CAPÍTULO 2
Fernando se sentía
perdido sin su familia, sin oler la comida de su mujer, sin recibir las
llamadas de sus hijos… Los echaba de menos, por lo que después de tener ese
sueño se duchó, se cambió de ropa y cogiendo el coche fue hasta el lugar donde encontró
la roca cuando estaba en la universidad.
Un par de horas después,
tenía la roca. ¿Cuál era el siguiente punto en su plan? Visitar a un “viejo”
amigo de su juventud.
Entrar en aquel lugar
después de tantos años y ver que todo estaba más rejuvenecido era algo extraño
pero, al fin y al cabo, normal. Dirigiéndose a la secretaria, le pidió ver al
señor Turner.
-
Ahora mismo está
ocupado. Pase a la sala de espera y cuando tenga un momento libre le atenderá
sin problemas.
Fernando pasó a la sala
de espera donde había estado tantos años atrás. Su primer trabajo… Aquel lugar
le había cambiado la vida. Muchos recuerdos se agolpaban en su cabeza.
-
¿Qué va a pasar?
¿Volveré a ver a mi familia?-pensaba Fernando mientras esperaba-.
Unos 20 minutos después,
el señor Turner abrió la puerta de la sala de espera y saludó a Fernando, pero
este estaba perdido en su cabeza y no se dio cuenta de la presencia de aquel
hombre.
El señor Turner insistió
en su saludo hasta que Fernando giró la cabeza y lo miró a los ojos.
-
¡Buenos días!
¿Está usted bien?-preguntó Turner-.
-
Buenos días.
Disculpe pero estaba sumido en mis pensamientos. Me llamo Fernando Rodríguez.
-
No se preocupe. Mi
nombre es Patrick Turner. Me ha dicho mi secretaria que quiere hablar
conmigo.
¿Pasamos a mi despacho?
-
Claro.
Fernando se levantó del
asiento e hizo un gesto de sorpresa. ¡Era el padre de su antiguo jefe! Pero
Fernando no podía quedarse ahí, tenía un gran reto por delante. ¿Cómo hacerle
creer a un hombre que no te conoce de nada que ha viajado en el tiempo y que su
familia ha desaparecido por algo que ha pasado en el futuro?
Entrando en el despacho,
Turner se paró en seco.
-
Samuel, ¿cuántas
veces te he dicho que te quedes en casa?
-
Es que allí me
aburro…
-
Venga, sal de aquí
y espérame fuera que ahora tengo una reunión, ¿vale?
-
Vale…
Y ahí estaba Samuel, sí,
el antiguo jefe de Fernando. Ese niño de 8 años había sido su jefe.
Samuel dejó el libro en
su sitio y se dirigió a la puerta encontrándose de frente con Fernando.
-
Buenos días señor.
-
Buenos días jef…
Campeón.
Fernando y Turner se
sentaron y comenzaron a hablar.
-
Perdóneme. Mi hijo
viene a veces a mi trabajo sin pedir permiso.
-
No importa. Es
normal que se aburra solo en casa.
-
Bueno, ¿para qué
quería verme?
-
Es complicado de
decir, así que… Se lo diré claramente: Estoy atrapado en el pasado y necesito
su ayuda.
-
Perdone, ¿cómo
dice?
-
Sé que es difícil
de entender, pero le estoy diciendo la verdad.
-
Bueno sí. Mire,
este es un centro científico. El hospital está a 5 calles de aquí señor.
Fernando no sabía qué
hacer para que este hombre le escuchara.
-
Señor Turner, no
necesito ir al médico. Le estoy hablando muy seriamente. Hace ya 33 años que
llegué aquí con una máquina del tiempo que su hijo en el futuro me ayudó a
construir. Y ayer sin saber por qué mi familia desapareció. Mis dos hijos y mi
mujer. Todo el mundo me dice que yo nunca he estado casado ni he tenido hijos.
Creo estar en lo cierto diciendo que hay algo que ha pasado en el futuro que ha
cambiado el actual presente.
-
Buena historia. Si
yo fuera usted iría a hablar con algún director famoso y se lo contaría. Tal
vez le hagan una película.
-
¿Cómo puedo
hacerle ver que estoy diciendo la verdad?
Patrick estaba enfadado
porque creía que Fernando le estaba tomando el pelo.
-
Señor Rodríguez,
no estoy para perder el tiempo, así que por favor si me disculpa, detrás de
usted está la puerta.
-
No me voy a ir de
aquí hasta que no me crea.
-
Pues entonces
pueden pasar varios años caballero.
-
¡Oh! ¡Ya sé que le
puedo decir para que me crea!
-
Ilústreme.
-
Estamos a día 3 de
noviembre de 1988, ¿cierto? Pues dentro de 3 días habrá un gran terremoto en
China que la arrasará con casi 1000 muertos y un montón de heridos. Y por si
acaso no me cree, dos días más tarde ganará las elecciones a presidente de los
EEUU el republicano George H. W. Bush.
Patrick se quedó callado.
-
Bueno… Ya veré si
es verdad lo que dice. Aunque es difícil de creer.
-
Ya verá como me
dará la razón y tendrá que ayudarme.
-
Y si fuera verdad
lo que me cuenta, ¿qué quiere que haga yo en todo esto?
-
Usted es
científico, al igual que yo, pero usted tiene una empresa y máquinas que yo
necesito.
Seremos colaboradores en todo esto.
Patrick ya estaba más calmado.
-
¿Y qué gano yo?
-
Usted me ayuda a
hacer la máquina del tiempo y luego es libre de hacer con ella lo que le dé la
gana. Será suya.
-
Me parece bien.
Pues entonces, quedamos en eso, ¿cierto?
Pero Fernando no había
terminado.
-
Para que usted
termine de creerme, le dejo una muestra de la roca que utilicé para crear la
máquina. Analícela y dentro de una semana, si se ha cumplido todo lo que le he
dicho, viene a verme.
Le dejó mi tarjeta con mi número y mi dirección.
-
Perfecto.
Fernando se levantó del
asiento.
-
Ha sido un placer
hablar con usted. Nos vemos pronto.
-
Le acompaño a la
puerta.
-
No hace falta, me
conozco el camino. Despídame de su hijo de mi parte.
Pasó una semana y
Fernando no había ido a trabajar. Lo llamaban a su casa pero no cogía el teléfono.
El hecho de no tener a su familia allí lo tenía hundido y necesitaba saber la
respuesta de Patrick, pero el tiempo pasaba y no había venido a su casa.
Fernando estaba
desaliñado y olía mal. Estaba sumido en su tristeza y tampoco podía hacer nada
para remediarlo. La pelota no estaba en su tejado. Puso la tele y vio que las
noticias hablaban de la victoria de George H. W. Bush en las elecciones y en
los cambios tan prometedores que había hecho.
En ese momento, el timbre
de la casa sonó y, yendo hacia el baño, se asomó a la ventana y vio que era
Patrick.
-
¡Al fin!-pensó-.
Fernando abrió la puerta
y en un primer momento Patrick sonrió.
-
Me alegra verle
señor Rodríguez. ¿Qué le ha pasado? ¿Se encuentra usted bien?
-
Perfectamente,
sólo estoy un poco dejado…
-
Fernando, tenía
usted razón. Siento haber dudado de su palabra.
-
Muchas gracias por
creer en mí.
Fernando se encontraba
algo más aliviado al saber que contaba con el apoyo de Patrick.
-
Lo que debemos
hacer es arreglarnos un poco, llevarme a donde ha encontrado la roca, cargar el
coche y comenzar con el montaje de la máquina. ¿Tiene los planos?
-
Sí, pero en mi
cabeza. Los tengo que pasar a papel. No se preocupe porque me acuerdo
perfectamente de todos y cada uno de los detalles.
Patrick sonrió.
-
Perfecto.
¿Entonces a qué estamos esperando? Dúchese, cámbiese de ropa y vayámonos. Por
cierto, ya que veo que usted ha viajado en el tiempo… ¿Cómo le irá a mi hijo en
el futuro?
Fernando se sorprendió al
escuchar la pregunta de Turner.
-
No me puede usted
hacer esa pregunta. Le aseguro que es mejor vivir sin saber qué ocurrirá
mañana.
-
Eso es que le va a
pasar algo malo. ¿Se va a morir joven?
-
No, nada de eso…
No se preocupe por él, que todo va a salir bien.
Patrick se alegró.
-
Me alegra escuchar
eso. Quiero lo mejor para él y que no le pase nada malo.
-
Tendrá lo mejor,
por eso no se preocupe.
-
Bueno, vayamos a
eso. ¡No hay tiempo que perder!
Fernando veía la luz al
final del túnel. Tenía una esperanza por la que seguir luchando.
¿Conseguirá crear de nuevo R.I.F.?
CONTINUARÁ…
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