viernes, 23 de mayo de 2014

Capítulos 11 y 12 de R.I.F.

¡¡Holaaaaaaaaa!! Disculpad por no haber podido subir capítulo el martes, pero es que soy un completo desastre. Esta semana he estado asfixiado con los exámenes, tardes completas de estudio... Y creyendo que me iba a dar tiempo pues pasó lo del martes, que prometí capítulo pero al final no pudo ser.
Pero... ¡no hay nada que no se pueda arreglar! Hoy os traigo un DOBLE capítulo de R.I.F. ¿No es genial? Os dejo con estos dos capítulos y espero que los disfrutéis muchos. ¡Por fin se desvela a dónde ha llevado Alberto a su hijo!

CAPÍTULO 11

Tras un par de horas en coche, pararon frente a un lugar que Fer nunca había visto en su vida. ¿Dónde lo había llevado su padre?


Llamaron al portón y entraron. Fueron avanzando y conforme se iban acercando al edificio final, iba cogiendo forma la idea que se había hecho. ¿Un nuevo instituto en otro estado?


Entraron los dos y se dirigieron a la puerta del final. Miró a su izquierda y, efectivamente, en aquel sitio había clases.


Llamaron a la puerta y una voz desde dentro les invitó a pasar.
-        Buenos días. Me presento, soy Alberto Rodríguez y este de aquí es mi hijo Fernando.


El hombre que estaba sentado sonrió levemente.
-        Bienvenidos a San Justo, el mejor instituto de enseñanza secundaria y bachillerato. Me presento…


El hombre hizo una pausa, ya algo más serio y se presentó.
-        Soy el director Bernam, Hugh Bernam y soy el encargado de que todo en este complejo educativo salga perfecto. Soy el profesor, además de encargarme de la administración,  de modales, matemáticas, ciencias y física y química.


El director era toda una eminencia.
-        Esta mañana he recibido una llamada suya, señor Rodríguez. He de ser sincero con usted y he aceptado su oferta por su disposición y su amabilidad. No hay muchos padres dispuestos a meter a su hijo en un internado.


Fernando se acababa de enterar de que aquel lugar era un internado.
-        ¡¿Internado?!-dijo Fernando interrumpiendo al director-.
-        Efectivamente, es el internado mejor cualificado del estado. Las calificaciones de todos nuestros alumnos han sido siempre de matrícula.
-        ¿Y por qué va vestido de esa forma? Ni que fuera del siglo pasado…
-        ¡Hijo por favor!-advirtió Alberto a Fernando-.
-        No se preocupe, es normal que lo pregunte ya que este internado es famoso por su enseñanza a la vieja usanza. Una vez pedidos todos los permisos y cuando todo estuvo en regla, pusimos en marcha este maravilloso proyecto: Internado San Justo, año 1949.


Aquella situación estaba resultándole a Fer muy fuerte.
-        Espere, un momento. ¿Me está diciendo que voy a entrar en un internado y me van a enseñar como en los años 40? ¡Y un cojón! Vámonos de aquí papá.
-        Tú de aquí no te mueves hijo,-dijo autoritario Alberto-.
-        Pfff, ¿de verdad? ¿Te vas a poner así por lo que te dije ayer?
-        Fernando, este no es el sitio ni el momento de hablar las cosas.


El director escuchaba la conversación entre padre e hijo con atención.
-        Por lo que puedo observar,-intervino el director Bernam-, sus modales dejan mucho que desear.
Me va a gustar este reto, señorito Rodríguez.
-        Sí, claaaaro,-dijo Fer-.


Alberto suspiró.
-        Respecto a usted, no se preocupe por su hijo, va a estar en perfectas condiciones, ya que contamos con unas infraestructuras seguras y cómodas. Su hijo se sentirá como en casa. Si desea visitarlo, deberá hacerlo en su fecha correspondiente como en el día de los padres, en el día de acción de gracias, etc. De todas formas, se le informará de las fechas próximamente. Esté atento al correo ya que recibirá una carta en una semana.


Alberto asintió mientras continuaba serio.
-        Todo perfecto. Me ha encantado poder conocerle y que mi hijo esté en tan buenas manos,-dijo Alberto levantándose con una sonrisa mientras Fernando lo miraba serio-.


Alberto directamente se dirigió hacia la salida y se despidió fríamente de Fernando mientras el director Bernam observaba que la relación padre e hijo era pésima.


Dirigiéndose el director hacia Fernando, le dijo algo.
-        Señorito Rodríguez, ¿puede trasladarse hasta la clase contigua? Tengo que presentarle a sus nuevos compañeros.


Todos salieron fuera y, estando todos en línea, chicos y chicas por separado, comenzaron a hablar.
-        Bienvenidos al internado San Justo, año 1949. Me presento, mi nombre es Hugh Bernam y esta señorita de mi derecha es Stacy Ford. Ambos seremos los profesores que os impartirán las clases, además de que cada uno se encargará de vigilar a los alumnos de su mismo sexo, ya que el único sitio donde podréis estar juntos será en la clase.


Fernando miraba a los otros dos chicos y se preguntaba dónde lo había metido su padre, no tenía ni idea.


Por otra parte, las chicas miraban a los chicos, algunas con descaro y otras con miedo. Lo que era común en todos era que se encontraban en un lugar que no era su ambiente normal y se veían como perros enjaulados.


El director y la señorita Ford observaban mientras hablaban el comportamiento de los muchachos con detenimiento.
-        Como bien ha dicho el director Bernam, soy la señorita Ford. A continuación las chicas se vendrán conmigo para poder enseñaros el salón de ocio y vuestros dormitorios a partir de ahora. Los chicos harán lo mismo pero con el director. Así que en marcha.


El director comenzó a andar hacia uno de los edificios y los demás chicos le siguieron formando una fila.


Todos estaban nerviosos y se les notaba en la forma de caminar.


Entraron en el interior y el director les mandó colocarse en línea.
-        Chicos, aquí está vuestro salón de ocio. Esta zona es la masculina y bajo ningún concepto está permitido que ninguna chica entre aquí salvo la señorita Ford en un caso de emergencia, aunque a quien veréis aquí es a mí. Al igual que las chicas no pueden traspasar esa puerta, vosotros no podéis poner ni un solo pie en el complejo femenino, ¿queda claro?


El director luego siguió nombrando las distintas zonas del salón, como las estanterías y la televisión donde podrían distraerse en el tiempo libre que tuvieran.


Un pequeño futbolín, para jugar a los dardos y una mesa química.


La puerta del fondo conducía hacia el comedor masculino y la puerta de la derecha hacia el servicio.


Subieron al piso superior y entraron en el dormitorio.
-        Aquí será donde podréis descansar. La hora máxima para acostarse serán las 11. Quien sea visto más tarde de esa hora fuera de esta puerta será castigado a deberes extra.


El director, ya en el dormitorio de los chicos con ellos, comenzó a dictarles algunas normas.
-        Este internado consta de un uniforme reglamentario y que todos deberéis llevar de lunes a domingo. Cuando hagáis deporte, todos tendréis el mismo chándal. Es obligatorio llevarlo correctamente. Cualquier orden que se os de tenéis que obedecerla y llevarla a cabo en el momento en el que se os dice.


Fernando sonreía por no llorar. Estaba en un sitio que parecía el ejército. No sabía por qué su padre le había llevado ahí pero seguro que Lulú tenía algo que ver en todo esto.


Tras terminar de hablar, el director les mandó sentarse en una silla cada uno, entonces se acercó a la puerta y llamó a un equipo de peluquería para que les cortaran el pelo. Al principio todos se negaron y no querían pero tras hablar y advertir el director Bernam a los chavales, tuvieron que acceder.


Casi una hora más tarde, todos estaban listos y con los uniformes enfundados.


El director Bernam les echó un vistazo a todos de arriba abajo.
-        Ahora sí que comenzáis a ser hombres de verdad.


Fernando odiaba su actual aspecto. Odiaba ir con el pelo corto y vestido de esa forma. Era todo lo contrario a lo que era él.


Este de aquí era Bryan Lectavit. Joven suizo y de padre rico. Apenas pasaba tiempo con él y casi siempre había estado internado en colegios, así que era el que más acostumbrado estaba, aunque era nuevo en este instituto.


David Fletcher, el “cani” del grupo. Fue el que más resistencia puso para que le cortaran el pelo. 15 pavos tirados a la basura, se acababa de echar las mechas…


El director los miró a todos.
-        Señoritos, recoged las sillas y colocarlas en vuestros sitios. Os he dejado en cada una de vuestras camas el uniforme deportivo. Hoy por ser el primer día tenéis el resto del día libre.


Unos minutos antes, en la zona de las chicas, la señorita Ford explicaba cosas similares a las niñas.


La primera de las chicas era Elena Quintela. Llamada Lena por sus amigos, se tendría que acostumbrar a que la llamaran señorita todo el día. Tenía una gran cantidad de pelo color castaño oscuro.


La siguiente era la asustona, Diana Sullivan. Una niña pija que adoraba ir de compras con su Visa oro. De pensar que todos los días tenía que llevar el mismo uniforme, se ponía mala.


Y por último, Claire Bagans, una chica dulce y callada. No hablaba mucho y no daba ruido ninguno. Estaba allí porque sus padres habían aceptado un trabajo muy importante en otro estado y que les agotaría más tiempo del necesario para pasarlo con su hija.


Tras la visita de los peluqueros, a todas le cortaron un poco el pelo. Lena no quería cortárselo pero luego aceptó con la condición de que no pasara de mitad de espalda.


Diana estaba amargada, no podía ni mirarse ni quería pasar frente a un espejo. Nada de tacones, ni faldas cortas, ni escotes…


Claire, sin embargo, era la que mejor se lo tomaba. No opuso ninguna resistencia y para cambiarse se puso el uniforme sin ningún problema.


¿Cómo seguirían las cosas ahora que Fernando estaba en un internado?

CONTINUARÁ…


CAPÍTULO 12

Tras el permiso del director, Fernando y David se cambiaron de ropa y decidieron jugar al fútbol mientras que Bryan prefirió mirar cómo jugaban.


Fernando hacía mucho tiempo que no jugaba y había perdido la práctica, pero esperaba poder hacerlo bien.


Mientras tanto, en la zona de las chicas, Lena y Claire estaban jugando juntas mientras que Diana probaba a lanzar pelotas de golf.


La señorita Stacy llegó y se puso a vigilar las actividades de las chicas.


Por la parte de los chicos, ocurrió igual. El director Bernam se puso allí a mirar las actividades de los chicos.


David paraba muy bien y apenas le marcaba Fer. ¿El bueno era él o el que jugaba mal era Fernando?


En la parte de las chicas, Lena acababa de ganar el juego que estaba haciendo con Claire. Como todavía era muy temprano, decidieron jugar de nuevo.


Diana intentaba lanzar las pelotas contra más lejos mejor y poco a poco lo estaba consiguiendo. Le habían sido útiles las clases de golf que su papá le había pagado hacía 3 meses.


Claire estaba metida en el juego con Lena. No había podido ganar pero esta vez ella se decía a sí misma que tenía que ganar.


Fer retrocedió, cargó la pierna y chutó a portería, pero David tuvo una gran reacción y pudo parar la pelota que iba muy bien colocada.


Fer no se lo podía creer.
-        Joder, la ha parado…-pensaba para sí-.


Tiró una y otra vez pero sólo pudo marcar un solo gol. Este chico podría dedicarse al deporte profesional perfectamente.


El director miró hacia la zona de las chicas y vio a la señorita Ford vigilando, por lo que decidió acercarse y preguntarle cómo se estaban portando.
-        Señoritos, ahora vengo. Cualquier cosa que vayáis a hacer comunicádmelo, ¿entendido?


El director se acercó y le echó un vistazo a las chicas mientras se disponía a hablar con la encargada de ellas


Diana se cansó de dar golpes y se fue hacia su zona pidiendo permiso para irse.
-        ¿Qué va a hacer señorita Diana?
-        Voy a echarle un vistazo al caballete, a ver si pinto algo.
-        De acuerdo. Si necesita algo avíseme, por favor.


El señor Bernam volvió a la zona de los chicos y no vio a Bryan. Le preguntó a los chicos dónde se había metido y ellos no se habían dado cuenta de cuándo se había ido. Al mirar que se había ido a ver la tele y no se lo había comunicado, el director se enfadó mucho.
-        Señorito Bryan, ¿se puede saber qué está haciendo aquí sin avisarme antes? ¿No se da cuenta de que ahora está usted a mi cargo y de que pase lo que pase el que tiene las responsabilidades soy yo?
-        Ya pero, es que me aburría y como se había ido…
-        Dije a todos en voz alta y suficientemente clarito que para cualquier cosa me avisarais.


El director le ordenó que dejara de ver la televisión y que se fuera al dormitorio. Estaba castigado.


Miró la hora en su reloj de bolsillo y supo que se acercaba la hora de comer, por lo que avisó a Fernando y a David.


La señorita Stacy hizo lo mismo que el director al haberlo escuchado a él.


Luego se acercó a donde estaba Diana y la avisó también para que dejara la pintura, se lavara las manos y se fuera hacia el comedor.


Una vez hecho, todas en fila se dispusieron a entrar al comedor para almorzar.


Por su parte, los chicos hicieron lo mismo, todos menos Bryan.


Tras la comida, el director subió al dormitorio masculino y fue a avisar de que tenía que comer.


Bajaron en silencio hacia el piso inferior. Sólo se escuchaba los ruidos de la tripa de Bryan.


Miró hacia los chicos y supo que ellos ya habían comido. ¿Este era el castigo?


Las chicas, por su parte, ya habían comido y cada una se había puesto a hacer una actividad distinta. Lena cogió un libro de la estantería y se puso a leerlo.


Diana seguía pintando el cuadro que había comenzado. O cambiaba de técnica o en su vida laboral no se iba a comer un colín.


Claire cogió la guitarra y se puso a dar unos cuántos punteos. En su vida anterior, (fuera del internado), había aprendido algo, pero no mucho.


Fernando estaba jugando al futbolín con David mientras hablaban. Una de las veces marcó un gol y lo celebró como si lo hubiera marcado en la realidad.


El director no había comido y esperó a Bryan para que no lo hiciera solo. Una vez habían terminado, habló con el muchacho.
-        Bryan, le he dejado que comiera el último para poder hablar con usted. Quiero que entienda que ahora no está en su casa, sino que ahora la señorita Stacy y yo somos sus responsables y necesitamos saber dónde está cada uno en cualquier momento porque si ocurriera algo, la responsabilidad cae sobre nuestros hombros, ¿lo entiende?
-        Claro, no hay problema. Le pido perdón señor director.
-        Venga, ahora váyase a divertirse.


La señorita Stacy estaba cansada de estar de pie, por lo que se sentó y se puso a leer un libro mientras las demás chicas hacían sus cosas.


El director acompañó a Bryan al salón y éste se puso a jugar a los dardos.


Como apenas habían hablado la señorita Stacy y el director, este, avisando a los chicos de que tenía que irse, se dirigió a la zona de las chicas y en lugar de entrar, llamó a la puerta.


La señorita Stacy salió y comenzaron a hablar.
-        ¿Necesita algo señor director?
-        Quería registrar con usted el primer día de trabajo en el libro. ¿Querría acompañarme para que la tarea fuese menos complicada?


La señorita Stacy no dudó ni un instante.
-        Sí, ahora voy.
-        Es que necesito que usted apunte las anotaciones de la zona femenina, ya que es usted la encargada.
-        Por supuesto, voy a avisar a las chicas.


El director se quedó fuera esperando mientras que la señorita Stacy avisaba a las chicas de que tenía que hacer un par de cosas y luego volvería.


Una vez hecho el aviso, se dirigieron hacia el despacho del director Bernam.


Nada más llegar, el director cerró la puerta con el pestillo y se dirigió hacia la señorita besándola con muchas ganas.


Mientras tanto, Lena había acabado de leer y tenía ganas de conocer a los chicos y como no estaba la señorita…


Y tal y como lo pensaba, lo hizo.
-        Chicas, voy a ver a los niños.
-        Lena, sabes que no se puede. Como te pillen…-dijo Claire-.
-        Claire tiene razón,-habló Diana-, como te pillen no queremos saber nada, ¿eh? Allá tú.
-        Sois unas aguafiestas…


Lena no se lo pensó y cuando salió echó a correr para entrar rápido en la zona masculina. Cuando entró…
-        ¡Hola chicos! Me llamo Lena.
-        Ey mira David, una chica aquí. ¿Sabes que si te pillan te la vas a cargar?-dijo Fer-.
-        Correré ese riesgo jejeje.


Fernando comenzó presentándose él.
-        Yo me llamo Fernando, encantado. ¿Y qué te ha hecho venir aquí?
-        Quería conocer a los chicos, que todavía no tenemos ni idea de cómo sois ni nada. Putas reglas…
-        Son una mierda y no llevamos ni un día.
-        Por eso digo tío, que valiente mierda de internado.


Mientras hablaban Fer y Lena, David se puso a vigilar por si venía el director.


Lena y Fer seguían enfrascados en una conversación.
-        ¿Por qué estás aquí?
-        Nada, mi padre que es un gilipollas y no escucha a nadie.
-        Oh, lo siento…
-        No te preocupes Lena. Si ya lo sabía yo desde hace un tiempo.


Fernando sonrió para quitarle importancia.
-        Pues me alegra conocer a una chica, que entre tanto tío me voy a acabar volviendo loco.
-        Yo es que con los chicos normalmente me llevo muy bien. Allí donde vivo, bueno, donde vivía antes son un poco guarros pero son buena gente.
-        Ah, jajajaja. Oye, ¿cuántos años tienes?
-        Ah, yo 14 ¿y tú?
-        ¡¿14 nada más?! Si yo te echaba unos 16 o así,-dijo mirando a las tetas de la chica-.
-        Todos me lo dicen. Parezco más grande de la edad que tengo. Y con el calor que hace, estos cuellos cerrados, con lo que me gusta ponerme escotes en verano, como estamos ahora.


En ese mismo momento…
-        Stacy cariño, creo que deberíamos volver antes de que los chicos comiencen a sospechar.
-        Pero es que no quiero separarme de ti…
-        Ay, ni yo tampoco pero si queremos que nuestros alumnos aprendan, tenemos que dar ejemplo.


Minutos más tarde, David vio que el director Bernam salía de su despacho seguido de la señorita Stacy que se dirigía a la zona femenina.
-        Eh Fer, Lena, acaban de salir de allí. ¿Qué vas a hacer ahora?


CONTINUARÁ…


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