Un par de semanas después de la fiesta de inauguración, Alicia y
Marc pasaban un domingo de lo más típico… Él adelantando un poco
de trabajo para no tener una semana demasiado atareada y Alicia
viendo su programa favorito en la tele. Todo muy normal…
Pero lo que ya no estaba tan normal eran las constantes idas y
venidas del baño a vomitar. Alicia ya tenía la plena certeza de que
estaba embarazada y, pese a que no le gustaba tener esa sensación
extraña en su interior que la hacía vomitar, se alegraba muchísimo.
Por su parte, Marc acababa de resolver un enigma que le llevaba
ocupando toda la mañana y comenzó a dar saltos de alegría en la
silla, dando por concluida su tarea por lo que quedaba de domingo.
Al salir Alicia del baño, Marc la rodeó con sus brazos y la besó
en la frente, quedándose muy cerca de ella mirándola a los ojos.
-
¿Has vuelto a vomitar?
-
Sí…
-
Vamos a tener que ir al médico para averiguar qué es lo que te
pasa.
- Yo
ya lo sé y ya que sale el tema…
Separándose de ella, Marc se quedó serio mirándola.
-
¿Qué ocurre, Alicia?
-
Verás, llevo varios días sintiéndome mal y he vomitado varias
veces, pero es que también tengo unos desarreglos en el periodo y…
Llevo algo más de un mes sin que me venga la regla.
Sin poder evitar que se le notase en la cara, Alicia sonreía y movía
sus manos sin parar.
-
¿No te viene la regla? Entonces, entre eso y los vómitos…
-
¡ESTOY EMBARAZADA!
Abriendo los ojos de par en par, Marc comenzó a saltar y a pegar
gritos alegrándose de la noticia.
-
¡Vamos a ser padres, Alicia! Yo, Marc Oporto, voy a ser papá… Voy
a tener un hijo que me llame así… ¡Me acabas de hacer el hombre
más feliz del mundo!
Y a modo de celebración, Marc abrazó a Alicia estrechándola contra
él.
-
Ahora tienes que cuidarte mucho y no te esfuerces más de lo que
debas.
-
Marc, estoy embarazada no inválida.
-
Estás embarazada… Qué bien suena saliendo de tus labios. Te amo,
Alicia. Te amo con locura.
- Y
yo, vida mía. Nuestro hijo va a ser el más afortunado de todo el
planeta.
Mientras tanto, en la cárcel de alta seguridad del condado,
justamente en la zona de presos peligrosos, uno de ellos estaba a
punto de vivir algo que cambiaría su vida completamente…
Henry Jackson, quien llevaba varios meses cumpliendo su condena,
estaba sentado en la cama de su celda, prácticamente aislado de los
demás compañeros, ya que tenía un alto poder de convicción y era
bastante problemático. Creía que el cambio de look le vendría
bien, ya que así parecería otra persona y no sería tan juzgado a
priori.
Llamándolo uno de los policías, le hizo levantarse.
-
Jackson, tienes visita. Saca las manos para que pueda ponerte las
esposas…
Tras salir de la celda, el policía lo condujo hasta la sala de vis a
vis, donde allí estaba sentado un hombre al que no conocía.
-
Bienvenido,-saludó aquel hombre desconocido-.
- Me
alegra verte.
-
Igualmente...
Sentándolo en la silla y después de haberle quitado las esposas, el
policía se retiró y dejó a ambos hombres solos.
-
¿Quién coño eres?-preguntó Henry-.
-
Soy… un amigo.
- ¿Y
qué clase de amigo eres si no te he visto en mi vida?
- Tú
a mí no, pero yo a ti sí y te conozco perfectamente. Sé quién
eres, preso 4587 o, como se te conoce fuera de aquí, el asesino de
los Oporto…
-
¿Qué quieres de mí?
Sonriendo, ese hombre continuó hablando con Henry.
-
Quiero sacarte de aquí. Darte la libertad que tanto ansías y que
nunca deberían haberte arrebatado. Voy a ser quien te guíe hacia el
exterior y puedas acabar con aquello que empezaste una noche en un
viejo callejón del centro de la ciudad.
-
¿Quién eres y por qué sabes tanto de mí?
-
Antes de decírtelo, quiero contarte una historia real… Todo
comenzó hace varios años, en la mansión de la familia Oporto…
Trevor comenzó a contarle toda la historia que hemos visto hasta
este momento, desde el comienzo hasta el punto en el que se
encontraban actualmente, con todo lujo de detalles, haciendo que
Henry se concentrase y viviese la historia como si estuviera viendo
una auténtica película.
- Y
ahora mismo, tu querida Alicia, está en el centro comercial mirando
cosas de bebés porque está embarazada de ese indeseable de Marc.
-
¿Cómo sabes todo esto?
-
Tengo mis contactos… Soy rico, tengo dinero… Para mí conseguir
información no es problema. Pero, lo que tengo en mente, va a ser
más complicado.
-
¿Qué has pensado?-preguntó Henry inclinándose hacia Trevor-.
Sonriendo, Trevor comenzó a contarle parte del plan a Henry, quien
se estaba quedando maravillado al escuchar todos y cada uno de los
detalles que tenía pensado aquel muchacho.
- Se
nota que lo tienes todo bien pensado.
- Me
he pasado mucho tiempo planeando esto para que todo salga bien, así
que sólo queda esperar y tener paciencia.
Sonriendo levemente, Henry comenzó a hablar con Trevor.
-
Llevo aquí varios meses encerrado, unos meses en los que apenas he
hablado con nadie y donde he tenido más puños que palabras. Tener
que estar aquí un poco más no será problema mientras tú cumplas
tu parte del trato.
-
Ten por seguro que lo que te he dicho se llevará a cabo y todo
saldrá como he pensado. Tanto tú como yo veremos nuestras venganzas
cumplidas.
-
Eso espero…
Los días, las semanas y los meses fueron pasando hasta que, unos
siete meses después de aquello, en casa de Marc y Alicia, estaban
terminando de preparar las cosas porque Alicia estaba sintiendo una
fuerte presión en su vientre y estaba preocupada por su bebé, ya
que le quedaba una semana para dar a luz según el médico.
- Ya
he metido todo en el coche,-informó Marc-. ¿Te ayudo a levantarte,
cielo?
-
No, ya puedo yo, gracias…
Agachándose un poco, Marc comenzó a hablarle a su hijo.
- Mi
pequeño Johnny, pórtate bien con mamá que te está cuidando mucho,
¿vale? Ya te queda poco para que nos veamos las caras tú y yo,
pequeño forastero.
- Y
deja de darme tantas patadas, que me vas a matar,-dijo Alicia-.
Mirándola desde abajo, Marc estaba espléndido con una sonrisa.
-
¿Nos vamos?
-
Déjame que vaya al baño antes, que no aguanto.
-
¿Otra vez?
-
Las culpas se las echas a tu hijo, que me tiene destrozada…
Tras volver del baño, Alicia comenzó a notar que se le estaban
mojando las medias.
-
Cielo, ¿te estás orinando encima? Si acabas de salir…
-
No, creo que… He roto aguas.
- Ay
Dios, que ya viene…
Saliendo hacia el coche, Marc miró al cielo que descargaba agua sin
parar.
-
Señor, que todo salga bien, por favor te lo pido…
Y tras un par de días en el hospital, le dieron el alta a Alicia que
volvió a casa con un miembro más en la familia. No podía creer que
esa criatura tan pequeña hubiese salido de su interior… Que era
hijo de Marc y de ella… Que ella era madre…
Alicia se había prometido a sí misma que cuidaría de ese niño tal
y como a ella le hubiese gustado que la cuidasen. Trataba al pequeño
con mucha dulzura y todos aseguraban que tenía buena mano para los
niños, ya que no parecía una madre primeriza, salvo por la juventud
que tenía.
Como hablaron en la piscina en la fiesta de inauguración, los pechos
de Alicia comenzaron a llenarse de leche materna que, muy gustosa, se
la daba al pequeño Johnny, quien se agarraba al pezón como si fuera
un clavo ardiendo.
-
Tranquilo pequeño, traga despacio, vamos…
Y Marc estaba como loco con su hijo. Cuando lo vio nacer y se lo
colocaron en los brazos a Alicia en el paritorio, sintió que sus
padres estarían orgullosos de él, que se alegraban de que fueran
abuelos allá donde estuvieran y, por supuesto, se sintió
increíblemente bien, pero también muy extraño. No podía imaginar
que esa criatura hubiese salido de la unión de un espermatozoide y
de un óvulo de Alicia… La vida era maravillosa, sin duda.
Invitando a sus amigos, todos estaban locos de contento con el
pequeño de la familia. Guardando silencio, lo contemplaban
asombrados mientras que comenzaban a ver cierto parecido con sus
papás.
- Se
parece a ti, Marc,-afirmó Eddie en voz baja-.
-
¿Tú crees? Bueno, es muy pequeño todavía como para saberlo.
- Es
cierto, Alicia es más blanca de piel que tú y el pequeño Johnny
tiene un tono de piel más parecido al tuyo.
Pidiéndole que lo cogiese en brazos, Marc agarró a su hijo y
comenzó a acunarlo mientras todos, al unísono, coreaban un “ohhhh”
a un tono bajito para que no se despertase.
- Es
precioso,-afirmó Megan-. Enhorabuena familia.
-
Gracias Megan,-dijo Alicia sonriendo-.
Y esa misma tarde, en otro punto de la ciudad, se llevaba a cabo el
traslado del preso 4587, Henry Jackson, a la prisión privada de
Northcross.
-
Hora de que te largues de aquí, Jackson,-decía uno de los
policías-.
-
Por fin voy a poder ver el mundo exterior. Me va a dar la sensación
de ser libre…
-
Pero va a ser eso, una sensación nada más. Te quedan muchos más
años a la sombra.
Durante el traslado de los presos, donde se encontraba Henry, un
repentino pinchazo en las ruedas hicieron que el autobús volcase y,
tras unos segundos donde la gasolina comenzó a salir abundantemente
del depósito, un chispazo provocó que todo saltase por los aires
reduciendo al autobús y a todos sus ocupantes a cenizas. Sin
embargo, había pasado el tiempo suficiente para que Henry pudiese
escapar y salir corriendo hacia la dirección que le había dicho
Trevor.
Yendo hacia el punto de encuentro, Henry vislumbró a Trevor junto a
unas viejas caravanas. Aligerando el paso, fue hacia él.
Entrando en una casa minúscula, Trevor hizo pasar a Henry
rápidamente antes de que nadie pudiera verlos.
-
Rápido, cámbiate de ropa. Que nadie pueda reconocerte con ese mono
de la cárcel.
-
Gracias por sacarme de ahí. Ahora todos creerán que estoy muerto.
-
Por eso necesito que te cambies el look totalmente, que nadie pueda
reconocerte.
-
Eso está hecho…
CONTINUARÁ...
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