miércoles, 19 de diciembre de 2018

Sueños Rotos || Capítulo 6

Un par de meses después, en pleno diciembre y con las vacaciones de Navidad a la vuelta de la esquina, una nueva mañana de clase comenzaba sin cambios aparentes… Hasta ese momento.


 A primera hora de ese día, tenían clase de Filosofía y el profesor, antes de comenzar a impartir su materia, comunicó un anuncio a toda la clase.
- Buenos días clase. Como podréis notar, Madison, Bárbara y Natasha no están en clase porque sus padres nos han comunicado esta misma mañana que se marchan de la ciudad y no volverán a este instituto. Los padres de vuestras antiguas compañeras trabajan en “Imperio Modas S.L.” como muchos sabéis y van a abrir más sucursales en otros puntos del país, por lo que se llevan a sus hijas a un internado. Nos apena mucho no habernos podido despedir de ellas, pero el profesorado está seguro de que les irá genial en esta nueva etapa de sus vidas. Y tras esto, recordemos lo que dimos en la última clase…


 Sin poderlo evitar, Marina sonrió de oreja a oreja. Aquellos dos meses habían pasado con una completa normalidad por parte de las tres amigas, ya que no habían vuelto a reírse de ella ni a decirle ningún comentario despectivo, al menos delante suya. Sin embargo, saber que podría ir a clase a partir de ahora sin necesidad de volver a verles la cara, la llenaba de alegría. Tanta que hasta le gustó la clase de Filosofía de ese día.


El miedo y la congoja de Marina desapareció por completo, cambiando su forma de ser radicalmente a como era antes. Era algo más extrovertida con sus compañeros, se relacionaba más con ellos pero sin llegar a intimar demasiado, ya que sólo los consideraba compañeros, no amigos. Pero el tiempo fue pasando y, finalmente, tras dos intensos años de estudios, quebraderos de cabeza, desesperaciones y muchas lágrimas derramadas, habían llegado el día de la graduación. El bachillerato había acabado y ahora se convertirían en universitarios.


 Dentro de la casa de Bianca y Oscar, se encontraba Lucas, quien esperaba a Marina a que se terminase de arreglar. El muchacho había terminado los estudios con muy buenas notas por lo que había entrado en la carrera que él quería hacer: Criminología. Con ese título, podría abrirse más puertas a la hora de entrar en el cuerpo de Policía, que era su mayor sueño. Lo malo de todo aquello era que su universidad sería otra completamente diferente a la de Marina y, después de tantos años, se tendrían que separar físicamente.


 Tras unos minutos, una espectacular Marina salió de su dormitorio, posando para su buen amigo Lucas, que se levantó nada más verla. Mirándola de arriba abajo, le invitó a darse la vuelta y, haciendo caso, dio un giro de 360 grados.
- ¿Y bien? ¿Cómo estoy?-preguntó la chica-.
- Estás fantástica Marina. Te están sentando genial los 18…


 Marina había dado un cambio físico brutal, ya que desde el accidente su metabolismo cambió, de forma que fue perdiendo todo el peso que le sobraba. Además, se había apuntado a un gimnasio para poder fortalecer y mantenerse en forma y, así, no recuperar esos kilos. Si se habían ido ya, que fuera para siempre. Marina también se encontraba muy feliz por haber terminado sus estudios básicos, pero ahora los que le quedaban no serían nada fáciles ya que, al igual que su madre adoptiva, ella quería ser médico y había entrado en esa carrera. Sus notas fueron las mejores del instituto y una de las mejores en la prueba de acceso a la universidad, por lo que no podía estar más contenta. Sin embargo, separarse de Lucas no lo llevaba tan bien…


 Lucas se había dado cuenta de que Marina se había convertido en una de las chicas más guapas del instituto y que comenzaba a levantar pasiones entre los chicos. Él sabía que su amiga estaba de toma pan y moja pero para él sólo era eso: una amiga.


Al verse, se abrazaron fuertemente, felicitándose el uno al otro por haber acabado el dichoso bachillerato. Había sido una etapa complicada de sus vidas, tanto a nivel personal como en los estudios, ya que el estrés propio más el que les ponían los profesores en sus espaldas, era muy fuerte.


 Separándose, Marina miró en silencio a su gran amigo durante un momento antes de volver a hablar.
- Quiero darte las gracias ahora antes de ir al acto de graduación porque luego será todo un lío y no quiero olvidarme de decirte esto: Gracias por tu amistad, por tu apoyo incondicional y por todo lo que has hecho por mí. Por escucharme en mis momentos de bajón, por venir a verme al hospital hace un par de años, por esperarme cada mañana en la puerta para irnos juntos a clase… No podría explicar todo lo que siento cuando pienso en todo lo que hemos vivido juntos ahora que nos vamos a separar tanto tiempo.
- No te preocupes por eso porque nos veremos en vacaciones. Vendremos aquí y nos contaremos todas las batallitas que hayamos tenido. ¡Somos adultos ya! Madre mía, cómo pasa el tiempo y lo poco que nos damos cuenta.
- Sí, por eso no quiero que pase más el tiempo sin decirte que… Te…-Marina hizo una parada antes de continuar hablando, donde cogió aire-. Llevo mucho tiempo intentando ocultar las ganas de besarte cada vez que te veo y ahora que te vas de mi lado no lo soporto y… Me encantaría poder dar mi primer beso contigo…


Esas palabras descolocaron a Lucas por completo que dio un paso atrás, abriendo sus ojos de par en par sin poder articular palabra. Él nunca había sentido nada romántico por ella y tampoco había notado nada raro por parte de su amiga, por lo que no tenía ni idea de sus sentimientos hacia él.


 Sin esperar respuesta, Marina se acercó peligrosamente a Lucas para besarlo pero se encontró con una negativa masculina.
- Marina, no puedo besarte… Lo siento mucho pero yo no siento lo mismo por ti… Estás genial y sería idiota si no lo afirmase, pero eres una gran amiga mía y no podría hacerlo. Lo siento de veras…


Sin poderlo evitar, una gran desolación le sobrevino a Marina, sintiéndose insignificante y como la mayor mierda del mundo. Le había abierto su corazón a alguien por primera vez y resultaba ser un fracaso. Las lágrimas comenzaron a agolparse en los ojos femeninos por lo que ella intentó, por todos los medios, no llorar delante de Lucas.
- ¿Estás bien?-preguntó el chico-.
- Sí, no te preocupes. Era un capricho más que otra cosa… Lo siento.
- No, lo siento yo si te he echo sentir mal.
- De verdad, que estoy bien.
- Vale… Entonces será mejor que nos vayamos si no queremos llegar tarde,-recomendó Lucas comenzando a andar hacia la puerta-. ¿Tus padres ya están allí?
- Sí… Ve saliendo, que voy al baño a… cambiarme la compresa,-mintió Marina para echar una excusa creíble y poder desahogarse a gusto en el servicio-.


 Tras unos minutos, Marina salió de la casa con una expresión bastante triste que intentaba cambiar por todos los medios para que Lucas no notase nada, pero él estaba en las nubes, pensando en la graduación y en la fiesta posterior que habían preparado entre todos. ¡Iba a ser un día inolvidable!


 Principalmente para Marina, quien se sentía destrozada por lo ocurrido, ya que hasta entonces, nunca había sentido las ganas de querer estar con alguien, ya que su timidez tampoco había ayudado mucho. Tenía 18 años y nunca había besado a alguien, nunca se había sentido especial, amada ni querida por nadie que no fueran sus padres… Y no era justo, o eso pensaba ella, quien se quitaba las últimas lágrimas que salían de sus ojos.


 Cuando llegaron al lugar de la graduación, vio a sus padres que la estaban esperando en la entrada y, tras hacerle unas cuantas fotos a ella en diferentes poses y junto a ellos también, la miraron de arriba abajo, orgullosos de ver a su pequeña convertida en toda una mujercita.

  
 Oscar se había arreglado la barba para estar más elegante, que acompañó con ropa de buena calidad porque su hija “se merecía lo mejor”, como él decía siempre. Por su parte, Bianca iba ataviada de un vestido color violeta y tenía el tinte recién echado. Con el paso de los años sus canas se habían abierto paso en su pelo, por lo que al echarse el tinte, el rojo parecía más intenso, pero aunque sabía que ya no le quedaba tan bien, quería estar mona para la graduación de su niña.


 Acercándose a Marina, sus padres la felicitaron de nuevo por su graduación, al borde del llanto de la alegría por ella y… por algo más.
- Marina, queremos contarte algo que no sabes,-comenzó Bianca a hablar-.
- No te preocupes que no es nada malo,-dijo Oscar tranquilizando a Marina antes de que pudiera hablar-.
- Como sabes, tu padre y yo te tuvimos que adoptar porque él tiene un pequeño problema a la hora de fabricar espermatozoides y… Bueno. Para no entrar mucho en detalles pues… Para nuestra sorpresa, estoy embarazada.
- ¿Qué? ¿En serio?-dijo Marina cambiando su expresión a una de absoluta felicidad-.


 Marina abrazó a su madre con fuerza, llenándola de besos por toda la cara mientras el abrazo continuaba.
- ¿Se sabe de cuánto estás?
- Sí, de dos meses…
- Dos meses… ¡Qué fuerte!


 Y mirando a su padre con una expresión traviesa, lo abrazó al igual que había hecho con su madre.
- ¡Vas a volver a ser padre! Y encima ahora será uno tuyo, de mamá y tú… ¡Eso es lo que siempre has querido!
- Siempre quise ser padre y eso lo conseguí cuando llegaste a nuestra vida. Este bebé es un regalo del cielo que llega en un buen momento de nuestras vidas… Que nunca se te olvide que eres nuestra pequeña.


 Entrando en el lugar, salió al balcón y miró la ciudad desde arriba. Le resultaba extraño todo lo que le estaba pasando en ese momento… Separarse de Lucas y de sus padres por primera vez en años, mudarse a otra ciudad cerca de la universidad, saber que en unos meses tendría un hermanito o hermanita… ¿Por qué venían todos los cambios juntos?


 Y finalmente, tras mirar cientos de casas, Marina se decantó por una recién reformada que se alquilaba a un buen precio y, como regalo de graduación, sus padres le dieron un coche nuevo, única y exclusivamente para ella. ¡No podía ser más feliz! Al menos por esa parte…


En cuanto entró, lo que más le gustó fue la planta tan abierta que tenía esa casa. Se notaban las reformas que habían hecho y lo recientes que eran, ya que todo parecía nuevo. También le sorprendió a Marina ver que era más grande de lo que parecía en fotos, así que saber que tenía toda esa casa para ella sola le agobiaba un poco por todo el trabajo que ello suponía, pero por otra parte saber que podría estar a su aire sin incomodidades de terceras personas era un alivio.


Marina fue echando un vistazo a los dormitorios y, finalmente, cuando vio el de matrimonio, se lo adjudicó. Lo había visto por fotos pero al verlo en persona se sorprendió gratamente porque era más grande de lo que se había imaginado.
- Qué ganas de dormir en una cama de matrimonio para mí sola… Voy a dormir genial.


 Después de acomodarse un poco, Marina decidió preparar unos cuantos gofres para pegarse un capricho por comenzar una nueva etapa en su vida. Sin embargo, cuando terminó miró la hora y vio que se le había hecho tarde… ¡No llegaría a tiempo para la presentación si no se daba prisa!


 Dejando los gofres en la nevera, Marina salió de casa corriendo y, montándose en su coche nuevo, puso dirección al campus universitario de Medicina.


 Tras salir de la presentación, que duró poco más de media hora, Marina salió a la plaza exterior y allí pudo ver a algunos compañeros de carrera que estaban junto a sus ordenadores portátiles chateando, otros escribiendo y los demás hablando entre ellos. Marina no conocía a nadie allí y se sentía algo descolocada, por lo que su irremediable timidez volvió a abrirse paso, impidiéndole hablar y acercarse a los demás.


 Sin pensárselo mucho, abrió su mochila y sacó su portátil, comenzando a navegar por Internet y a investigar la página web de la universidad, enterándose de algunos de los libros que tendría que estudiar, mirando horarios…


Sin embargo, cuando terminó, miró a su alrededor y vio a más gente, pero siguió sintiéndose como pez fuera del agua, por lo que apagó su portátil, lo guardó y se fue directamente hacia el aparcamiento del campus, donde había dejado su coche. Justo cuando comenzó a subir las escaleras, vio que un chico bastante guapo las bajaba y se la quedaba mirando, por lo que ella retiró la vista vergonzosamente, continuando su camino.


 La cuestión era que la cara del chico le sonaba muchísimo, pero no sabía de qué. Marina era una de esas personas que, cuando reconoce a alguien, necesita saber de qué lo conoce o no se quedaba tranquila. Pues en este caso pasó igual; intentaba recordar dónde lo había visto antes, pero no caía en la cuenta.


 Y un par de minutos después, se acordó. ¡Ese chico le recordaba al sim que había hecho años atrás! Eso sí que no era un sueño, ¿verdad? Pellizcándose, se cercioró de que estaba perfectamente despierta por lo que, ¿cómo era posible que ese chico se pareciera a Alex Pozas y por el que recibió todo el aluvión de risas y críticas en el instituto?


CONTINUARÁ...


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