domingo, 9 de febrero de 2020

Capítulo 11 || Cambios

Tras unos largos meses de preparación, reformas, organización, noches de insomnio y quebraderos de cabeza, había llegado el día de la inauguración de mi propio restaurante. Mi padre había abierto el suyo y yo, ya que lo había perdido, tendría el mío propio.


 Llegando los cocineros, camareros y la metre, me puse a animarlos a todos para que estuvieran a tope ese primer día.


 Como metre contraté a la mujer del que era ahora dueño de la empresa de mi padre. ¿Que por qué hice eso? Porque para su marido la mujer tenía que estar en casa y yo sabía que ella tenía estudios, le ofrecí el puesto y aceptó. Estaba muy embarazada en ese momento, pero me dio igual porque sabía que era buena en lo suyo.


 Ya tenía algunas reservas y entre ellas estaba la de Mia, que sabía que no me iba a fallar en ese momento tan importante para mí.
- Terrance, ¡el sitio está genial! Ha merecido la pena todo el esfuerzo, sin duda.
- Muchas gracias por venir… Significa mucho para mí.


 La gente comenzó a entrar y a pedir su comida, aperitivos, bebida… Y como la zona era inmejorable y el clima acompañaba, muchos decidían estar en la terraza.


 Yo también me dedicaba a charlar con los clientes, preguntarles cómo estaban viviendo la experiencia, si les gustaba el ambiente… Lo típico vaya.


 Y, cómo no, hablaba también con mis camareros y todo el personal para preguntarles cómo se estaban viendo ese primer día, por si necesitaban algo… Cualquier cosa que les hiciera falta, en definitiva.


 Mia se pidió una copa de un vino bastante bueno y lo saboreó con gusto. Obviamente, todo lo que ella pidiese le saldría gratis, ya que no podía cobrarle como a cualquier otra persona. Sin embargo ella insistió mucho y al final acabó pagando.


 Pero como cualquier otro, si veía que se acumulaban los platos sucios, era el primero en remangarme y llevarlos a la cocina para meterlos en el lavavajillas.


 Los camareros estaban a tope, siendo muy serviciales y con un trato genial al cliente. Aunque, he de decir que mi restaurante no era para cualquiera… Quiero decir, que hay de todo, pero que es alta cocina y normalmente la gente que quiere comer eso son personas con más nivel económico y educativo.


 Los primeros días fueron agotadores y llegaba a mi casa rozando el alba. Estaba muy centrado en sacar adelante el restaurante y no me dejaba tiempo para nada más.


 Acordándome de Jade, la muchacha que conocí en la fiesta, le mandé un mensaje para quedar con ella un día de esos y me contestó rápidamente aceptando la propuesta.


 Llegado el día, habíamos quedado en que la recogería en su casa y saldríamos juntos desde allí para dar una vuelta de camino a algún sitio para tomar algo. Pero, para mi sorpresa, cuando llegué vi que la puerta estaba abierta… ¿Iba todo bien?


 Y en cuanto abrí la puerta de la casa me encontré en una situación que me terminó de romper por dentro… Eso que estaba viviendo era el karma, la vida o lo que fuera que me estaba haciendo pagar por todo el daño que yo había causado. En ese momento me acordé de Gloria cuando me pilló follando con su hermana, de Mia y Felisa cuando las engañé a las dos y mentí descaradamente… Es que, por muy duro que me pareciese aquello que estaba viviendo, me lo merecía con creces.


 Yéndome de allí sin hacer ruido ni formar un escándalo, me fui hacia mi restaurante donde me encontré con el dueño de la empresa de mi padre y yo, echándole cara, lo saludé.
- Bienvenido a mi restaurante. ¿Tiene usted una reserva?
- Pero mira a quién tenemos aquí… Si es el mítico Terrance Willingam y sorprendentemente está en su restaurante… Vaya, vaya, vaya. ¿Estaré soñando?
- Venga cariño,-dijo la metre a su marido-, te acompaño a la mesa.
- Ahora voy,-le dijo a su mujer-. Por cierto Terrance, buena jugada esa la de contratar a mi mujer. ¿Es una especie de venganza porque te quité la empresa de tu padre?
- No, es porque ella lo vale y usted no sabe valorar lo que tiene a su lado.
- Por si no te has dado cuenta, mi mujer está embarazada, así que sí, valoro lo que tengo en casa y en mi cama. Baja esos humos anda, que acabas de empezar y no sabes lo duro que es llevar adelante tu propio negocio. Tu padre lo hizo, comenzó con un pequeño bar y ahora tenemos restaurantes por todo el país. ¿Tú qué tienes? ¿Una cutrez de restaurante?
- A todo cerdo le llega su San Martín, no se preocupe caballero,-le dije manteniendo las formas en todo momento-.


 Me sorprendí a mí mismo porque supe mantener la calma y recordé todas aquellas veces que me metía en peleas cuando me drogaba y me alegré muchísimo de haber superado esa fase. Enfocándome en el trabajo, me puse a hablar con una clienta que ya se había hecho fija y le estuve recomendando ciertos platos de la carta y, cuando vino el camarero, lo pidió sin dudar.


 La verdad es que pese a ser nuevo en eso, tenía un equipo muy competente y que trabajaba bien. Reinaba el buen rollo entre todos pese a que trabajar en hostelería es bastante estresante y da lugar a pequeñas trifulcas entre el personal, pero todo se solucionaba rápido y sin problemas.


 Terminando el turno, limpiamos todo y cerramos hasta la noche, en la que abriríamos de nuevo para servir la cena a todos aquellos que quisieran acercarse.
- Buen trabajo a todos. Descansad todo lo que podáis que las noches ya sabéis que suelen ser más fuertes. ¡Ánimo equipo!-les decía yo-.


 El tiempo fue pasando y el restaurante se levantó poco a poco. El boca a boca, los anuncios, la publicidad, la calidad de la comida y el buen trato a los clientes fueron los que provocaron que todo fuera viento en popa y lograse abrir otro restaurante en la ciudad de al lado. El boom de aquella inauguración provocó ingresos en una sola noche que podían ser perfectamente los de una semana de trabajo. Yo no me despegaba del trabajo y estaba completamente enfocado en él, en sacar mi empresa adelante hasta el momento en el que una noticia me hizo reaccionar…  


 Yendo a la casa del que fuera dueño de la empresa de mi padre, fui a hablar con él sobre la noticia que había leído.
- ¿Es cierto todo lo que he leído en la prensa? ¿Vais a cerrar?-pregunté-.
- ¿Y a ti qué te importa? ¿Vienes a regodearte?
- Mira Julio, no empecemos… Vengo a preguntarte por la empresa que inició mi padre y como hijo suyo que soy me interesa.
- ¿Te interesa ahora después de tantos años? No me hagas reír Terrance…
- Pero vamos a ver, ¿me quieres contestar a la pregunta? ¿Cerráis?


 Endureciendo su expresión, Julio me contestó con voz potente.
- ¡Sí! Vamos a cerrar porque tu estúpido restaurante es más famoso y llevamos meses teniendo pérdidas y no podemos seguir así. ¿Ya estás contento?
- Pues no, no lo estoy porque me da pena que la empresa que levantó mi padre con el sudor de su frente vea el cierre.
- Es lo que hay, te guste o no.
- ¿Y si te compro la empresa?-pregunté sin pensar-.
- ¿Comprar la empresa? ¿Eres idiota?
- ¡Piénsalo! Compraría la empresa y ahora vuestros restaurantes pasarían a ser parte del grupo “Eat and enjoy” y no se perderían tantos puestos de trabajo. ¡Sería la solución!
- No pienso volver a trabajar para ti, eso que te quede bien claro. Prefiero cerrar antes que eso.


 Sin poder reprimirlo más, solté todo lo que llevaba dentro.
- ¡Pero gilipollas! Estás jugando con las vidas de más de 200 personas que trabajan para ti ¿y tú prefieres que todos pierdan su trabajo antes de aceptar que soy mejor empresario que tú?
- ¡ESO NI LO SUEÑES! Has tenido un golpe de suerte y has cogido fama, muy bien. Pero no eres mejor empresario que yo ni de lejos.
- ¡Julio! Despierta ya y mira a tu alrededor… Estás a punto de cerrar una empresa que está teniendo pérdidas de varios miles de euros y si decides cerrar, todos tus trabajadores tendrán que cobrar el finiquito y… ¿Has calculado por casualidad el dinero que sería? Porque creo que vendría siento bastante cantidad. Pero eh, sigue siendo egoísta y pensando en ti mismo y no en los demás. ¡Es que ni en tu propia familia Julio! ¿Qué pasará con tus tres hijos? ¿Y contigo? ¿Podréis vivir todos con el sueldo que le doy a tu mujer por trabajar para mí? Porque esta casa debe tener muchos gastos… ¿Me equivoco?


 Agachando la cabeza, Julio suspiró y me dio la razón.
- Me cago en mi estampa, en ti y en toda tu familia Terrance pero… Sí, tienes razón. He de pensar primero en los demás antes que en mí y en mi trifulca personal contigo. Lo mejor será que… Te pases el lunes por la oficina y hagamos oficial frente al consejo el traspaso. Convocaré la reunión ahora mismo para que cancelen todo lo que tengan ese día.
- Vas a hacer lo correcto, te lo prometo.
- Eso espero porque quiero mucho a esta empresa pese a que no la levanté yo.
- Lo sé, has estado siempre al pie del cañón cuando yo no estuve. Pero ahora sí lo estoy y quiero hacerme cargo de ella… Lo que no voy a olvidar es lo que has hecho por ella en todos estos años.


 Tras charlar un poco y concretar más sobre el traspaso, volví a casa, a mi nueva casa. Mi red de restaurantes iba tan bien que tenía suficientes ingresos como para permitirme un tipo de casa así y, sinceramente me encantaba.


 Entrando en el despacho, se me ocurrió la idea de escribir mis memorias desde que nací hasta el día de hoy con todo lujo de pelos y señales. Pero más que publicarlo, quería que fuera una especie de diario, donde apuntaría todo lo que me pasó, lo que hice, lo que provoqué o lo que me hicieron… Así sería consciente de mi paso por el mundo y vería con otra perspectiva si estaba siendo buena persona o no.


 Cuando no estaba en el trabajo, me pasaba el resto del día frente al ordenador escribiendo mis pensamientos, mi día a día, reflexiones… Todo lo que se me ocurría.


 Uno de aquellos días y sin que yo supiera nada, entraron en mi casa para darme una sorpresa.


 Sabiendo que me encontrarían en mi despacho, entraron y cuando hablaron, me giré automáticamente.
- ¿Qué tal papá?-preguntó Nicole-. ¿Escribiendo como siempre?
- Pero bueno Nicole, Ramsah, ¿qué os trae por aquí?
- Queríamos verte e invitarte a comer con mamá, Felisa y nuestras respectivas parejas,-contestó Ramsah-.


 Levantándome como pude, miré a mis hijas con tristeza.
- ¿Mia por fin se ha buscado a un hombre?
- Papá, sabes perfectamente que mamá sigue enamorada de ti hasta las trancas,-dijo Ramsah-. ¿Por qué no quieres estar con ella?
- Porque no soy bueno para ella. Vosotras no lo sabéis todo de mí, pero yo he sido un cabrón integral e hice mucho daño a vuestras madres.
- Lo sabemos, pero la gente cambia papá,-intervino Nicole-. Fíjate en ti ahora mismo: dueño de una multinacional, dando trabajo y oportunidades laborales a cientos de personas, ocupándote de nosotras en todo momento, ayudando a nuestras madres siempre que lo necesitaban… Todos cometemos errores, todos. Aquí nadie es perfecto así que deja de culparte ya por cosas que pasaron hace ya 40 años y sé feliz lo que te queda de vida.


 Sin poderlo evitar, me quedé en silencio embobado mirando a mis niñas… Y es que no me daba cuenta de que eran dos mujercitas hechas y derechas con sus parejas y sus estudios terminados. Yo las seguía viendo como cuando eran pequeñas pese a que Nicole era profesora en un instituto de prestigio y Ramsah periodista en un importante periódico de tirada nacional.


 Abrazando a Ramsah, agradecí que viniese a por mí junto con su hermana. Yo ya me sentía viejo, lento y a veces pesado, pero siempre que podían mis hijas venían a verme y aunque estuvieran cinco minutos, eso era más que suficiente para alegrarme todo el día.


 E hice lo mismo con Nicole, agradeciéndole esas palabras que me había dirigido hacía escasos segundos y que tan profundas habían sido y tanto me estaban haciendo pensar en ese momento.  


 Cambiándome de ropa, salí dispuesto a reconquistar a Mia hasta que una inmensa duda comenzó a invadirme.
- ¿Creéis que Mia me aceptará después de tantos años?
- Claro que sí papá,-me dijo Nicole-. La tía Mia no se ha casado nunca, tampoco ha tenido parejas… ¿No te dice algo eso?
- Ya pero… ¿Qué opinará tu madre? Felisa también me dijo que sentía algo por mí y… No quiero volver a hacerlas daño.
- Papá,-intervino Ramsah saliendo de casa-, la tía Felisa no se lo pensó tanto cuando se casó con Bernard y se quedó embarazada de los mellizos. Y que yo sepa no se ha sentido culpable y ama a su marido con locura, ¿verdad Nicole?
- Pues claro… Anda que no está loca con Bernard… Si hasta que pude independizarme no paraba de escucharlos dándole al tema todas las noches.


 Y entre charlas nos fuimos hacia el coche para ir hacia el restaurante donde estarían esperando los demás, quienes se alegraron mucho de verme. Gracias a la charla que me dio Nicole, comencé a quitar esas capas de culpabilidad que todavía pesaban sobre mi conciencia y que tanto daño me habían hecho a lo largo de mi vida. Sabía que me quedaba poco, pero me había dado cuenta que lo que me quedase quería disfrutarlo y por eso me sinceré con Mia, me declaré y ella me confesó que seguía enamorada de mí después de todos esos años, así que nos casamos y por fin puedo decir que soy feliz y tengo todo lo que quiero.


FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario