C34 fue hacia el punto de encuentro que había percibido y al final
del parque pudo ver a un hombre que sonrió al verlo. Ese debía ser
el padre del chico que acababa de matar.
Conforme C34 se fue acercando a Alejandro, el padre de Borja, vio al
que creía que era su hijo con un cuchillo en la mano y se extrañó.
-
¿Lo has hecho?
-
Sí, papá.
- ¿Y
te has asegurado de que esté bien muerto ese hijo de puta?
-
¿Por qué te crees que llevo el cuchillo en la mano?
-
¡Ven aquí y dale un abrazo a tu padre! Me has hecho el hombre más
feliz del planeta.
Y cuando fue a darle el abrazo, C34 le clavó el cuchillo en el
estómago, haciendo que Alejandro se agarrase al que creía que era
su hijo. C34 retorció el cuchillo mientras seguía clavado en el
interior de aquel hombre…
C34 sentía una ira irrefrenable en su interior que le estaba
haciendo actuar de esa forma cuando él no había sido así nunca.
¿Sería por las vivencias que había recibido de Borja?
Alejandro, con apenas un hilo de voz, le preguntó al que creía que
era su hijo el por qué le había hecho eso… Y justo cuando fue a
contestar, C34 comenzó a recibir los recuerdos y experiencias de su
actual víctima, pudiendo ver con claridad qué era lo que le unía a
ese hombre con su forma humana. Percibió cómo Alejandro odiaba
tremendamente a Phill, el humano en el que se había convertido,
porque éste le había robado la novia y se había casado con ella,
cosa que nunca consiguió Alejandro después de más de cinco años
de noviazgo con ella. Sin poder soportarlo más, Alejandro aprovechó
un momento de soledad para secuestrar a Phill y tirarlo por el famoso
puente… Pero ahora Phill había vuelto a la vida gracias a C34,
cosa que Alejandro no podía decir, ya que dio su último aliento
creyendo que su hijo lo había asesinado…
Dejando caer el cuerpo al suelo, C34 lo miró completamente inmóvil…
Había matado por segunda vez en menos de una hora… ¿Qué le
estaba ocurriendo? ¿Por qué se dejaba llevar tanto por sus
emociones y sentimientos?
Intentando dejar de pensar en aquello, el recuerdo de las vivencias
de Alejandro le vino a la cabeza y C34 se enfadó mucho más de lo
que ya estaba. Sus superiores le habían engañado y ahora iría a
pedirles explicaciones.
Volviendo a la casa donde estaba residiendo en ese momento, C34
cambió a su forma original y exigió hablar con sus superiores
urgentemente. No más de dos minutos después, pudo contactar con
ellos.
-
C34, dinos, ¿qué novedades tienes con tanta urgencia?
-
¡Sois unos cabrones!
-
¿Perdón?
-
Sí, os lo digo a vosotros. Me dijisteis antes de venir aquí que mi
forma humana no tendría pasado, que era un completo desconocido sin
familia ni amigos, ¿me equivoco?
-
Eso era.
-
Bien, pues entonces, ¿por qué coño acabo de matar a un padre y a
su hijo que conocían a mi forma humana?
-
¿Estás seguro?
-
Sabían que me llamo Phill Spencer, me dijeron que morí hace 20 años
porque me tiraron de un puente a más de 120 metros de altura…
¡Para no tener pasado bien cerquita que estaban!
El silencio se apoderó de la conversación y lo único que se
escuchaba era unos leves susurros entre los superiores de C34.
-
Esto… Sigo aquí. ¿Podéis decirme algo al respecto?
-
¿Sabes cómo averiguaron que tú estabas vivo?
-
Sí. Lo supieron gracias a uno que se hizo pasar por amigo mío.
-
Bien, pues acaba con todos los que conozcan tu identidad humana y
luego nos reportas los hechos.
Tras cortar la llamada, C34 suspiró e intentó relajarse un poco.
Buscando en sus recuerdos, consiguió cambiar de forma y convertirse
en Caleb. Ahora, su siguiente paso sería acabar con él.
Dándose un paseo por el pueblo, C34 averiguó rápidamente la
localización de su próxima víctima y, acercándose a la casa,
comenzó a subir los escalones.
Lo que no se esperaba allí era que no estaría solo, sino que una
chica joven estaba en el salón tocando el órgano.
-
¡Hola!
- Ey
Caleb, me pillas tocando el órgano. ¿Cómo te ha ido la caza,
hermanito?
-
Bien, igual que siempre.
Y cuando la hermana de Caleb se levantó, C34 fue y la abrazó.
Sin embargo, la hermana de Caleb se separó al instante y, con una
expresión muy seria en su rostro, miró a C34 de arriba abajo.
-
¿Quién eres?
-
¿Cómo que quién soy? Soy yo, Caleb, tu hermano.
- ¿Y
por qué me abrazas?
-
Pues porque… ¿me ha apetecido?
- Es
que llevamos 50 años siendo vampiros y tenemos 78 años y es la
primera vez que recuerdo que me abrazas.
-
Bueno, para todo debe haber una primera vez, ¿cierto?
Sin embargo, el verdadero Caleb se encontraba en su dormitorio
reflexionando sobre sus últimos actos. Había vendido al que fue su
mejor amigo a dos papanatas con los que había estado colaborando
muchos años… ¿Había actuado bien? Pero algo le hizo salir de sus
pensamientos y fue escuchar su voz en el piso de abajo junto a la voz
de su hermana. ¿Qué estaba pasando ahí?
C34 conversaba con la hermana de Caleb cuando vio cómo el verdadero
bajó del piso superior. Ahora sí que tenía un grave problema… No
sólo tendría que lidiar con que hubiera dos Caleb en la misma
habitación, sino que no se había fijado bien en la ropa que llevaba
el verdadero Caleb y se había puesto una ropa diferente. ¡Mierda!
-
Pero… ¿Qué coño está pasando aquí?-dijo Caleb-.
La hermana de Caleb comenzó a mirar a un lado y a otro
completamente atónita. ¿Estaba viendo doble?
-
¿Quién o qué coño eres tú?-preguntó Caleb-.
-
Esa misma pregunta te iba a hacer yo a ti,-contestó C34-. ¿Eres
acaso un hermano gemelo desaparecido?
-
¿De qué estás hablando? ¡Yo soy Caleb Vatore!
-
¡No! Yo soy Caleb Vatore,-replicó C34-.
-
Vamos a ver, o yo estoy muy borracha o aquí está pasando algo
raro...-dijo la hermana de Caleb-.
-
Cintia,-comenzó a hablar Caleb-, tú me conoces mejor que nadie,
sabes que yo soy el verdadero Caleb-.
-
¡Sabes que no!-gritó con fuerza C34-. Yo soy tu verdadero hermano.
¡Matemos a este impostor!
-
¡No me lieis!-chilló Cintia-. Que cojo el hacha de plata que tengo
guardada y me lío a matar a diestro y siniestro aquí.
C34 sabía que estaba en un buen lío, pero también notaba que
Cintia era muy despistada y no se daba cuenta de las diferencias que
había entre él y el verdadero Caleb, o eso o que era tonta, pero
sin duda lo que quería conseguir era matar a Caleb.
Echando a correr, C34 se dirigió hacia la cocina para despistar a
Cintia y liarla más de lo que ya estaba. Caleb, por su parte, corrió
detrás de él y lo agarró para que no se escapase.
-
¡No te irás de aquí tan fácilmente!-gritó Caleb-. ¿Qué eres?
¿Por qué eres igual que yo?
-
¿Quién es mi hermano?-preguntó Cintia-.
-
¡Yo!-gritaron ambos a la vez-.
- Yo
siempre te he respetado y te he tratado como te merecías, aunque no
te lo demostrase físicamente, y por eso hoy te ha extrañado tanto
mi abrazo,-alegó C34-.
-
¿Abrazarte? Cintia, ¿crees que si este tipo fuese yo de verdad te
habría abrazado? Venga ya, no me seas ingenua, hermanita. Que más
tonta y naces de culo…
Y cogiendo el hacha de plata que le habían robado a un viejo
cazador, Cintia fue hacia Caleb, su hermano, y se lo clavó en la
frente dejando una escena de lo más horripilante…
Viendo todo lo que se había formado, C34 decidió escabullirse y
huir de ese lugar mientras que veía como Cintia se desnudaba y
comenzaba a realizar una especie de ritual extraño.
Sus
superiores le habrían dicho de quedarse para investigarlo, pero como
ellos le habían mentido, ahora C34 se tomaría ciertas libertades…
Recogiendo las pocas pertenencias que tenía en la que había sido su
casa durante menos de tres días, se fue con la idea de cambiar de
aires y, por supuesto, de forma. Quería dejar el tema de su forma
humana tranquilo hasta que las cosas se calmasen y lo mejor era
desaparecer.
Yéndose a la ciudad, ver esos edificios tan altos y a tanta gente le
hizo sentirse más solo que nunca. Un cúmulo de sentimientos le
recorría su cabeza y lo estaba haciendo sentir extraño; extraño
porque se sentía mal por acabar con la vida de dos personas y haber
colaborado en que matasen a una tercera, se sentía solo porque
echaba de menos a Vanessa y llevaba muchos días sin verla y sin
saber nada de ella… ¿Qué era lo que le pasaba? Desde que había
pisado la tierra estaba comportándose como nunca lo había hecho.
¿Por que? Esa era la gran incógnita.
Justo cuando más concentrado estaba, una voz le sacó de ese estado
y escuchó la conversación casi sin querer.
-
Que sí mamá. No, no te preocupes que voy a estar bien. Sí, me voy
tres meses por temas de trabajo, ya sabes cómo están las cosas
ahora… Sí, te he dejado la llave donde siempre, debajo de la
planta de la entrada. Pero que no hace falta que vengas, que todo
esto estará bien. Oye, que te tengo que dejar, que no quiero perder
el avión, ¿vale? Te llamo cuando llegue. Un beso… Sí, tendré
cuidado… ¡Y no me llames más Sergito, mamá! Que me llamo Sergio.
Vale, venga, hasta luego… Adiós, adiós.
Parándose a admirar las vistas mientras escuchaba la conversación
de ese tal Sergio, supo que si se convertía en él, tendría
tranquilidad por unos tres meses y eso era tiempo más que suficiente
como para desaparecer para el mundo.
Convirtiéndose en Sergio, entró en el edificio y abrió la puerta
del apartamento con la llave de repuesto que había dejado escondida
y, en cuanto vio el lugar, se quedó boquiabierto. Qué lugar tan
bonito y ¡menudas vistas!
Subiendo al dormitorio, se quedó alucinado por cómo era aquel
lugar.
- No
he podido elegir mejor,-pensó C34 para sí-.
Esa noche lo único que quería era descansar y dormir en
condiciones, ya que nunca lo había hecho en un lugar como ese.
-
Voy a disfrutar como nunca. Esto sí que es vida…
A la mañana siguiente, C34 se despertó completamente recuperado y
se sentía al 100%. Esas malas vibraciones habían desaparecido y se
encontraba bien. Mirándose al espejo, tuvo que admitir un par de
cosas…
-
Este tío tiene un cuerpazo, eso sí, de cara prefiero mi forma
humana normal… Pero todo no se puede tener en esta vida. Ahora iré
a...-comenzó a decir cuando llamaron al timbre de la puerta-.
Bajando las escaleras, C34 abrió la puerta de la entrada y pudo ver
que había una niña pequeña mirando a un lado y a otro.
-
¿Sí? ¿Qué desea?-preguntó C34-.
-
¡Hola papá!-saludó la pequeña-.
CONTINUARÁ...
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