, Isabel…
-
Y yo creía que te había perdido… ¿Qué ha pasado?
Pero Endaya vino y abrazó a su primogénita antes de que
Guengue pudiera responder.
-
¡Hija! No sabes cuánto me alegro de que estés
sana y salva…
-
¿Qué te ha pasado en la cara, mamá? ¿Estáis
todos bien? ¿Y Julio y Pocholo?
Fausto agarró a su hijo Guengue y le preguntó sobre su tío
Julio y Pocholo.
-
¿Dónde están, hijo?
-
Lo siento mucho, tuve que matarlos, padre… No
tuve más remedio.
-
¿Qué ocurrió?
-
Resulta que todos escuchamos un fuerte ruido,
como de un avión o algo parecido y el tío Yondo y yo fuimos a ver qué pasaba y
entonces ahí fue cuando nos encontramos con ellos dos…
Conforme Guengue contaba la historia, no podía evitar
emocionarse mientras que Fausto abría los ojos, alucinado por todo lo que había
ocurrido.
-
Entonces cuando llegué, vi cómo ese Pocholo
estaba violando a Rosa y madre estaba practicándole sexo oral al tío Julio, por
lo que les grité para que las chicas salieran corriendo y Pocholo, acercándose
a mí, me intentaba convencer de que soltara el arma y cuando lo tenía encima…
-
Disparaste.
-
No tuve más remedio, padre. Si me llega a quitar
el arma me habría matado a mí y luego a madre y a Rosa.
-
¿Y qué pasó con Julio?
-
Se me abalanzó y le disparé conforme venía hacia
mí… Padre, lo siento mucho…
-
No tienes que sentir nada, hijo. Hiciste lo que
era necesario para salvar a la familia, y no te dejaron más opción que
matarlos. No te preocupes más por ese tema, aquí está tu padre para cuidaros a
todos…
Le habían preguntado a Endaya por Pocholo y Julio, así que
ella contó la historia de lo que había vivido y todos se quedaron helados, así
que Isabel, para cambiar de tema y no hundirse, aprovechó para presentarle a su
madre al resto de la familia, los que sí valían la pena.
-
Madre, te presento a Kevin, es el hijo mayor de
Rita y del… tío Julio. La de su izquierda es la propia Rita y el de la
izquierda es Hugo, el novio de Rita.
-
Encantada de conoceros. Siento que haya sido en
estas circunstancias pero bueno, sentíos como en vuestra casa.
-
También falta Paola, que es la hermana de Kevin,
pero no ha podido venir.
-
Vaya, ¿y eso?
Unas horas antes, en Los Aniegos…
-
Vamos Paola, tenemos que irnos.
-
No puedo ir con vosotros…
-
No digas tonterías, ¿por qué no puedes?
-
Porque estoy… embarazada.
-
¿Emb…?
-
Sí… Vamos a ser papás.
Kevin miraba con ternura a Endaya y se acercó para decirle
unas palabras de aliento.
-
Siento todo el daño que mi padre haya podido
causar, Endaya. Si hay algo que nosotros podamos hacer, contad con cada uno. Aunque
le pesara a mi padre, somos una familia y debemos mantenernos unidos, y ahora
más que nunca…
-
Muchas gracias Kevin. Eres muy buen chico.
-
Bueno, mi madre no diría lo mismo y yo no es que
lo haya sido prácticamente nunca en mi vida, pero esto me ha hecho mirar la
vida desde otra perspectiva.
Rita quería hablar con Endaya y Rosa aprovechó para charlar
con su primo Kevin. Pese al cansancio y ser bastante de noche, el ambiente se
estaba calmando bastante…
Fausto se había alejado del grupo para despedirse
oficialmente de sus suegros y de su cuñado. Lamentaba el hecho de no haberlos
podido ver de nuevo, ni de haberse podido despedir en condiciones, pero las
cosas habían surgido así y ahora ya no había vuelta atrás…
Hugo, como agente del FBI, fue en busca de Guengue para que
le contase lo sucedido con todo lujo de detalles.
-
Sé que es muy duro hablar de este tema y más
cuando es tan reciente, pero necesito que seas muy explícito con los detalles.
Soy agente del FBI y tengo que cerrar el caso y hacer el informe…
-
¿Qué es un agente del FBI?
Tras una corta explicación, Guengue le contó todo lo
ocurrido paso por paso y, además, entregó los móviles de Pocholo y de Julio por
si servían de prueba, ya que los había visto hacer fotos y vídeos con ellos.
Rita, por su parte, le ofrecía la mano y ayuda a Endaya.
-
Nos vas a tener aquí para lo que necesites. Por
suerte, lo malo ha acabado ya y podremos salir del agujero en el que nos
estamos. Juntos comenzaremos de nuevo y saldremos adelante…
Kevin observaba a su primo Guengue desde hacía rato, así
que, cuando dejó de hablar con Hugo, se acercó a él.
-
Ey, tú eres el famoso Guengue, ¿no?
-
¿Famoso? ¿Por qué lo dices?
-
Tu hermana no paraba de decirme que nos parecíamos
y ahora que lo veo con mis propios ojos, me doy cuenta de que tu hermana no
mentía.
Guengue lo miraba y notaba ciertos parecidos con él, era
cierto.
-
Sí, hay rasgos en los que nos parecemos, cierto.
Es raro…
-
¿Por qué? Tienes hermanas y entre vosotros os
parecéis mucho.
-
Ya, pero es la primera vez que veo a un hombre
que no sea mi padre y que se parezca a mí.
-
Bueno, al fin y al cabo somos primos y nuestros
padres eran gemelos así que…
Rita y compañía decidieron quedarse en la isla un par de
semanas para aclimatarse un poco y ayudar a Fausto y a su familia a volver a la
normalidad de la rutina. Uno de los cambios más notables eran las ventanas que
habían puesto en las casetas, ya que sin ellas no entraba la luz del día y, al
no haber luz eléctrica, no se veía muy bien.
Dentro de una de las casetas, Hugo hablaba con Rita.
-
Tenemos que volver para solucionar todo el tema
de Julio, la herencia, decir que Fausto sigue vivo…-comentaba Hugo-.
-
Sí, tenemos que arreglar todo esto para dejarlo
listo de una vez por todas.
-
Es un fastidio ahora que nos estábamos
acostumbrando a vivir de esta manera, pero no nos queda otra…
-
¿Cómo se lo tomarán los muchachos?
-
Ellos no tienen por qué venir. Con que vayamos
tú y yo es suficiente.
¡Qué buena noticia! Los demás podían seguir con sus vidas
como hasta ahora.
-
Mucho mejor, así no hay un cambio tan drástico
para todos. Tengo ganas de volver y ver a Paola, que con esto del embarazo y de
que no sepa quién es el padre… Lo debe estar pasando fatal ella sola. Debería
haberme quedado con ella.
-
Cariño, te enteraste en el avión cuando te lo
contó tu hijo, ¿qué podías hacer?
Cogiendo el avión con el que habían venido, Hugo y Rita
volvieron a Los Aniegos y fueron directos a la casa familiar.
-
Qué raro, Paola no ha recogido el
periódico,-comentó Rita-.
Al entrar, lo primero que hicieron fue llamar a la chica,
pero no obtuvieron respuesta.
-
¡Paola! Soy mamá, ¡hemos venido Hugo y yo a
arreglar unos papeles! ¿Paola?
Como no contestaba, Hugo decidió irse hacia el jardín por si
la muchacha estaba en el jacuzzi y Rita subió al piso de arriba por si estaba
durmiendo, tomando un baño o, por el contrario, había salido.
Un terrible grito de Rita hizo que Hugo entrara corriendo en
casa y subiera las escaleras.
-
¡RITA! ¡¿QUÉ PASA?!
Rita continuaba gritando en el umbral de la puerta del baño
al ver el cuerpo sin vida de su hija, que yacía en la bañera con un corte
profundo en ambas muñecas…
CONTINUARÁ…
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