CAPÍTULO 22
Final
Kevin entró en completo
silencio y cerró la puerta de tal forma que no hubo ningún ruido.
Vladimir estaba en su
despacho poniendo en forma… su brazo derecho mientras veía páginas no muy
recomendables para el público infantil.
A los pocos minutos,
salió “muy contento” de allí con dirección a su dormitorio mientras que Kevin
acechaba y vigilaba desde las sombras de la noche.
Cuando llegó a su cuarto,
Vladimir se sentó en una de sus mecedoras frente al fuego de la chimenea que
calentaba toda la habitación. Tranquilamente miraba el fuego, se mecía y
pensaba en sus cosas.
Kevin esperó unos minutos
antes de subir al piso superior. Lentamente subía cada peldaño haciendo el
menor ruido posible. La Sombra estaba volviendo a aparecer y él estaba alucinando
al poder ver con sus propios ojos la habilidad innata que tenía gracias a la
unión de ambas personalidades.
Después de mecerse tanto,
Vladimir se quedó dormido y los ronquidos llegaron a oídos de Kevin.
Entrando en la habitación
muy despacio, se colocó detrás de él, de forma que le colocó rápidamente un
brazo alrededor del cuello y el otro encima de la boca para que no se oyeran
sus gritos.
Después de reducirlo, lo
esposó y lo tiró al suelo. Vladimir en cuanto vio que era La Sombra dejó de resistirse.
-
Sabía que tarde o
temprano llegarías a mí,-sentenció Vladimir-.
-
Y si ya te lo
esperabas, ¿por qué no te entregaste?
-
Porque no quería
quedar como un criminal delante de mi hija…
-
Vladimir, es que
eres un criminal,-dijo con esa voz tan característica que sólo ponía La Sombra
y que, ahora, podía poner Kevin también-. Imagina la cara que pondrá tu hija en
cuanto te lleven esposado hacia comisaría. Pobre chica…
Vladimir se encontraba
abatido y sin ganas de oponer resistencia. Sabía que La Sombra tendría todas
las de ganar.
Kevin se agachó
poniéndose a la misma altura que su suegro. Éste, levantó la mirada y le
preguntó a La Sombra…
-
¿Qué vas a hacer
conmigo?
-
Entregarte a la
policía cuando sea necesario.
-
¿Cuando sea
necesario? ¿Qué pretendes hacerme?
-
Nada que no haya
hecho ya antes.
-
Si quieres pegarme
una paliza adelante, pero eso no dejará muy buena imagen de ti en la sociedad.
-
¿Te crees que todo
se soluciona con violencia? Ay Vladimir, con todo lo viejo que eres y lo que te
queda por aprender.
-
¿Entonces qué
quieres hacer conmigo?
-
¿Por qué lo
hiciste? ¿Por qué atentaste contra la vida de Kevin?
Vladimir miró fijamente a
los ojos de La Sombra con una expresión dura.
-
¡Es un puto
yanqui! No quería ni sigo queriendo que mi hija comparta su preciada vida con
un puerco americano. Los rusos somos mejores, hemos sufrido y pasado más
penalidades que ellos. ¡No se merecía vivir! Y ojalá ese malnacido hubiera
acertado aquel día. Habría sido el más feliz de mi vida… Y no que ahora me
encuentro aquí, esposado en mi propia casa confesando un crimen a un tío que se
tapa la cara porque es un sucio cobarde.
-
Gracias Vladimir.
Esta confesión servirá para meterte en la cárcel para siempre. ¿Un saludo para
la grabadora? ¡Ah! Y sobre mi cara…-dijo Kevin apagando la grabadora y
quitándose la máscara-.
La expresión de Vladimir
cambió por completo cuando vio que La Sombra era, en realidad, Kevin.
-
¿Tú? ¿Tú has sido
siempre La Sombra?
-
Se podría decir
que sí. Te doy las gracias, suegro, por haberme “dado” este maravilloso don.
Gracias a esto, la criminalidad ha bajado y gente tan perversa como tú se está
pudriendo ya en la cárcel. Si vieras al pobre Eristof la cara que tenía cuando
me sopló que fuiste tú el que organizó todo… ¿Qué pensará cuando se entere de
que te he pillado?
-
Serás…-dijo
yéndose hacia él-.
-
Ah, ah, ah… Quieto
parado,-dijo Kevin haciéndole una llave que, de seguir así, le acabaría
rompiendo el brazo-.
Ante la continua queja de
Vladimir, Kevin lo soltó. Aun recuperándose del dolor que seguía teniendo en el
brazo, Kevin le propinó un puñetazo que dejó casi inconsciente a su suegro.
Después, un leve empujón hizo que cayera el cuerpo de Vladimir sobre la cama.
Kevin no podía estar más
feliz. Le había sonsacado la confesión y, aunque tuviera los mejores abogados
del mundo, nada podían hacer ante una confesión directa del propio Vladimir.
Dejándolo esposado a la
cama, bajó hasta el salón y llamó a la policía para que vinieran a llevárselo.
Una hora después, Kevin
llegaba a casa y se encontraba a Paulova dormida. Seguramente se habría dormido
esperando a Kevin.
Se tumbó con sumo cuidado
a su lado y miró la suave respiración que tenía justo antes de moverse un poco.
-
¿Kevin? ¿Eres
tú?-preguntó con voz de dormida-.
-
Sí cariño, soy yo.
Sigue durmiendo.
-
¿Por qué llegas
tan tarde?
-
Tenía cosas que
hacer…
Paulova se desperezó y se
incorporó en la cama.
-
¿Qué cosas?
-
¿Recuerdas que
prometí no tener secretos contigo?
-
Sí…
-
Pues verás, lo que
te voy a explicar es largo y te costará entenderlo, pero intenta hacerlo, ¿de
acuerdo?
-
Me estás
asustando…
-
Cariño… Yo soy La
Sombra.
La cara de Paulova se
quedó igual. Parecía no haber escuchado nada de lo que le acababa de decir Kevin.
-
¿Perdona? ¿Esto es
una broma? ¿Dónde están las cámaras?
-
Cielo, cielo… No
es ninguna broma. Lo que te voy a contar ahora lo puede corroborar Walcott, así
que créeme, por favor. Todo comenzó…
Kevin comenzó con el
relato de cómo llegó a ser La Sombra y cómo comenzó a ayudar hasta conseguir
unir a La Sombra y a Kevin en un solo ser.
-
Vaya… No sé lo que
decir Kevin. ¿En serio eres tú La Sombra?
-
Sí, eso parece… Y
hay más. ¿Te acuerdas lo que te comenté sobre tu padre?
-
Sí, que me dijiste
que estaba implicado y no te creí.
-
Pues, muy a mi
pesar, tengo pruebas de que lo hizo.
-
¿Qué pruebas?
-
Su confesión…
Kevin sacó la grabadora y
la colocó al lado de su mujer una vez que inició el audio.
Paulova estaba alucinando
mientras escuchaba a su padre afirmar que había sido él el que organizó todo
aquello. ¡Menudo miserable era!
Paulova, aún con lágrimas
en los ojos, se levantó y besó a Kevin.
-
Siento haber
dudado de ti y perdóname por todo el daño que te haya podido hacer mi familia.
Te amo y te amaré siempre. ¿Lo sabes?
-
Sí, mi vida. Yo
también te amo y lo haré hasta el día que me muera. Eres lo mejor que me ha
pasado en la vida, sin lugar a dudas.
Mes y medio más tarde,
Kevin llegaba a casa después de hacer un poco de footing.
-
¡Hola cariño! ¿Qué
tal en casa?
-
Muy bien. Hoy ha
salido en las noticias que el compañero de celda de mi padre ha pedido el
cambio porque no aguantaba más insultos de él y al parecer le van a poner con
Eristof.
-
Ostras… Pues desde
que le conté que fue él el que delató a tu padre no se pueden ni ver.
-
Pues mira, que les
den. A los dos. Se lo tienen muy merecido por todo el daño que nos han causado,
pero eso ya se acabó.
Paulova se levantó y miró
con una sonrisa de oreja a oreja a Kevin.
-
¿Y esa felicidad?
-
Pues que de ahora
en adelante vamos a tener que estar pendientes de… alguien más. Kevin… ¡estoy
embarazada!
La alegría se dibujó
completamente en la cara de Kevin que no podía creérselo.
-
¿De verdad? No
juegues con eso porque…
-
¡Sí!-dijo
interrumpiéndolo-. Llevo ya 2 faltas…
-
Ay Dios. ¡Soy el
hombre más feliz del mundo!
En ese momento acarició
leventemente el vientre de su esposa.
-
Hijo mío.
-
O hija.
-
Sí, venga lo que
venga, te prometo que seré el mejor padre que haya existido nunca en la faz de
la tierra.
-
Estoy segura. Me he
casado con el mejor hombre que había…
Kevin abrazó a su esposa
y, con cuidado, la echó hacia atrás para darle un beso al estilo Hollywood.
El amor estaba más en el
aire que nunca y, desde ese momento, sus vidas ya estarían dedicadas en cuerpo
y alma a la criatura que venía en camino. ¿Qué les depararía en la vida a
partir de ahora? Os aseguro que felicidad plena y un amor inconmensurable.
FIN
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