jueves, 27 de febrero de 2020

Capítulo 1 || Líos


CAPÍTULO 1

No pasa ni un día en el que no se alegre de que lo echasen del trabajo de esa forma, de que le recomendasen que denunciara y que, tras mucho tiempo de espera, ganase el juicio.


 Os presento a Nathan Taylor, de 35 años. El juicio del que os he hablado antes sucedió a causa de que en su anterior empleo fue programador para una gran empresa que rescindió su contrato por las bravas y no le quisieron pagar ninguna indemnización. Pese a que en un principio la empresa tenía las de ganar por la cantidad de buenos y grandes abogados que tenía, Nathan se arriesgó y acabó ganando el juicio y recibiendo su correspondiente dinero. Con semejante cantidad, reformó la casa en la que vivía y decidió montar algo por su cuenta, pero para ello necesitaría de más personal.
- ¡Hola! ¿Qué tal tío? Verás, quería comentarte una cosa…


 Minutos más tarde, la persona con quien había hablado por teléfono se personaba en su casa. Éste chico de aquí es Jim Durant, de 28 años. Nathan y Jim se conocieron en la empresa previamente mencionada y se hicieron buenos amigos.  


 Ambos quedaban casi todas las semanas para tomar una cerveza mientras charlaban de sus cosas, del trabajo, ligues, deporte…
- Gracias por venir a mi casa Jim.
- Menudo cambio le has dado, ¿no? Anda que no se nota el dinero que te han dado, ¿eh?
- Sí, la casa lo necesitaba y con tanto dinero he pensado en invertirlo en algo, por eso te he llamado: quiero montar mi propia empresa.
- ¿Tú y yo?


 Todavía estaba haciendo la pregunta Jim cuando llamaron a la puerta y Nathan sonrió.
- Ve a abrir Jim, que acaba de llegar el otro integrante de la empresa.


 Haciendo caso a su amigo, Jim abrió y se presentó al recién llegado, llamado Mao Wang, de 26 años. Él y Nathan se conocieron en una fiesta y, tras emborracharse juntos, entablaron amistad y descubrieron que a los dos les iba el mundo de los ordenadores.
- Buenas, soy Jim.
- Encantado de conocerte, yo soy Mao.


 Haciéndoles pasar al salón, Nathan comentó la idea que tenía con sus amigos.
- Vamos a levantar una empresa que se encargará de crear programas informáticos para mejorar la vida de las personas. Las crearemos tanto para PC como Mac y también como aplicaciones móviles de Android y IPhone. Creo que todos tenemos los conocimientos necesarios para empezar y ya tengo varias ideas por donde comenzar.
- ¿Y de qué ideas se tratan? ¿Qué programas pretendes que creemos?-preguntó Mao-.
- ¿Y cómo nos vamos a dar a conocer al mundo?-preguntó también Jim-.


 Quedándose en silencio, Nathan comenzó a pensar en ello justo cuando Jim volvió a hablar.
- Conozco a una chica que es licenciada en Marketing y podría ayudarnos a posicionarnos y a darnos un nombre en el mundo empresarial.
- ¿De veras? ¿Y quién es?-quiso saber Nathan-.
- Mi ex-novia, Emma.


 Nathan comenzó a reír mientras levantaba su ceja a modo de incredulidad.
- ¿Quieres meter a tu ex-novia en todo esto? ¿Estás seguro?
- Completamente Nathan. Emma es mi mejor amiga y sé lo buena que es en su trabajo, así que el que nosotros hayamos tenido una relación en el pasado no creo que influya. Nunca lo ha hecho, de todas formas. A día de hoy seguimos quedando para contarnos nuestras movidas.
- Si estás tan convencido adelante, llámala.


 Invitando a todos a almorzar, Nathan comenzó a preparar la comida mientras charlaba animadamente con Mao.


 Poco después, el timbre de la casa sonó y Jim fue a abrir imaginándose que quien había detrás de la puerta era Emma.


 Efectivamente, Emma acababa de llegar a la casa sin saber a ciencia cierta para qué la había llamado Jim pero, como se fiaba de él, fue hasta el lugar.
- Ey, qué guapa te has puesto Emma. Menudo palmito te gastas…
- Anda ya Jim, no digas tonterías.
- Cuando te veo así a veces me pregunto por qué se terminó lo nuestro.
- Pues porque eres un capullo… Jajajaja, ven aquí y dame un abrazo.


 Mientras tanto, en la cocina Nathan terminaba de preparar el almuerzo y cada vez olía mejor.
- Eso huele que alimenta,-decía Mao-. Se me está abriendo el apetito sólo de oler la comida que estás haciendo.
- Pues mejor sabrá. Uy, parece que la ex-novia de Jim ha llegado. ¿Puedes ir a ver, Mao?


 En la entrada, Emma y Jim se habían unido en un fuerte abrazo.
- ¿Cómo estás Jim?
- Bien, ilusionado con esta nueva oportunidad que se me ha presentado.
- ¿Qué oportunidad? ¿Es por eso por lo que me has llamado? Me has dejado intrigada con tu llamada tío.
- Es por eso, pero no te preocupes porque ahora Nathan te contará todo.


 Esta es Emma Wilson, de 24 años. Recién licenciada en Marketing, es la hija pequeña de 4 hermanos siendo ella la única chica de la familia, ya que su madre falleció de cáncer de colon tres años atrás. Vive con dos de sus hermanos y con su padre, ya que el hombre está sumido en una gran depresión de la que no sale y entre todos hacen turnos para ayudarlo y no dejarlo solo en ningún momento.


 Yendo Mao hacia la entrada, cuando vio a Emma sus ojos se abrieron de par en par… ¡Era una chica preciosa! O al menos eso le parecía a él. ¿Cómo había podido dejar Jim a semejante chica?, se preguntaba Mao mientras se acercaba a ellos dos.


 Interrumpiendo la conversación, Mao se presentó a Emma.
- ¡Hola! Tú debes ser Emma, ¿verdad? Jim nos ha hablado mucho de ti. Yo soy Mao.
- Encantada Mao.
- ¿Entonces te vas a unir a nuestra empresa?
- ¿Qué empresa?


 Y entrando en escena, Nathan contestó a esa pregunta.
- La mía. La que voy a formar con Jim, Mao y… contigo si aceptas esta oportunidad. Encantado de conocerte Emma, soy Nathan.


 Impresionada por la rápida contestación y por la agradable presencia de Nathan, Emma se le quedó mirando sin pestañear y, viendo lo que sucedía ahí, Jim intervino.
- Verás tú… Ya estamos,-logró a decir justo antes de recibir un codazo de Emma que respondió Jim esbozando una leve sonrisa-.


 Notando Mao que Nathan y Emma se habían quedado en silencio mirándose a los ojos, rompió la magia del momento soltando una de sus gracias.
- Nathan, ¿no te dijo nunca tu madre que a los caramelos hay que quitarle el envoltorio antes de comértelos?
- Pero… ¿Qué coño estás diciendo?
- Que nos vayamos al salón a charlar sobre la empresa,-intervino Jim para echar un capote a su compañero-.


 Tras almorzar y charlar larga y tendidamente sobre la idea de Nathan, Emma aceptó unirse al proyecto y, para celebrarlo, todos subieron a la planta de arriba a jugar al futbolín.
- Ya lo veréis,-decía Mao-, Emma y yo os vamos a dar una paliza.
- ¿Eres bueno?-preguntó ella-.
- ¿Que si soy bueno? Mírame y observa cómo se meten los goles.


 Tras varias jugadas, el equipo formado por Jim y Nathan ya iba ganando por 5 goles a 1 y, algo enfadada, Emma le reprochó a Mao que era muy malo.
- ¿Y tú dices que eres bueno, Mao? Menuda estafa…
- Eh, que una mala racha la tiene cualquiera Emma. Ya verás como en la siguiente partida ganamos.
- En la siguiente seguro, pero porque yo no voy a estar en tu equipo.
- Uhhhhh, pega fuerte la niña,-dijo Jim para meter baza-.


 Finalmente, y como era de esperar, Nathan y Jim ganaron la partida. Chocando sus puños, comenzaron a alardear de su hazaña.
- Sentimos presumir pero… ¡Os hemos dado una paliza!-dijo Jim comenzando a carcajearse-.


 Mao no quería ni mirar a Emma, quien tenía cara de pocos amigos.
- ¡No vale! Me habéis puesto con un tío que es manco. ¡Quiero la revancha! Y un cambio de equipos, por favor.
- Venga, yo iré con Emma esta vez,-dijo Nathan-. Jim, tú jugarás con Mao, ¿de acuerdo?
- Esto… Prefiero jugar solo antes que con el bueno de Mao,-comentó Jim mirando con una sonrisa a Mao-.
- Eh, ya te vale tío. Que hago lo que puedo, ¿eh?


 Un par de horas después, Emma tenía que irse para cuidar de su padre y Nathan fue a despedirse.
- Gracias por darme la oportunidad de empezar con este trabajo, Nathan. Significa mucho para mí.
- Eh, dale las gracias a Jim, que fue él quien te recomendó.
- Sí bueno, pero tú aceptaste, así que también te tengo que dar las gracias.
- En ese caso, no hay de qué Emma,-dijo guiñándole un ojo-.


 Abriendo sus brazos, Nathan abrazó a Emma justo antes de que ella se diera media vuelta y marchase hacia su casa.


 Un par de semanas después, la empresa acababa de ser inaugurada oficialmente y todos estaban muy contentos. Nathan les propuso a todos que se fueran a vivir a aquella casa, ya que había habitaciones suficientes para todos pero Emma, por la situación personal que tenía, rehusó. Sin embargo, Jim y Mao aceptaron y, recogiendo sus cosas, se instalaron cada uno en una habitación.


 Jim y Mao tenían un gusto personal distinto y les encantaba no tener que compartir habitación, como se había planteado la idea si finalmente Emma hubiera ido a vivir con ellos. Les daba reparo por ella, ya que era la que más se tenía que desplazar para el trabajo, pero Emma decía que no le importaba, así que todos estaban felices.


 Una mañana de domingo, Nathan se despertó y, tras haber desayunado y arreglado su dormitorio, fue a vestirse porque había quedado…


 Esa mañana no había parado de pensar en ella y saber que había quedado con ella esa mañana le hacía sentirse más impaciente. No veía la hora de tenerla entre sus brazos.


CONTINUARÁ…

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