Tras un mes en el hospital, Megan recibió el alta y sus mejores
amigos fueron a su casa a visitarla, ya que no habían podido verla
en condiciones a causa de las estrictas normas de visitas en el
hospital.
Subiendo al dormitorio, se la encontraron sentada en el sofá.
-
¡Qué buen aspecto tienes, Megan!-dijeron todos-.
-
Gracias chicos, sois geniales.
-
¿Cómo te sientes?-preguntó Lucía-.
- Ya
me encuentro mucho más fuerte y con ganas de seguir adelante, pero
esa bala estuvo muy cerca de matarme… Menos mal que sólo me
atravesó el hombro derecho.
-
Sólo dice,-comentó Marc-. A mí casi me da un chungo creyendo que
me había disparado a mí.
Sentándose junto a Megan, Alicia le sonreía.
- ¿Y
cómo está tu bebé?-preguntó su amiga-.
-
Por suerte bien. Según dicen los médicos, voy a tener un embarazo
completamente normal… Este hijo o hija mío es un luchador nato.
Tiene ganas de vivir.
Eddie, tras sentarse en la cama, le preguntó a Megan sobre sus
planes a partir de ahora.
-
Voy a cuidarme, a mí y a mi bebé. Quiero que nazca fuerte y sano,
así que dejaré mis estudios y me dedicaré a preparar todo para el
nacimiento.
-
¿Lo saben tus padres?-preguntó Lucía-.
- Sí
y… Mi padre no lo ha aceptado muy bien. Él dice que no le importa,
pero lo conozco y sé que le ha afectado. En cambio, mi madre está
loca de contenta. Dice que le haría mucha ilusión que, si nace
niña, le ponga su nombre.
-
Pero… ¿saben tus padres que el padre de tu bebé es Henry?-quiso
saber Marc-.
Levantándose del sofá, Megan respondió a la pregunta.
- De
momento no… No me siento preparada para contarles nada de eso,
porque les he dado un disgusto muy gordo con lo del disparo como para
decirles que el padre de mi bebé es un preso…
- Y…
¿Tienes noticias de él?-preguntó Lucía-.
- Lo
último que sé es que estaba sedado y que había perdido mucha
sangre… No me han querido dar mucha más información. La policía
encima está custodiando su cuarto, así que ni siquiera he podido
verlo.
Sonriendo en ese preciso instante, Marc indicó que quería hablar
con Megan a solas y ésta, mirando hacia Alicia algo extrañada, se
dirigió hacia el pasillo.
Megan no sabía qué quería decirle Marc, pero estaba muy preocupada
porque creía que le diría algo sobre Henry.
-
¿Es por Henry? ¿Le ha pasado algo? Se ha muerto, ¿verdad? Habla,
joder dí algo Marc…
-
Megan, cálmate mujer. Respira hondo y escúchame.
- Sé
sincero conmigo, Marc… ¿Está muerto?
Volviendo a sonreír, Marc miró a su amiga y contestó.
-
No, está vivo y hoy me han dicho que su actividad cerebral volvía a
ser normal y lo han despertado. Según las pruebas iniciales, su
ritmo cerebral sigue siendo normal y tienen grandes expectativas.
-
¿En serio? ¿Me estás diciendo que… se va a poner bien?
-
Efectivamente. Henry va a salir de esta, sorprendentemente, la
verdad. Nadie se lo explica, ni los propios médicos.
-
¿Por qué?
-
Porque llegó tan mal que los mismos doctores creían que se moría,
pero ha luchado por vivir de una forma tan titánica que al final ha
logrado sobrevivir.
-
¡Ese es mi chico! ¿Y cómo es que te has enterado de todo esto?
-
Tengo un amigo en la policía y… un favor aquí y otro por allá y
listo. Pan comido.
- De
verdad, no soy consciente de la suerte que tengo por tener unos
amigos como vosotros.
-
Pues este amigo de aquí tiene algo que contaros.
-
¿El qué?
- Ve
bajando al salón, que yo voy a avisar a los demás.
Una vez que todos estaban reunidos en el salón, Marc se situó
frente a ellos y comenzó a hablar.
-
Tengo que anunciaros algo a todos y que ninguno sabéis…
-
¿Ni siquiera yo?-preguntó Alicia-.
- Ni
tú. Bien, todos sabéis que desde el asesinato de mis padres no he
vuelto a pisar esa casa ni a andar por los alrededores. Sin embargo,
hoy he sentido una llamada… Algo me ha impulsado a ir.
Y la verdad era que Marc se dirigió hacia su antigua casa y, al
verla tan grande y tan imponente, se paró frente a ella recordando
tantas vivencias allí. Acercándose a la valla, vio que estaba
abierta y decidió entrar.
Cruzando el jardín de entrada, abrió las puertas mientras que su
expresión demostraba melancolía. Tenía demasiados recuerdos allí
con sus padres, de los buenos ratos con sus amigos, cuando no había
problemas, de las veces que no hacía los deberes y se ponía a jugar
a la consola…
Y ver la casa vacía, saber que no volvería a ver a sus padres…
Tantos sentimientos encontrados provocaron que Marc se echase a
llorar amargamente, justo cuando escuchó una voz que se acercaba a
él.
-
Perdone, ¿quién es usted?
Todos estaban en completo silencio escuchando el relato de Marc y,
conforme iba avanzando, las sonrisas se fueron haciendo más y más
grandes en cada uno de ellos. ¿Estaban escuchando bien? ¿Todo eso
era cierto?
- Y
resulta que, tras decirle quién era, el hombre se alegró mucho de
verme, me dijo que él había trabajado en la antigua empresa de mi
padre y que ahora era agente inmobiliario… Total, que… ¡he
comprado mi antigua casa!
-
¿Nos lo dices en serio?-preguntaron todos-.
-
¡Sí! ¡Voy a volver a vivir en la casa de mis padres!
Unos cinco meses después, Megan se dirigió hacia la cárcel donde
estaba Henry, quien había vuelto a la misma prisión. Sin embargo,
la grabación de lo sucedido cuando Trevor murió y la confesión del
propio Henry fueron cruciales para que su abogado apelase la
sentencia y, reconociendo la verdad de sus palabras, el juez rebajó
su condena a la mitad. Seguía siendo mucho, pero ahora tendría una
posibilidad de salir de allí, aunque fuera de viejo…
El cambio físico de Henry era notable, ya que había perdido
muchísimo peso y, por consiguiente, masa muscular, dejándolo
prácticamente irreconocible. Aparte de eso, a los mismos vigilantes
de la prisión les costaba creer que fuera la misma persona, ya que
Henry dejó de ser agresivo, no se metía en líos e incluso ayudaba
a mantener la paz entre los demás convictos.
-
Hola mi vida,-saludó Henry. Estás espléndida y qué gordita estás.
¿Cómo te encuentras?
-
Hola cielo… Te he echado tanto de menos… Tengo noticias sobre
nuestro bebé.
-
¿Ya te han dicho qué es?
Sonriendo sin poderlo remediar, Megan asintió con la cabeza.
-
Sí…
-
Bueno, dímelo ya, ¿es niño o niña?
-
Una niña…
-
¡Una nena! ¡Voy a tener una hija! Ahora mismo te abrazaría si no
fuera por culpa de estos barrotes.
-
¡Guardia!-avisó Megan-. ¿No podría abrirle un momento? Vamos a
ser padres y acabamos de enterarnos de que vamos a tener una niña…
Tras mucho insistir, el guardia cedió y le abrió la celda a Henry
sin ponerle las esposas. Sin esperar ni un segundo más, Megan se
abrazó al padre de su hija.
-
Cuánto tiempo he esperado a estar así...-confesó Henry-. No paro
de pensar en ti y en la niña, a todas horas, a cada rato…
- Y
yo en ti, vida mía. Se me está haciendo muy duro querer estar
conmigo y no poder, pero sé que merecerá la pena la espera. Y esta
hija nuestra será el fiel reflejo de que el amor lo puede todo.
-
¿Has pensado en algún nombre?
- Mi
madre dice que le haría ilusión que la llamase como ella así que…
¿Qué te parece Joana?
-
Joana Jackson… Me encanta.
Acercándose a ella, Henry besó a Megan durante unos segundos
mientras deseaba que el tiempo se parase. Quería disfrutar al máximo
de cada momento con ella…
Sintiendo una patada, Megan se agarró la barriga e invitó a Henry a
tocarla.
-
¿De verdad puedo?-preguntó Henry-.
-
Por supuesto, corazón.
-
Oh… Hola pequeña, soy papi. Cuida mucho de mamá, ¿vale? Ahora
mismo estáis las dos solas, pero muy pronto estaré con vosotras.
La mudanza de Marc y Alicia había terminado, pero lo que no había
hecho nada más que empezar era remodelar esa mansión a su gusto.
Cogiendo en brazos al no tan pequeño Johnny, Alicia se dirigió
hacia el salón.
-
Vamos a ver cómo está papá, ¿vale? ¿Tú quieres que le ayudemos?
-
¡Chi!
Marc se sentía orgulloso y poco a poco la casa volvía a tener ese
ambiente de majestuosidad del que siempre había gozado. Recordando
cada rincón de la casa, Marc intentaba dejarla tal y como la tenían
sus padres.
Cada semana Megan iba a ver a Henry a través del cristal. Cada mes
tenía su vis a vis íntimo con él y, en aquella ocasión, llevaba
una sorpresa de tres años en brazos.
-
Joana, ahora vamos a ver a papi, pero él no sabe que estás aquí,
¿vale? Así que vamos a darle una sorpresa, ¿te parece bien?
-
¡CHI!-gritó la pequeña-. Uy, chi…-dijo esta vez ya susurrando-.
Al entrar en la habitación, Megan sentó a su hija en la silla
frente a Henry, quien comenzó a sonreír al ver lo grande que estaba
su hija.
-
¡Hola Joana! ¡Qué grande estás! Ya estás hecha toda una niña
grande…
-
Chi.
-
¿Estás cuidando a mami?
-
CHI,-dijo muy contenta la pequeña-.
Mirando a Megan, le lanzó un beso mientras que ella lo miraba
completamente enamorada.
-
Cada día me recuerda más a ti, cariño. Tus ojos sobre todo,-decía
Megan-.
- Es
una niña increíble y tiene a la mejor madre del mundo…
- Y
a unos tíos geniales, también.
-
¿Te están ayudando Marc y los demás?
-
Uy, no sabes cuánto. Johnny y Joana son inseparables y les encanta
pasar tiempo juntos. Pasamos muchos domingos en la casa de Marc
haciendo barbacoa y pasando un rato muy agradable… Ojalá pudieras
estar.
Interrumpiendo sin querer, Joana comenzó a hablar o, mejor dicho, a
balbucear algo.
-
Papi, ¿shabes qué? Mami me va a llevar a una guarde. ¡Y hay muchos
nenes!
-
Anda, ¿sí? ¡Qué guay Joana! ¿Te gusta?
-
Mucho papi. ¿Me llevarás un día?
- Si
me dejan sí, claro. Me encantaría,-dijo Henry sin poder evitar
emocionarse y comenzando a salir lágrimas de sus ojos-.
El tiempo fue pasando y los hijos fueron creciendo, todos se fueron
casando poco a poco, teniendo más familia, trabajando, haciendo sus
vidas… Ese día se cumplían 18 años desde que Megan salió del
hospital tras el disparo de Trevor, y eso había que celebrarlo en
condiciones.
En el jardín, Marc iba a comenzar a preparar la barbacoa cuando
Alicia se le acercó.
-
Esta gente estará a punto de llegar, ¿aún no has empezado con eso?
-
Tranquila Ali, esto se hace en un santiamén,-tranquilizó Marc-.
-
Ay, luego me preguntaré por qué Johnny ha salido tan vago… ¿A
quién va a ser? De tal palo, tal astilla…
-
Sí, mucho quejarte pero nos quieres con locura y no podrías vivir
sin nosotros dos.
-
Bueno...-dijo Alicia intentando chinchar a Marc justo cuando escuchó
el timbre de la puerta-. ¿Lo ves? Ya han llegado…
CONTINUARÁ...
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