Llegando los cocineros, camareros y la metre, me puse a animarlos a
todos para que estuvieran a tope ese primer día.
Como metre contraté a la mujer del que era ahora dueño de la
empresa de mi padre. ¿Que por qué hice eso? Porque para su marido
la mujer tenía que estar en casa y yo sabía que ella tenía
estudios, le ofrecí el puesto y aceptó. Estaba muy embarazada en
ese momento, pero me dio igual porque sabía que era buena en lo
suyo.
Ya tenía algunas reservas y entre ellas estaba la de Mia, que sabía
que no me iba a fallar en ese momento tan importante para mí.
-
Terrance, ¡el sitio está genial! Ha merecido la pena todo el
esfuerzo, sin duda.
-
Muchas gracias por venir… Significa mucho para mí.
La gente comenzó a entrar y a pedir su comida, aperitivos, bebida…
Y como la zona era inmejorable y el clima acompañaba, muchos
decidían estar en la terraza.
Yo también me dedicaba a charlar con los clientes, preguntarles cómo
estaban viviendo la experiencia, si les gustaba el ambiente… Lo
típico vaya.
Y, cómo no, hablaba también con mis camareros y todo el personal
para preguntarles cómo se estaban viendo ese primer día, por si
necesitaban algo… Cualquier cosa que les hiciera falta, en
definitiva.
Mia se pidió una copa de un vino bastante bueno y lo saboreó con
gusto. Obviamente, todo lo que ella pidiese le saldría gratis, ya
que no podía cobrarle como a cualquier otra persona. Sin embargo
ella insistió mucho y al final acabó pagando.
Pero como cualquier otro, si veía que se acumulaban los platos
sucios, era el primero en remangarme y llevarlos a la cocina para
meterlos en el lavavajillas.
Los camareros estaban a tope, siendo muy serviciales y con un trato
genial al cliente. Aunque, he de decir que mi restaurante no era para
cualquiera… Quiero decir, que hay de todo, pero que es alta cocina
y normalmente la gente que quiere comer eso son personas con más
nivel económico y educativo.
Los primeros días fueron agotadores y llegaba a mi casa rozando el
alba. Estaba muy centrado en sacar adelante el restaurante y no me
dejaba tiempo para nada más.
Acordándome de Jade, la muchacha que conocí en la fiesta, le mandé
un mensaje para quedar con ella un día de esos y me contestó
rápidamente aceptando la propuesta.
Llegado el día, habíamos quedado en que la recogería en su casa y
saldríamos juntos desde allí para dar una vuelta de camino a algún
sitio para tomar algo. Pero, para mi sorpresa, cuando llegué vi que
la puerta estaba abierta… ¿Iba todo bien?
Y en cuanto abrí la puerta de la casa me encontré en una situación
que me terminó de romper por dentro… Eso que estaba viviendo era
el karma, la vida o lo que fuera que me estaba haciendo pagar por
todo el daño que yo había causado. En ese momento me acordé de
Gloria cuando me pilló follando con su hermana, de Mia y Felisa
cuando las engañé a las dos y mentí descaradamente… Es que, por
muy duro que me pareciese aquello que estaba viviendo, me lo merecía
con creces.
Yéndome de allí sin hacer ruido ni formar un escándalo, me fui
hacia mi restaurante donde me encontré con el dueño de la empresa
de mi padre y yo, echándole cara, lo saludé.
-
Bienvenido a mi restaurante. ¿Tiene usted una reserva?
-
Pero mira a quién tenemos aquí… Si es el mítico Terrance
Willingam y sorprendentemente está en su restaurante… Vaya, vaya,
vaya. ¿Estaré soñando?
-
Venga cariño,-dijo la metre a su marido-, te acompaño a la mesa.
-
Ahora voy,-le dijo a su mujer-. Por cierto Terrance, buena jugada esa
la de contratar a mi mujer. ¿Es una especie de venganza porque te
quité la empresa de tu padre?
-
No, es porque ella lo vale y usted no sabe valorar lo que tiene a su
lado.
-
Por si no te has dado cuenta, mi mujer está embarazada, así que sí,
valoro lo que tengo en casa y en mi cama. Baja esos humos anda, que
acabas de empezar y no sabes lo duro que es llevar adelante tu propio
negocio. Tu padre lo hizo, comenzó con un pequeño bar y ahora
tenemos restaurantes por todo el país. ¿Tú qué tienes? ¿Una
cutrez de restaurante?
- A
todo cerdo le llega su San Martín, no se preocupe caballero,-le dije
manteniendo las formas en todo momento-.
Me sorprendí a mí mismo porque supe mantener la calma y recordé
todas aquellas veces que me metía en peleas cuando me drogaba y me
alegré muchísimo de haber superado esa fase. Enfocándome en el
trabajo, me puse a hablar con una clienta que ya se había hecho fija
y le estuve recomendando ciertos platos de la carta y, cuando vino el
camarero, lo pidió sin dudar.
La verdad es que pese a ser nuevo en eso, tenía un equipo muy
competente y que trabajaba bien. Reinaba el buen rollo entre todos
pese a que trabajar en hostelería es bastante estresante y da lugar
a pequeñas trifulcas entre el personal, pero todo se solucionaba
rápido y sin problemas.
Terminando el turno, limpiamos todo y cerramos hasta la noche, en la
que abriríamos de nuevo para servir la cena a todos aquellos que
quisieran acercarse.
-
Buen trabajo a todos. Descansad todo lo que podáis que las noches ya
sabéis que suelen ser más fuertes. ¡Ánimo equipo!-les decía yo-.
El tiempo fue pasando y el restaurante se levantó poco a poco. El
boca a boca, los anuncios, la publicidad, la calidad de la comida y
el buen trato a los clientes fueron los que provocaron que todo fuera
viento en popa y lograse abrir otro restaurante en la ciudad de al
lado. El boom de aquella inauguración provocó ingresos en una sola
noche que podían ser perfectamente los de una semana de trabajo. Yo
no me despegaba del trabajo y estaba completamente enfocado en él,
en sacar mi empresa adelante hasta el momento en el que una noticia
me hizo reaccionar…
Yendo a la casa del que fuera dueño de la empresa de mi padre, fui a
hablar con él sobre la noticia que había leído.
-
¿Es cierto todo lo que he leído en la prensa? ¿Vais a
cerrar?-pregunté-.
- ¿Y
a ti qué te importa? ¿Vienes a regodearte?
-
Mira Julio, no empecemos… Vengo a preguntarte por la empresa que
inició mi padre y como hijo suyo que soy me interesa.
-
¿Te interesa ahora después de tantos años? No me hagas reír
Terrance…
-
Pero vamos a ver, ¿me quieres contestar a la pregunta? ¿Cerráis?
Endureciendo su expresión, Julio me contestó con voz potente.
-
¡Sí! Vamos a cerrar porque tu estúpido restaurante es más famoso
y llevamos meses teniendo pérdidas y no podemos seguir así. ¿Ya
estás contento?
-
Pues no, no lo estoy porque me da pena que la empresa que levantó mi
padre con el sudor de su frente vea el cierre.
- Es
lo que hay, te guste o no.
- ¿Y
si te compro la empresa?-pregunté sin pensar-.
-
¿Comprar la empresa? ¿Eres idiota?
-
¡Piénsalo! Compraría la empresa y ahora vuestros restaurantes
pasarían a ser parte del grupo “Eat and enjoy” y no se perderían
tantos puestos de trabajo. ¡Sería la solución!
- No
pienso volver a trabajar para ti, eso que te quede bien claro.
Prefiero cerrar antes que eso.
Sin poder reprimirlo más, solté todo lo que llevaba dentro.
-
¡Pero gilipollas! Estás jugando con las vidas de más de 200
personas que trabajan para ti ¿y tú prefieres que todos pierdan su
trabajo antes de aceptar que soy mejor empresario que tú?
-
¡ESO NI LO SUEÑES! Has tenido un golpe de suerte y has cogido fama,
muy bien. Pero no eres mejor empresario que yo ni de lejos.
-
¡Julio! Despierta ya y mira a tu alrededor… Estás a punto de
cerrar una empresa que está teniendo pérdidas de varios miles de
euros y si decides cerrar, todos tus trabajadores tendrán que cobrar
el finiquito y… ¿Has calculado por casualidad el dinero que sería?
Porque creo que vendría siento bastante cantidad. Pero eh, sigue
siendo egoísta y pensando en ti mismo y no en los demás. ¡Es que
ni en tu propia familia Julio! ¿Qué pasará con tus tres hijos? ¿Y
contigo? ¿Podréis vivir todos con el sueldo que le doy a tu mujer
por trabajar para mí? Porque esta casa debe tener muchos gastos…
¿Me equivoco?
Agachando la cabeza, Julio suspiró y me dio la razón.
- Me
cago en mi estampa, en ti y en toda tu familia Terrance pero… Sí,
tienes razón. He de pensar primero en los demás antes que en mí y
en mi trifulca personal contigo. Lo mejor será que… Te pases el
lunes por la oficina y hagamos oficial frente al consejo el traspaso.
Convocaré la reunión ahora mismo para que cancelen todo lo que
tengan ese día.
-
Vas a hacer lo correcto, te lo prometo.
-
Eso espero porque quiero mucho a esta empresa pese a que no la
levanté yo.
- Lo
sé, has estado siempre al pie del cañón cuando yo no estuve. Pero
ahora sí lo estoy y quiero hacerme cargo de ella… Lo que no voy a
olvidar es lo que has hecho por ella en todos estos años.
Tras charlar un poco y concretar más sobre el traspaso, volví a
casa, a mi nueva casa. Mi red de restaurantes iba tan bien que tenía
suficientes ingresos como para permitirme un tipo de casa así y,
sinceramente me encantaba.
Entrando en el despacho, se me ocurrió la idea de escribir mis
memorias desde que nací hasta el día de hoy con todo lujo de pelos
y señales. Pero más que publicarlo, quería que fuera una especie
de diario, donde apuntaría todo lo que me pasó, lo que hice, lo que
provoqué o lo que me hicieron… Así sería consciente de mi paso
por el mundo y vería con otra perspectiva si estaba siendo buena
persona o no.
Cuando no estaba en el trabajo, me pasaba el resto del día frente al
ordenador escribiendo mis pensamientos, mi día a día, reflexiones…
Todo lo que se me ocurría.
Uno de aquellos días y sin que yo supiera nada, entraron en mi casa
para darme una sorpresa.
Sabiendo que me encontrarían en mi despacho, entraron y cuando
hablaron, me giré automáticamente.
-
¿Qué tal papá?-preguntó Nicole-. ¿Escribiendo como siempre?
-
Pero bueno Nicole, Ramsah, ¿qué os trae por aquí?
-
Queríamos verte e invitarte a comer con mamá, Felisa y nuestras
respectivas parejas,-contestó Ramsah-.
Levantándome como pude, miré a mis hijas con tristeza.
-
¿Mia por fin se ha buscado a un hombre?
-
Papá, sabes perfectamente que mamá sigue enamorada de ti hasta las
trancas,-dijo Ramsah-. ¿Por qué no quieres estar con ella?
-
Porque no soy bueno para ella. Vosotras no lo sabéis todo de mí,
pero yo he sido un cabrón integral e hice mucho daño a vuestras
madres.
- Lo
sabemos, pero la gente cambia papá,-intervino Nicole-. Fíjate en ti
ahora mismo: dueño de una multinacional, dando trabajo y
oportunidades laborales a cientos de personas, ocupándote de
nosotras en todo momento, ayudando a nuestras madres siempre que lo
necesitaban… Todos cometemos errores, todos. Aquí nadie es
perfecto así que deja de culparte ya por cosas que pasaron hace ya
40 años y sé feliz lo que te queda de vida.
Sin poderlo evitar, me quedé en silencio embobado mirando a mis
niñas… Y es que no me daba cuenta de que eran dos mujercitas
hechas y derechas con sus parejas y sus estudios terminados. Yo las
seguía viendo como cuando eran pequeñas pese a que Nicole era
profesora en un instituto de prestigio y Ramsah periodista en un
importante periódico de tirada nacional.
Abrazando a Ramsah, agradecí que viniese a por mí junto con su
hermana. Yo ya me sentía viejo, lento y a veces pesado, pero siempre
que podían mis hijas venían a verme y aunque estuvieran cinco
minutos, eso era más que suficiente para alegrarme todo el día.
E hice lo mismo con Nicole, agradeciéndole esas palabras que me
había dirigido hacía escasos segundos y que tan profundas habían
sido y tanto me estaban haciendo pensar en ese momento.
Cambiándome de ropa, salí dispuesto a reconquistar a Mia hasta que
una inmensa duda comenzó a invadirme.
-
¿Creéis que Mia me aceptará después de tantos años?
-
Claro que sí papá,-me dijo Nicole-. La tía Mia no se ha casado
nunca, tampoco ha tenido parejas… ¿No te dice algo eso?
- Ya
pero… ¿Qué opinará tu madre? Felisa también me dijo que sentía
algo por mí y… No quiero volver a hacerlas daño.
-
Papá,-intervino Ramsah saliendo de casa-, la tía Felisa no se lo
pensó tanto cuando se casó con Bernard y se quedó embarazada de
los mellizos. Y que yo sepa no se ha sentido culpable y ama a su
marido con locura, ¿verdad Nicole?
-
Pues claro… Anda que no está loca con Bernard… Si hasta que pude
independizarme no paraba de escucharlos dándole al tema todas las
noches.
Y entre charlas nos fuimos hacia el coche para ir hacia el
restaurante donde estarían esperando los demás, quienes se
alegraron mucho de verme. Gracias a la charla que me dio Nicole,
comencé a quitar esas capas de culpabilidad que todavía pesaban
sobre mi conciencia y que tanto daño me habían hecho a lo largo de
mi vida. Sabía que me quedaba poco, pero me había dado cuenta que
lo que me quedase quería disfrutarlo y por eso me sinceré con Mia,
me declaré y ella me confesó que seguía enamorada de mí después
de todos esos años, así que nos casamos y por fin puedo decir que
soy feliz y tengo todo lo que quiero.
FIN
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