CAPÍTULO 2
Mateo bajó y se encontró
a Esteban atrapado bajo unos escombros.
-
¿Pero qué coño
haces tú aquí tío?
-
Que me dejes en
paz.
-
Venga, voy a
ayudarte y luego me darás explicaciones.
Al comenzar a levantar
los escombros Esteban gritó.
-
¡Que no me toques
coño! Ya saldré yo de aquí y sino dile a Fina que venga, pero tú no me
ayudarás.
-
A ver, tonto, el
humo y el fuego van a más y si no salimos de aquí el edificio se vendrá abajo
con nosotros dentro.
Pero Esteban no cedía e
insistía en que, de tener que recibir ayuda, sería de Fina.
De repente, otra parte
del suelo del primer piso se desprendió, provocando un efecto en cadena que
provocó más humo todavía.
El fuego había caído al
piso de abajo y comenzó a propagarse rápido mientras que Esteban seguía intentando
salir de ahí, pero los escombros estaban sobre su pierna y, aunque podía
moverlas, no era lo suficiente como para poder salir de ahí, pero él seguía
intentándolo con todas sus fuerzas. Mateo por su parte se resguardó pegado a la
pared y gritó a Fina.
-
¡Fina! ¿Estás
bien?
Fina se había refugiado
también y no le había pasado nada.
-
¡Sí! ¿Y tú?
-
Estoy bien, pero
necesito tu ayuda aquí abajo, ¡rápido!
Fina tenía muy complicado
el bajar, ya que el suelo se estaba cayendo y había mucho peligro de que siguiera
desmoronándose todo.
Después de mucho cuidado
Fina pudo bajar y se encontró esa situación…
Esteban tosía mucho y se
negaba a recibir ayuda de Mateo, así que no podía hacer otra cosa más que
esperar, ya que cuando comenzaba a levantar, Esteban le agarraba los brazos.
-
¿Qué coño está
pasando aquí?-preguntó extrañada la chica-.
-
¡Sácame de aquí
Fina!
-
¿Mateo no puede?
-
No me deja, que es
diferente,-intervino el aludido-.
Fina no podía creerse lo
que le decían. ¿Hasta ese punto había llegado Esteban?
-
¿Me lo dices en
serio Mateo?
-
¡Que me saques de
aquí ostias!-dijo exaltado Esteban-.
-
Eres subnormal
tío…-dijo ella comenzando a tirar hacia arriba de los escombros-.
Mateo aprovechó para
volver a subir y terminar de buscar a los posibles vagabundos que podían estar
en el interior aún.
El fuego comenzó a
incrementarse y llegó a las escaleras, así que sería mucho más complicado salir
por ahí.
La salida de incendios
estaba bloqueada desde que Esteban entró, por lo que… ¿Por dónde podría salir
Mateo?
El fuego seguía y seguía
y, aunque habían roto algunas ventanas, todo se consumía por las llamas,
subiendo piso por piso sin parar.
Una vez que habían salido
Fina y Esteban, iban a comenzar a mojar todo, pero al estar Mateo dentro, no se
atrevían porque podían hacer que el endeble suelo terminara por ceder y caer
bajo los pies de su compañero.
Mateo no salía y Fina
estaba cada vez más preocupada. ¿Le habría pasado algo?
-
Creo que voy a
entrar, Esteban,-dijo Fina-.
-
No seas tonta, ya
saldrá. Si te metes y pasa algo encima la que puede salir peor parada eres tú.
Y justo en ese momento
salió Mateo corriendo del edificio gritando que comenzaran a regar, que estaba
todo despejado y no había nadie dentro del viejo almacén.
Fina suspiró aliviada
tras ver que Mateo estaba en buenas condiciones y que no le había pasado nada
malo.
-
Eres gilipollas
tío, un puto héroe pero un gilipollas.
Una vez ya terminado ese
incendio, fueron al parque de bomberos y tiempo después, volvieron a casa.
Al entrar, Mateo saludó
al portero.
-
Ey Antonio, buenas
tardes.
-
Buenas tardes
Mateo, ¿fue bien el trabajo hoy?
-
Sí, tan duro como
siempre.
Antonio era bastante
querido en el bloque pese a que estaba bastante salido.
-
¿Hay algo para
mí?-preguntó Mateo-.
-
No, hoy no ha
recibido correo.
-
Vale gracias. Pero
tú sí que has recibido tus revistas, ¿eh?
-
Ah sí, ya sabe
usted…
-
Antonio, llámame
de tú, hombre, que nos conocemos ya.
Subiendo por las
escaleras, Mateo por fin había llegado a casa.
Al entrar, pudo oler la
magnífica comida de Ainhoa.
-
Hola cariño, ya
estoy en casa.
-
¡Hola cielo! Aquí
me pillas cocinando. ¿Qué tal el trabajo hoy?
-
Uf, a punto de
convertirse en tragedia.
Acercándose a ella, se
besaron.
-
¿Y eso? ¿Qué ha
ocurrido?
Mateo comenzó a contarle la
tontería que había hecho Esteban y Ainhoa ponía la expresión de que se
imaginaba a ese chico haciendo esas cosas.
Mateo se quejaba
abiertamente.
-
Es que nos puso en
peligro, ya que debería haber estado regando para apagar el fuego y así
aliviarnos el calor y acabar con las llamas que nos estaban ahogando allí
dentro. Menos mal que cuando pudo venir Fina, yo subí arriba a seguir buscando.
-
¿Tú sólo?
Ainhoa había fruncido el
ceño.
-
Sí, claro.
-
Pero… Aish, no sé
cómo eres capaz de quejarte de Esteban cuando tú haces casi lo mismo. ¿No sabes
que sólo no puedes ir? ¿Y si te llega a pasar algo? Sin decir nada, vas y te
subes, a pique de que te pase alguna cosa y me vengan a decirme que… Ay, no
quiero ni pensarlo.
-
Tranquila que no
me ha pasado nada y estoy bien. Esteban fue tonto porque desobedeció las
órdenes y…
-
Y tú te fuiste
sólo al igual que él fue por su cuenta sin deciros nada. Sois iguales.
A Mateo le reventaba que
Ainhoa tuviera razón, pero en este caso tenía que aceptarlo. Había hecho una
tontería y que, por suerte, no había acabado mal.
Tras la cena, Mateo subió
a hacerle una visita a sus padres…
CONTINUARÁ…
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