miércoles, 24 de julio de 2019

Capítulo 2 || El Intruso


Minutos después Diana, la esposa de Roger, bajó al sótano a conocer a la nueva inquilina que viviría desde entonces en su sótano.
- Hola, buenos días. ¿Hay alguien?



 Mientras tanto, C34 contemplaba el cuerpo completamente desnudo de esa humana.
- Nota 569: Nunca los estudios a los humanos durante tantos cientos de años han sido tan fructíferos como los de hoy. No hay nada como engatusar a un hombre con algo de sexo como para conseguir lo que quieres. Si esto sigue así, la raza humana es mucho más débil de lo que imaginaba. PD: La humana en la que me he convertido tiene un buen culo.

- ¿Hay alguien? ¿Hola?-escuchó C34 desde fuera de la habitación-.


 Saliendo tal y como estaba, Diana se encontró completamente desnuda a C34. Retirando la mirada casi al instante, la dueña del sótano tomó la palabra.
- Disculpe señorita, pero no quería molestarla…

- No es molestia. Está usted en su casa, señora.


 Y alzando su mano, C34 comenzó a agitarla a modo de saludo, tal y como había visto en los estudios de su pueblo.
- Es un placer conocerla,-dijo la supuesta Rebeca-. ¿Le importa que nos sentemos? Estoy agotada…
- Bien, pero… ¿no debería vestirse primero?

- ¿Vest...? Ah, sí. Deme un momento,-dijo C34 agarrando la mano de Diana y conduciéndola al sofá antes de ir al dormitorio de nuevo-.


 Algo intimidada por la situación pero ya más tranquila, Diana comenzó a hablar.
- Verá… No es que no me importe que vaya desnuda, pero es extraño ver a una chica desnuda en mi casa y que no sea yo.
- Puedes llamarme Rebeca, no soy tan vieja como para que me trate de usted,-dijo C34 copiando las palabras de Roger minutos antes-.
- Lo mismo te digo, Rebeca. Yo soy Diana.
- Entonces… ¿puedo estar desnuda?
- Sí, pero ten cuidado con mi marido, que hasta que se casó conmigo y le corté las alas, no paraba de ir de una chica en otra.
- ¿Ir de una chica en otra? No te entiendo…
- Sí, ya me entiendes. Que no le gustaba estar solo con una…
- ¿Estar con una?
- Follar, Rebeca. ¿No sabes lo que es follar? Imagino que sí, vaya.
- Eh… Sí. Y me gusta mucho,-mintió C34-. ¿Y a ti te gusta follar?

- Claro. ¿Y a quién no?


 En ese momento, a C34 se le ocurrió una idea descabellada y se propuso llevarla a cabo.
- ¿Y si follamos juntas?
- ¿Perdón?
- Sí, a ti te gusta follar, a mí también… ¿Qué problema hay?
- Pues el problema es Roger, que nos casamos hace tres meses y lo quiero.
- No sé lo que opinará él, pero antes me agarró el culo y me besó.

- ¡¿Cómo dices?!


 Al cabo de un rato, al ver que Diana no subía, Roger fue a ver qué pasaba y, lo que se encontró en el salón lo descolocó por completo. ¿Esas eran Rebeca y su mujer enrolladas?


 Poco a poco, Roger se fue acercando cuando comenzó a ver cómo el pelo de Rebeca comenzaba a clarearse y a convertirse en rubio, cómo sus pechos dejaban paso a pelo en unos pectorales masculinos y cómo su mujer comenzó a gemir apasionadamente.


 Diana, al notar cómo algo duro rozaba con su vagina, abrió los ojos y pudo ver que la preciosa Rebeca se había convertido en un completo desconocido.
- Pero… ¿quién coño es usted?


 Mirándose, C34 supo que se había desconcentrado tanto que volvió a su forma humana base.
- Mierda, estoy en un buen lío,-pensó-.
- ¿Usted no es quien antes quiso alquilar el sótano?-preguntó Roger-.
- ¿Dónde está Rebeca?-preguntaba Diana-. ¿Qué coño es usted?

- Lo siento, pero he de hacerlo...-dijo C34 antes de llevarse sus manos a la sien y comenzar a borrarles la memoria-.


 Tanto Roger como Diana comenzaron a sentir un fuerte dolor de cabeza que los hizo desplomarse en el suelo irremediablemente, dándole tiempo a C34 para cambiar a su forma femenina y salir corriendo de allí. No podía arriesgarse a que la memoria no se hubiera borrado por completo.


 De esta experiencia, C34 había sacado un par de cosas en claro: Lo primero era que los humanos tenían una debilidad y era el sexo; lo segundo que, cuando se unía a una persona a la hora de tener sexo, automáticamente recibía todos los recuerdos y experiencias vividas...


 Sin embargo y, para su sorpresa, una chica exactamente igual a la imagen que había adoptado se cruzó frente a ella.
- Joder, estoy en un lío. En cuanto me vea me va a descubrir y me llevarán de vuelta… Tengo que pensar algo.

- ¿Patricia?-dijo aquella chica-. ¿Qué haces aquí?


 Era demasiado tarde, C34 estaba en un gran problema del que no sabía cómo iba a poder salir.
- Creía que te habías ido de viaje… ¿Al final lo has pensado mejor?
- Esto… Sí. Creo que no era el momento y… Bueno, aquí estoy.

- ¡Esa es mi hermana!-gritó aquella chica abrazándose a ella-.


 C34 respiró un poco al saber que esa chica era la hermana de quien se había convertido, pero ahora tendría que averiguar más sobre ella porque para él era una auténtica desconocida.
- Lo que me extraña es que te hayas quedado aquí y no hayas venido a casa directamente o no me hayas hablado. ¿Ha pasado algo?
- No, simplemente quería pensar y reflexionar sobre el rumbo de mi vida.
- Pero Patricia, soy tu hermana, gemela además. Siempre has contado conmigo para todo y me extraña que esta vez no haya sido así…
- No te preocupes… Estoy bien.

- Entonces, ¿vamos a casa?


 C34 sonrió. Ahora tenía casa y sin pagar absolutamente nada de alquiler.
- Sí, vámonos ya.
- Ya verás la cara que pondrán las chicas cuando te vean… Menuda sorpresa se van a llevar.
- ¿Las chicas?
- Joder Patricia, Tessa y Carmela, nuestras compañeras de piso. ¿Seguro que estás bien?

- Sí, sí, seguro.


 Dirigiéndose hacia la casa, fueron charlando por el camino. C34 seguía sin averiguar el nombre de la hermana de aquella chica y claro, ¿con qué cara le iba a preguntar su nombre si él era su hermana gemela ahora?


 Al entrar en la vivienda, la hermana de Patricia se adelantó y saludó a las chicas.
- Carmela, Tessa, adivinad a quién me he encontrado paseando por la calle…
- ¿A quién, Vanessa?-preguntó Tessa, la chica rubia que estaba sentada más alejada de la puerta principal-.

- Mira y lo sabrás,-contestó Vanessa, la hermana de Patricia-.


 Al fin sabía el nombre de “su hermana”. Y las chicas que vivían con ellas eran otro misterio para él, ya que no conocía nada de ninguna de ellas. Tendría que averiguar más...


 La chica del vestido verde, Carmela, fue la primera en abrazarse a Patricia y lo que pudo notar ésta fue la exuberante pechonalidad de su “amiga”.
- ¡Cuánto me alegra verte, Patricia! ¿Cómo es que estás aquí?
- Me lo he pensado mejor…
- ¿Y entonces tu novio?
- ¿Mi… Novio? Pues…

- ¿No se lo has dicho aún?


 Entrometiéndose en la conversación, Tessa también abrazó a Patricia.
- Carmela, deja eso ahora, ya habrá tiempo de hablar después. Me alegra verte Patricia... Siempre te he dicho que te tomes las cosas con calma y por fin me has escuchado.

- Gracias Tessa. Eres una buena amiga,-contestó C34-.


 Tras separarse de Tessa, C34 miró hacia Vanessa y ésta comenzó a hablarle.
- Patricia, yo me voy a cambiar y me voy a hacer ejercicio, ¿te vienes?
- No, creo que me quedaré por aquí.
- Como quieras, yo voy a donde siempre, ¿vale?

- Sí, perfecto…-¿Y dónde era “donde siempre”? Se preguntaba C34-.


 Saliendo a despedir a “su hermana”, a C34 se le ocurrió una idea.
- Si he de vivir aquí, tengo que conocer más sobre Vanessa, Carmela y Tessa para no levantar sospechas… Será mejor que me cambie “el traje”.


 Vanessa, tras unos minutos haciendo footing, llegó a un parque donde descansar un poco antes de continuar con su rutina de ejercicios. Lo que no sabía era que llevaban siguiéndola desde el principio…


 Viendo la canasta de baloncesto, Vanessa agarró una pelota y comenzó a realizar tiros mientras que C34, en su versión masculina, la observaba.


 C34 guardaba toda esa información para aprender más, pero lo que ya había averiguado hasta ese momento era que a través del sexo siempre se conseguían las cosas, así que tendría que ingeniárselas para llevar a cabo su plan.


 Acercándose a Vanessa, C34 fue a hacerle una pregunta.
- Perdona, ¿puedo jugar contigo?

- Sí claro, coge una pelota,-contestó Vanessa alegremente-.


 C34 no había jugado al baloncesto en su vida y por lo que había visto a Vanessa, intuyó que se jugaba así, pero era muy malo y apenas si llegaba a canasta, lo que provocaba risas en su compañera de juego.


 Tanto era así, que por culpa de una carcajada, la bola que lanzó Vanessa fue a parar a la cara de C34, provocándole un gran dolor en la nariz.
- Mierda, lo siento,-comenzó a disculparse Vanessa-. ¿Estás bien?


 Sentándose en uno de los bancos cercanos, C34 le aseguró que estaba bien, pero Vanessa insistía en que fuera al médico.
- Deberías ir al centro de salud a que te mirasen por si te has hecho daño. Ese pelotazo ha sido muy fuerte.
- De verdad Vanessa, estoy bien.
- Eh, ¿cómo sabes mi nombre?-preguntó ella extrañada-.
- Me lo has dicho antes, ¿no te acuerdas?-mierda, la había cagado-.
- Ah sí, es cierto. Que con esto que ha pasado se me ha ido la cabeza. ¿Y tu nombre cual es?
- Phill. Phill Spencer.
- Pues encantada de conocerte Phill. Ya que no vas a ir al médico, te vas a venir conmigo a mi casa para que te eche un vistazo.
- ¿A tu casa? Pero…

- No hay peros que valgan. Te he dado el pelotazo, ¿no? Pues yo te cuidaré. Venga, andando…



CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario