CAPÍTULO 2
Los días seguían
pasando y las dos chicas seguían intentando traer a niños y niñas para que el
orfanato no se viniera abajo y tuvieran que mandar a Igashu a otro sitio. Una
vez se pusieron en contacto con otro orfanato y le mandaron un par de
chiquillos pero que rápidamente se los llevaron a porque las mismas educadoras
de otros lugares como este no querían que estuvieran en un ambiente tan hostil
como es entre indios nativos. Y así con el tiempo pasaron 6 años más. Corría ya
el año 1996.
Igashu seguía siendo el
único niño y ya el gobierno de la Reserva se había puesto en contacto con Asia
y Andrea para decirle que o traían más niños o las subvenciones se acabarían.
Por eso Andrea y su
compañera, necesitaban más que nunca la venida de más críos. Se pusieron en
contacto con otro orfanato que se encontraba en el condado de al lado y
hablaron durante unas pocas semanas.
Asia quedó en que iría
a recoger a un niño y se lo traería a este orfanato. Al fin parecía que las
cosas irían a mejor.
Cuando salió de la
casa, Igashu que estaba en el piso de arriba se despidió.
-
Hasta luego
Asia. ¿Traes a otro niño?
-
Sí, ya verás qué
pronto os hacéis amigos.
Al cabo de una hora
vino Asia con el chico y, la verdad, no parecía muy contento.
-
Esta va a ser tu
casa a partir de ahora. ¿Qué te parece?
-
Una mierda, como
todas.
-
¡Oye! Aquí ni
una palabrota.
Igashu se sorprendió al
ver esa rebeldía. No estaba acostumbrado a ver niños así, salvo en el colegio,
aunque cuando había problemas no llegaba a nada más que gritos.
Andrea estaba abajo
esperando y llamó a Igashu para que bajara.
-
Andrea, ¿ese
niño va a vivir con nosotros?
-
Sí, por fin
tendrás compañía de nuevo.
-
Ya…
-
¿Qué pasa?
-
No, nada…
Igashu miraba a Andrea
mientras hablaba. Cada vez más sus rasgos indios estaban más marcados. Era
indudable que era un Lakota.
Asia entró con el nuevo
chico.
-
Mitch te
presento a Andrea que también trabaja aquí igual que yo. Y este chico es
Igashu.
Este chico era Mitch
Parker, que tenía 9 años en ese momento, igual que Igashu. Tenía un recorrido
bastante extenso de orfanatos, familias de acogida y un sinfín de malas
experiencias. Su madre drogadicta y su padre en cadena perpetua por atracar un
banco y matar a dos personas.
Igashu amablemente
saludó a Mitch, su nuevo compañero.
-
Hola Mitch.
-
¿Tú eres indio
no?
-
Sí… ¿por?
-
Joder macho, a
valiente sitio me traéis.
-
¡Mitch!-gritó
Andrea-.
Igashu se fue para el
salón y se puso a jugar a la play 1. Más tarde apareció Mitch por allí.
-
¿A qué juegas?
-
¿No lo
ves?-respondió Igashu-.
-
¿Puedo jugar?
-
Tú mismo.
Los dos niños
comenzaron a jugar juntos a la consola mientras aporreaban el mando.
Mientras tanto, las dos
compañeras hablaban de Mitch.
-
Andrea, no sé si
hemos acertado trayendo a Mitch. Los del otro orfanato estaban encantados con
el hecho de que se fuera.
-
Asia, no sería
para tanto…
-
¡¿Qué no?! Si
hasta los mismos niños estaban aplaudiendo.
-
Madre mía, ¿en
serio?
Andrea estaba flipando
en colores.
-
No me esperaba
eso, sinceramente.
-
Ni tú ni nadie
Andrea. Yo me he quedado con la boca abierta al ver esa situación. Es que por
lo que me han contado, ha tenido una malísima experiencia.
-
¿Te contaron
algo?
-
Sí, que los
Servicios Sociales le quitaron la custodia a la madre, ya te puedes hacer una
idea, ella drogadicta y el padre en la cárcel. Después las familias que lo
acogieron no le terminaban de gustar por cómo se comportaba Mitch y ha estado
pasando de orfanato en orfanato desde los 4 años.
Asia no estaba del todo
convencida.
-
Es una vida muy
difícil para la edad que tiene y ha pasado mucho en muy poco tiempo, pero… es
que si nos va a dar problemas, mejor que se hubiese quedado allí.
-
Asia, hemos
tenido mucha suerte de que Igashu es un buen chico, pero todos no son así,
ahora tendremos que estar más pendientes de ellos.
En el salón, Mitch
acababa de perder contra Igashu…
-
Me cago en la
puta. Eres un tramposo.
-
No he hecho
trampas Mitch.
-
Sí, sí, lo que
tú digas…
Mitch se levantó y se
dirigió a una puerta.
-
¿Qué hay detrás
de esa puerta?
-
Es la sala de
ordenadores y de estudio.
-
Interesante…
-
¡Pero no se
puede entrar ahí sin permiso!
-
¡Déjame en paz!
Mitch, tan malhablado y
“educado” que siempre, entró en la sala de ordenadores pese a las negaciones de
Igashu.
Encendió el ordenador y
se puso a cotillear lo que había por ahí.
De repente, se le
encendió la bombilla.
-
Voy a gastarles
una bromita… Jajajaja, se van a cagar.
Igashu finalmente entró
también en la sala de ordenadores.
-
¿Qué estás
haciendo?
-
¿Y a ti qué te
importa?
-
No seas tan
borde conmigo que te lo he dicho para que no te regañen.
-
¿A mí? Jajaja,
no digas tonterías indio.
-
Me llamo Igashu.
-
Sí, Pikachu te
llamas ahora.
Fuera, en la entrada,
las dos amigas y compañeras se abrazaban.
-
Ay Andrea, qué
sería de mí sin ti por aquí.
-
Lo mismo te
digo, eres muy importante para mí.
Andrea miró la hora.
-
Uy qué tarde es,
voy a hacer la cena.
-
Vale, yo
mientras voy a echarles un ojo a estos.
Asia entró en el salón
pero no los vio allí, cosa que le extrañó.
Escuchó algo de ruido
donde estaban los ordenadores y cuando entró se encontró de frente a Igashu.
-
Alto ahí
jovencito, ¿qué te tenemos dicho? No puedes entrar aquí sin permiso.
-
Ya lo sé, pero…
Mitch había sido más
rápido que Igashu y salió primero por la puerta que comunica con la entrada.
-
Jajaja, pringao.
Eso te pasa por ganarme a la play.
Asia se creía que
Igashu le estaba mintiendo.
-
De verdad que no
te miento, que Mitch se ha metido en la habitación y ha encendido el ordenador.
-
Igashu, no
quiero que me mientas. Dime la verdad que no pasa nada.
-
¡QUE TE DIGO LA
VERDAD!
-
¡A tu cuarto
castigado!
-
¿Por qué?
-
Por gritarme y
mentirme. Ale, arriba. Ahora te aviso para cenar.
Mitch, con su llegada, había
revolucionado la antigua Hacienda. ¿Cómo seguirá el Orfanato a partir de ahora?
CONTINUARÁ…
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