martes, 13 de agosto de 2019

Capítulo 7 || El Intruso


Haciendo pasar a la niña al salón, ambos se sentaron en el sofá y se quedaron completamente en silencio, sin saber qué hacer o decir…
- ¿Por qué me tiene que pasar a mí esto?-se preguntaba C34-.



 Tomando la palabra, C34 quiso saber por qué había aparecido esa niña allí.
- ¿Por qué estás aquí?
- Porque mamá se va de viaje con su nuevo novio y no tiene con quién dejarme, así que dijo que ya era hora de que te hicieras cargo de mí.
- Pero… Yo no tenía ni idea de nada,-dijo C34 intuyendo que si el verdadero Sergio hubiera sabido algo de esa hija, se lo habría comentado por teléfono a su madre-.
- Pues eso es lo que dijo mamá.
- Bueno… Entonces supongo que querrás instalarte. ¿Has traído maleta?

- No. Me ha dejado con lo puesto aquí y se ha largado.


 C34 estaba completamente alucinado porque esa niña había sufrido un abandono de manual. Intentando recomponerse, C34 sonrió a la niña.
- Bien pues… ¿Cómo te llamas?
- Sandra…
- Muy bien Sandra, ¿sabes lo que vamos a hacer ahora?
- ¿Qué?

- Voy a subirte a tu cuarto, ¡vas a tener un cuarto tú sola como una niña mayor! Y cuando termines, nos iremos a dar una vuelta y te compraré una bola enorme de helado, ¿te parece buena idea?


 La pequeña Sandra comenzó a saltar de alegría en el sofá y decía que sí sin parar. C34, completamente conmovido, sabía que había actuado bien, pese a que esa situación le había pillado por sorpresa.


 Levantándose del sofá, C34 guió a la niña hacia la planta superior para que se acomodase en la otra habitación que había en la casa.


 Entrando en el que sería su cuarto durante el tiempo que permaneciera allí, Sandra se quedó maravillada.
- ¿Todo esto es para mí?
- Sí cariño, todo.
- Guau, ¿eres rico o algo así?

- Bueno, eso parece jajaja.


 De repente, el timbre comenzó a sonar insistentemente acompañado de unos porrazos fuertes. Sandra comenzó a asustarse y C34 la tranquilizó.
- No te preocupes, seguro que será algún vendedor ambulante. Quédate aquí y yo bajaré a ver quién es, ¿vale?

- Sí…


 En cuanto salió del dormitorio, C34 alcanzó a escuchar la voz de la persona que llamaba y no era otra que la madre de Sergio. Sabiendo que si veía ahí a su hijo se formaría un problema mas gordo, C34 le borró la memoria a la pequeña Sandra y luego se convirtió en Tessa para que no hubiera sospechas…


 Al abrir la puerta, C34 pudo comprobar que la señora se encontraba muy agitada.
- ¿Quién es usted y qué hace en la casa de mi hijo?
- Señora, soy amiga de su hijo. Me pidió que viniese a echarle un vistazo a la casa en lugar de usted porque no quería darle mas ocupaciones.
- Qué tontería más grande. Soy lo suficientemente capaz de vigilar y cuidar una casa. Ay… Este hijo mío me trae por la calle de la amargura.

- Pase señora,-invitó C34-.


 Sentándose en el sofá, la madre de Sergio fue directa al grano.
- ¿Entonces usted es la nueva novia de mi niño?
- ¿Novia? No, somos amigos simplemente. No hay más.

- Bueno, si tú lo dices… Cielo, soy una vieja y tengo mucha experiencia en estas cosas del amor y sé que entre tú y mi hijo hay una conexión especial.


 C34 se comenzó a reír porque esa mujer no había dado ni una, aunque parte de razón no le faltaba, ya que la conexión que tenían Tessa y Sergio era que C34 se había convertido en ambos.
- Por cierto, le tengo que contar algo señora,-comenzó a decir a la madre de Sergio-.


 Justo en ese momento, Sandra bajó las escaleras algo aturdida y sin saber dónde estaba y quiénes eran esas mujeres.
- Claro, llamaron a la puerta y me encontré con una niña,-decía C34-. Y va y me pregunta por su hijo, le digo que no está y me dice que es su padre y que viene a quedarse a vivir con él.
- ¿Mi hijo tiene una hija?
- ¿Usted tampoco lo sabía?-preguntó C34-.

- ¿Yo? No tenía ni idea de nada…


 C34 siguió relatando a aquella mujer lo que le había dicho la niña sobre su madre, que se había ido de viaje con su nuevo novio y que la había mandado a la casa de Sergio para que se hiciese cargo de su hija. Sin embargo, la madre de Sergio no cabía en sí del asombro.
- Hay que ser mala persona para abandonar a una pequeña de esa forma… ¿Dónde está mi nieta?

- Hola…-dijo levemente Sandra-.


 La señora se levantó rápidamente y abrazó a su nieta con fuerza.
- Hola cariño. Yo soy tu yaya, ¿vale? Como te habrá dicho esta chica, papá está de viaje de negocios pero muy muy pronto estará aquí y mientras tanto te quedarás conmigo, ¿vale?

- Vale…


 Acercándose a Sandra y compañía, C34 intervino para despedirse.
- Bueno, ya que la pequeña está en buenas manos y la casa segura, yo me marcho.
- Ay, muchísimas gracias… No te he preguntado ni tu nombre. Perdóname.
- No se preocupe señora. Ah, le prometí antes a Sandra que la llevaría a tomar un helado.
- ¿Sí?-preguntó la mujer volviéndose hacia su nieta-. ¿Quieres un helado?

- ¡Sí! Me encantaría.


 Dejándolas solas sin decir nada más, C34 salió de allí y recuperó su forma humana natural en el ascensor, saliendo como Phill de nuevo. Pensando en qué haría, dado que su plan no le había durado ni un día entero, C34 vio cómo un hombre dormía en uno de los bancos del parque y sintió lástima…


 Yéndose a otro de los bancos, se sentó para reflexionar sobre qué hacer.
Sabía que había ido al planeta Tierra a investigar sobre los humanos, pero cada día se sentía más como ellos, comprendía sus emociones, sus sentimientos, hasta ciertas acciones que hacían. Pero no debía perder el norte y tenía que continuar investigando. Sin embargo, se sentía estafado, engañado por sus superiores y lo que menos ganas tenía en esos momentos era de seguir investigando mientras que ellos seguían en su planeta completamente seguros y sin riesgo alguno.


 Ya era hora de dejar de seguir órdenes y de hacer lo que le diera en gana, así que lo primero que haría sería quitarse el chip de ubicación que le habían implantado sus superiores para estar localizado en cualquier momento. Ahora comenzaría a vivir su propia vida en un planeta donde ya sí que no había nadie que lo conociese. Bueno, nadie excepto Vanessa… Ay, cuánto la echaba de menos…


 Buscando por los alrededores, C34 pudo alquilar una casa a las afueras de la ciudad y a muy buen precio. A partir de ahora respondería al nombre de Phill y no de C34. Su etapa de intruso extraterrestre la había dejado atrás y ahora quería ser un humano corriente y moliente, que tendría que buscarse las habichuelas para salir adelante como el resto del mundo.


 Mirándose al espejo, supo que era hora de cambiar de look, de renovar el fondo del armario y de buscarse su propio estilo.


 Yéndose a la zona comercial, el renovado Phill entró en una de las tiendas y comenzó a mirar la ropa que estaba expuesta.


 Cambiándose de ropa, se probó un conjunto que llevaba un maniquí y no se vio mal del todo.
- Oye, esto de ir de tiendas es de lo más divertido.


 Pero toda la ropa que se probaba no le quedaba bien o no le gustaba.
- Menudo horror de camiseta. ¿Cómo puede la gente comprarse esta cosa? Qué fea es…


 Y finalmente, tras una intensa mañana de buscar, encontró su propio estilo y, en cuanto supo cual era, nada ni nadie le pudo quitar esa sonrisa de su cara.


 Volviendo a casa, Phill pensó en buscar trabajo pero… ¿Qué se le daba bien? Eso sí que era digno de investigación si quería seguir viviendo en esa casa, ya que el dinero que robó en un primer momento no era eterno y no quería volver a delinquir y mucho menos cambiar de forma.


 La cocina no se le daba mal del todo, al menos lo que había estado haciendo de los programas de cocina que veía en la tele o de cuando navegaba por Internet. Obviamente, no era un experto, pero se defendía.


 O eso creía, porque era normal que se le quemase la comida o saltase alguna chispa de vez en cuando. ¿No quería aventuras? El día a día sí que era una detrás de otra.


 Phill se quejaba y se enfadaba consigo mismo, ya que no era capaz de encontrar ese algo especial que necesitaba para salir adelante. ¿Cómo haría todo aquello para que su plan saliese bien? Se preguntaba sin parar cada día…


 Pasadas un pocas semanas, un día sonó el timbre y cuando salió a ver quién era, para su sorpresa pudo ver a Vanessa. ¿Qué hacía allí? ¿Cómo lo había encontrado?
- Hola Vanessa. Qué sorpresa verte aquí.
- ¿Hola Vanessa? ¿Casi un mes sin saber nada de ti y lo primero que se te ocurre decirme es “hola Vanessa”?
- Vanessa… Lo siento pero he tenido muchos problemas y tuve que desaparecer durante un tiempo.
- ¿Problemas? ¿Qué clase de problemas tan gordos eran como para que no me devolvieses las llamadas?

- Ven, pasa dentro y hablemos tranquilamente…


 Lo que no sabía Vanessa era que un chico la estaba buscando desesperadamente… ¿Sería un ligue que había tenido en ese tiempo? ¿Un amigo de su hermana Patricia?



CONTINUARÁ...

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