CAPÍTULO 3
Mateo entró en casa de
sus padres y a su izquierda estaba Marco con Yago.
-
Eso no se hace
Yago,-le regañaba su padre al perro-.
-
¿Por qué regañas
al perro papá?-preguntó Mateo-.
-
Porque muerde el
mueble cuando tiene juguetes para mordisquear y no me gusta que lo haga.
Marco miró a su hijo y
sonrió levemente.
-
¿Qué tal estás
hijo?
-
Bien, cansado por
el trabajo pero eso es como siempre
Acercándose, Mateo abrazó
a su padre.
-
¿Y tú estás bien?
-
Sí, estupendamente
jeje.
Yendo a donde estaba su
madre, se sentó en el sillón contiguo.
-
Hola mamá, ¿qué
lees?
-
Una novela barata,
pero me tiene enganchada de una manera…
-
Entonces lee si
quieres, yo era por veros y preguntar cómo estáis.
-
No digas
tonterías, que siempre que mi hijo está aquí quiero pasar tiempo con él.
Luisa y su hijo
comenzaron a hablar, charlando de muchos temas, del día a día, cómo iban con
Yago, si se portaba bien…
En el piso inferior, Fina
hablaba por teléfono un poco desilusionada.
-
¿Entonces no vas a
poder venir como me dijiste? Vaya… Entonces ya hablaremos para quedar otro día.
Venga, hasta otra, un beso…
Pero Fina no iba a pasar
sola la noche…
-
Hola, buenas
noches. ¿Te acuerdas de la cita que tenía? Pues otra vez igual, que no puede,
que tiene cosas que hacer… ¿Podrías venir? Gracias, eres mi salvación.
Unos cinco minutos
después, sonó la puerta y…
-
Hola Fina, ¿qué
tal?
-
¿Qué coño estás
haciendo aquí Esteban?
Fina se quedó sorprendida
al verlo allí, ya que no lo esperaba.
-
Verás… He
discutido con mi novia y me he ido para no aguantarla.
-
Te ha echado, ¿no?
-
Sí, básicamente.
Fina movía la cabeza de
un lado para otro con una pequeña sonrisa en la boca.
-
No tienes remedio…
¿Y qué quieres? Estoy esperando a alguien.
-
Era por si me
podía quedar en tu casa hasta que las cosas se solucionaran con Natalia.
-
Justamente hoy que
viene alguien a casa…
-
Por favor Fina. No
molestaré.
La chica accedió y le
hizo pasar.
-
Ahí está tu
cuarto, métete ahí y no salgas hasta mañana. O al menos si sales no molestes
tío.
-
Tranquila, que no
notarás que estoy aquí.
Esteban iba a entrar pero
Fina le dio una serie de indicaciones previas.
-
Tienes comida en
la nevera, así que si te da hambre cógete lo que sea, te lo preparas y listo.
La tele, si la quieres ver, ponla pero no muy alto, que no quiero quejas de
Antonio, el portero, vive enfrente.
-
¿Alguna cosa más
mi capitán?
-
Sí, que no me
llames así. Venga, va…
Esteban estaba muy
agradecido con Fina pese a que era bastante estricta.
-
¿Podré traerme
aquí a alguna chica?
-
Ni se te ocurra.
Tío, que tienes novia…
-
Ya, pero me ha
echado, ella se lo pierde.
-
Mira, métete en el
cuarto antes de que te pegue un guantazo.
Al entrar, vio que el
dormitorio era minúsculo.
-
Fina, poco más y
no quepo aquí.
-
¡Te jodes! Es lo
que hay, y si no te buscas un hotel.
-
Vale, vale…
A todo esto, Antonio
disfrutaba, como cada semana, de la compañía de una señorita de compañía…
Una media hora después,
Fina también se ponía las botas con su amiga y disfrutaban la una de la otra.
Esteban escuchó susurros
y grititos, por lo que se puso detrás de la puerta para oír atentamente. Al
notar dos gemidos diferentes de chica, supo que Fina estaba con otra mujer.
-
Ay Dios, las ganas
que me dan de meterme allí y hacerme un trío con las dos… Pero será mejor que me
vaya al cuarto de baño y me desahogue allí.
Unos días después, Marco
se levantó temprano para dar un paseo con Yago.
-
Venga campeón,
¿vamos a la calle?
Ambos salieron con
dirección al paseo marítimo para que así Yago pudiera corretear y jugar lo que
quisiera.
Pero justo cuando estaban
cerca, Yago pegó un tirón y salió corriendo haciendo que Marco fuera detrás de
él.
-
¡Ven aquí Yago!
¡Ven chico!
Cuando pudo agarrar la
correa de nuevo, Marco sintió un fuerte dolor en el pecho que lo hizo
estremecerse.
Y unos instantes después,
cayó al suelo de golpe, por lo que Yago se acercó olisqueando y ladrando.
Al ver que no se movía,
Yago fue corriendo a la casa más cercana al compás de un ladrido incesante.
Subió las escaleras de un
porche y, allí, comenzó a rascar la puerta de entrada mientras seguía ladrando.
Un par de horas después,
un chico de la ambulancia trajo a Yago y se lo entregó a Antonio. El portero
preguntó y le dijeron que Marco había sufrido una angina de pecho y estaba en
el hospital.
Subió corriendo por las
escaleras y llamó a la puerta de la casa. Luisa abrió en pijama y zapatillas de
casa. Al ver a Antonio con Yago se asustó.
-
¿Qué pasa Antonio?
¿Por qué tienes a Yago?
-
Me lo acaban de
entregar los del hospital, que a Marco le ha dado una angina de pecho al
parecer.
Luisa rompió a llorar y
dándole las gracias a Antonio, cogió a Yago y se vistió rápidamente, no sin
antes llamar a su hijo para decírselo.
Al recibir la llamada de
su madre, Mateo se extrañó.
-
Hola mamá, ¿qué
pasa?
-
Hijo, es tu padre,
que mientras iba con Yago le ha dado una angina de pecho y lo han llevado al
hospital. ¿Podrías venir?
-
¡¿Qué?! Voy lo más
rápido que pueda mamá, voy a recogerte ahora.
CONTINUARÁ…
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