Haciendo pasar a la niña al salón, ambos se sentaron en el sofá y
se quedaron completamente en silencio, sin saber qué hacer o decir…
-
¿Por qué me tiene que pasar a mí esto?-se preguntaba C34-.
Tomando la palabra, C34 quiso saber por qué había aparecido esa
niña allí.
-
¿Por qué estás aquí?
-
Porque mamá se va de viaje con su nuevo novio y no tiene con quién
dejarme, así que dijo que ya era hora de que te hicieras cargo de
mí.
-
Pero… Yo no tenía ni idea de nada,-dijo C34 intuyendo que si el
verdadero Sergio hubiera sabido algo de esa hija, se lo habría
comentado por teléfono a su madre-.
-
Pues eso es lo que dijo mamá.
-
Bueno… Entonces supongo que querrás instalarte. ¿Has traído
maleta?
-
No. Me ha dejado con lo puesto aquí y se ha largado.
C34 estaba completamente alucinado porque esa niña había sufrido un
abandono de manual. Intentando recomponerse, C34 sonrió a la niña.
-
Bien pues… ¿Cómo te llamas?
-
Sandra…
-
Muy bien Sandra, ¿sabes lo que vamos a hacer ahora?
-
¿Qué?
-
Voy a subirte a tu cuarto, ¡vas a tener un cuarto tú sola como una
niña mayor! Y cuando termines, nos iremos a dar una vuelta y te
compraré una bola enorme de helado, ¿te parece buena idea?
La pequeña Sandra comenzó a saltar de alegría en el sofá y decía
que sí sin parar. C34, completamente conmovido, sabía que había
actuado bien, pese a que esa situación le había pillado por
sorpresa.
Levantándose del sofá, C34 guió a la niña hacia la planta
superior para que se acomodase en la otra habitación que había en
la casa.
Entrando en el que sería su cuarto durante el tiempo que
permaneciera allí, Sandra se quedó maravillada.
-
¿Todo esto es para mí?
- Sí
cariño, todo.
-
Guau, ¿eres rico o algo así?
-
Bueno, eso parece jajaja.
De repente, el timbre comenzó a sonar insistentemente acompañado de
unos porrazos fuertes. Sandra comenzó a asustarse y C34 la
tranquilizó.
- No
te preocupes, seguro que será algún vendedor ambulante. Quédate
aquí y yo bajaré a ver quién es, ¿vale?
-
Sí…
En cuanto salió del dormitorio, C34 alcanzó a escuchar la voz de la
persona que llamaba y no era otra que la madre de Sergio. Sabiendo
que si veía ahí a su hijo se formaría un problema mas gordo, C34
le borró la memoria a la pequeña Sandra y luego se convirtió en
Tessa para que no hubiera sospechas…
Al abrir la puerta, C34 pudo comprobar que la señora se encontraba
muy agitada.
-
¿Quién es usted y qué hace en la casa de mi hijo?
-
Señora, soy amiga de su hijo. Me pidió que viniese a echarle un
vistazo a la casa en lugar de usted porque no quería darle mas
ocupaciones.
-
Qué tontería más grande. Soy lo suficientemente capaz de vigilar y
cuidar una casa. Ay… Este hijo mío me trae por la calle de la
amargura.
-
Pase señora,-invitó C34-.
Sentándose en el sofá, la madre de Sergio fue directa al grano.
-
¿Entonces usted es la nueva novia de mi niño?
-
¿Novia? No, somos amigos simplemente. No hay más.
-
Bueno, si tú lo dices… Cielo, soy una vieja y tengo mucha
experiencia en estas cosas del amor y sé que entre tú y mi hijo hay
una conexión especial.
C34 se comenzó a reír porque esa mujer no había dado ni una,
aunque parte de razón no le faltaba, ya que la conexión que tenían
Tessa y Sergio era que C34 se había convertido en ambos.
-
Por cierto, le tengo que contar algo señora,-comenzó a decir a la
madre de Sergio-.
Justo en ese momento, Sandra bajó las escaleras algo aturdida y sin
saber dónde estaba y quiénes eran esas mujeres.
-
Claro, llamaron a la puerta y me encontré con una niña,-decía
C34-. Y va y me pregunta por su hijo, le digo que no está y me dice
que es su padre y que viene a quedarse a vivir con él.
-
¿Mi hijo tiene una hija?
-
¿Usted tampoco lo sabía?-preguntó C34-.
-
¿Yo? No tenía ni idea de nada…
C34 siguió relatando a aquella mujer lo que le había dicho la niña
sobre su madre, que se había ido de viaje con su nuevo novio y que
la había mandado a la casa de Sergio para que se hiciese cargo de su
hija. Sin embargo, la madre de Sergio no cabía en sí del asombro.
-
Hay que ser mala persona para abandonar a una pequeña de esa forma…
¿Dónde está mi nieta?
-
Hola…-dijo levemente Sandra-.
La señora se levantó rápidamente y abrazó a su nieta con fuerza.
-
Hola cariño. Yo soy tu yaya, ¿vale? Como te habrá dicho esta
chica, papá está de viaje de negocios pero muy muy pronto estará
aquí y mientras tanto te quedarás conmigo, ¿vale?
-
Vale…
Acercándose a Sandra y compañía, C34 intervino para despedirse.
-
Bueno, ya que la pequeña está en buenas manos y la casa segura, yo
me marcho.
-
Ay, muchísimas gracias… No te he preguntado ni tu nombre.
Perdóname.
- No
se preocupe señora. Ah, le prometí antes a Sandra que la llevaría
a tomar un helado.
-
¿Sí?-preguntó la mujer volviéndose hacia su nieta-. ¿Quieres un
helado?
-
¡Sí! Me encantaría.
Dejándolas solas sin decir nada más, C34 salió de allí y recuperó
su forma humana natural en el ascensor, saliendo como Phill de nuevo.
Pensando en qué haría, dado que su plan no le había durado ni un
día entero, C34 vio cómo un hombre dormía en uno de los bancos del
parque y sintió lástima…
Yéndose a otro de los bancos, se sentó para reflexionar sobre qué
hacer.
Sabía
que había ido al planeta Tierra a investigar sobre los humanos, pero
cada día se sentía más como ellos, comprendía sus emociones, sus
sentimientos, hasta ciertas acciones que hacían. Pero no debía
perder el norte y tenía que continuar investigando. Sin embargo, se
sentía estafado, engañado por sus superiores y lo que menos ganas
tenía en esos momentos era de seguir investigando mientras que ellos
seguían en su planeta completamente seguros y sin riesgo alguno.
Ya era hora de dejar de seguir órdenes y de hacer lo que le diera en
gana, así que lo primero que haría sería quitarse el chip de
ubicación que le habían implantado sus superiores para estar
localizado en cualquier momento. Ahora comenzaría a vivir su propia
vida en un planeta donde ya sí que no había nadie que lo conociese.
Bueno, nadie excepto Vanessa… Ay, cuánto la echaba de menos…
Buscando por los alrededores, C34 pudo alquilar una casa a las
afueras de la ciudad y a muy buen precio. A partir de ahora
respondería al nombre de Phill y no de C34. Su etapa de intruso
extraterrestre la había dejado atrás y ahora quería ser un humano
corriente y moliente, que tendría que buscarse las habichuelas para
salir adelante como el resto del mundo.
Mirándose al espejo, supo que era hora de cambiar de look, de
renovar el fondo del armario y de buscarse su propio estilo.
Yéndose a la zona comercial, el renovado Phill entró en una de las
tiendas y comenzó a mirar la ropa que estaba expuesta.
Cambiándose de ropa, se probó un conjunto que llevaba un maniquí y
no se vio mal del todo.
-
Oye, esto de ir de tiendas es de lo más divertido.
Pero toda la ropa que se probaba no le quedaba bien o no le gustaba.
-
Menudo horror de camiseta. ¿Cómo puede la gente comprarse esta
cosa? Qué fea es…
Y finalmente, tras una intensa mañana de buscar, encontró su propio
estilo y, en cuanto supo cual era, nada ni nadie le pudo quitar esa
sonrisa de su cara.
Volviendo a casa, Phill pensó en buscar trabajo pero… ¿Qué se le
daba bien? Eso sí que era digno de investigación si quería seguir
viviendo en esa casa, ya que el dinero que robó en un primer momento
no era eterno y no quería volver a delinquir y mucho menos cambiar
de forma.
La cocina no se le daba mal del todo, al menos lo que había estado
haciendo de los programas de cocina que veía en la tele o de cuando
navegaba por Internet. Obviamente, no era un experto, pero se
defendía.
O eso creía, porque era normal que se le quemase la comida o saltase
alguna chispa de vez en cuando. ¿No quería aventuras? El día a día
sí que era una detrás de otra.
Phill se quejaba y se enfadaba consigo mismo, ya que no era capaz de
encontrar ese algo especial que necesitaba para salir adelante. ¿Cómo
haría todo aquello para que su plan saliese bien? Se preguntaba sin
parar cada día…
Pasadas un pocas semanas, un día sonó el timbre y cuando salió a
ver quién era, para su sorpresa pudo ver a Vanessa. ¿Qué hacía
allí? ¿Cómo lo había encontrado?
-
Hola Vanessa. Qué sorpresa verte aquí.
-
¿Hola Vanessa? ¿Casi un mes sin saber nada de ti y lo primero que
se te ocurre decirme es “hola Vanessa”?
-
Vanessa… Lo siento pero he tenido muchos problemas y tuve que
desaparecer durante un tiempo.
-
¿Problemas? ¿Qué clase de problemas tan gordos eran como para que
no me devolvieses las llamadas?
-
Ven, pasa dentro y hablemos tranquilamente…
Lo que no sabía Vanessa era que un chico la estaba buscando
desesperadamente… ¿Sería un ligue que había tenido en ese
tiempo? ¿Un amigo de su hermana Patricia?
CONTINUARÁ...
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