lunes, 11 de febrero de 2019

Sueños Rotos || Capítulo 18

El médico llegó rápidamente, cargó en el coche a Lin y se lo llevó hacia su casa, donde tenía la consulta. Aún estaba vivo, pero había perdido mucha sangre y necesitaba una transfusión urgente. Marina, ofreciéndose voluntaria, se prestó a ello.


Tras varias horas de preocupación, el peligro había pasado. Lin había tenido muchísima suerte y el palo no había atravesado ningún órgano, provocándole, eso sí, una gran herida que le dejaría una cicatriz de por vida. Vida que tendría gracias a la aportación sanguínea de Marina, quien le había donado parte de su sangre para que Lin pudiera recuperarse.
A su vez, Marina recibía atención médica por los golpes y arañazos que presentaba en la cara.
- Señorita, es mi trabajo y tengo que cerciorarme de que todo está bien. Ha sufrido una caída por unas escaleras desde una altura importante, así que es mi deber.
- Lo entiendo doctor, yo también soy médico y conozco los síntomas y sé que no me pasa nada. Pero si así se va a quedar más tranquilo, adelante…
- ¿Está bien Marina, doctor?-preguntó Lin algo más recuperado-.
- Sí, pero usted no se mueva. Es vital que permanezca en esa posición.


A Lin lo habían dejado en ropa interior, presentando variedad de arañazos en la espalda, causados por las diferentes caídas que había tenido al estar secuestrado por su primo Shin Tao, quien había sido capturado por la policía finalmente.


Marina, por su parte, se encontraba mucho más recuperada y estaba en buenas condiciones, pero el médico prefería asegurarse de que todo estuviera bien. Las heridas en la cara eran superficiales, así que si no tenía nada más que eso, no habría ningún tipo de secuelas.


El doctor comenzó a analizar las pruebas de ambos heridos, analizándolas concienzudamente gracias a los aparatos que tenía en su casa y que había comprado recientemente. Quería cerciorarse de que sus dos pacientes se sanarían de la mejor manera posible.


Acercándose a hablar con Lin, Marina seguía muy preocupada por él.
- ¿Cómo estás? ¿Te duele mucho?
- Si no me muevo apenas me molesta, pero es complicado estar en esta posición todo el rato. Verás tú qué odisea va a ser dormir boca abajo esta noche… Si es que consigo dormir, claro.
- Si vemos que no consigues dormir, le diré al médico que te suministre alguna pastilla para que te ayude a descansar.
- Muchísimas gracias por todo lo que has hecho por mí. Ahora tengo tu sangre en mi cuerpo y… Eso no lo olvidaré nunca. Gracias de todo corazón.
- Para mí ha sido un placer ayudarte, Lin.


Marina, pese a encontrarse bien, tenía un fuerte dolor de cabeza, seguramente causado por la conmoción del golpe de Shin Tao al tirarla por la escalera. En cuanto volviera a ver al doctor le pediría una pastilla para combatir su jaqueca.


En los pasillos se encontraban Alex y Yiang-Shu, quienes acababan de llegar al lugar. Previamente, Alex había ido al hotel a cambiarse de ropa y ponerse algo más fresco, porque el calor lo estaba matando y no podía soportar más esa chaqueta encima. Al verse, ambos se sonrieron mutuamente.
- ¿Cómo están?-preguntó Yiang-Shu-.
- No sé nada aún. Acabo de llegar hace unos escasos minutos…


Comenzando a emocionarse, a la madre de Lin se le escapó una lágrima, que comenzó a rodar por sus mejillas.
- Como le pase algo a mi hijo… No podría soportarlo.
- Señora, estoy seguro de que estarán bien. Lin es un chico fuerte y estaba prácticamente consciente cuando lo han traído aquí, no se preocupe.
- Quería darle las gracias por haber salvado a mi hijo… Pase lo que pase con él, le estaré eternamente agradecida.
- No hay sido nada señora...


En el interior de la sala, ambos pacientes charlaban cuando creyeron escuchar las voces de sus seres queridos fuera.
- Creo que mi madre está fuera… Ay, la de disgustos que le estoy dando con lo mayor y enferma que está. No sé cómo pagaremos al médico.
- Tranquilo, cuando la policía nos devuelva el dinero que robó Shin Tao correremos con los gastos de esto, no te preocupes.
- Pero… Espera,-dijo callándose Lin-. ¿Esa voz no es la de Alex?
- Sí, no hay duda. Tu madre y mi marido están fuera. Qué ganas tengo de verlo y abrazarlo…


Y efectivamente, fuera estaban charlando Alex y Yiang-Shu cuando apareció el médico con los resultados de las pruebas.
- Bien, tengo buenas noticias. Lin, efectivamente, está fuera de peligro. La sangre de su hermana ha sido vital para su recuperación, quien sólo sufre las heridas superficiales de su cara, por lo que…
- Espere, espere un momento,-interrumpió Alex al doctor-. ¿Ha dicho hermana?
- Sí, la coincidencia sanguínea es completamente idéntica. ¿Pasa algo?-preguntó inconsciente de la noticia bomba que acababa de soltar-.


Alex se había quedado completamente inmóvil y apenas articulaba palabra. ¿Lin era el hermano de Marina?
- Entonces… ¿Mi esposa es la hermana del señor Cheung?
- Sin duda. Las pruebas no mienten… ¿Qué ocurre?


Mirando a Yiang-Shu, el médico volvió a preguntar lo que ocurría, ya que no se estaba enterando de nada.
- Señora Cheung, dígame qué está pasando.
- Mi niña, mi pobre y dulce Yiang…
- ¿Alguien me puede decir qué está pasando aquí?-preguntó algo desesperado el doctor-.


Tras contarle toda la historia al doctor y a Alex, ambos se quedaron completamente en silencio. No sabían qué decir ni cómo reaccionar. La historia había sido tan fuerte que ambos hombres estaban estupefactos.


Rompiendo ese silencio, con apenas un hilo de voz por culpa del nudo en la garganta, Alex le preguntó al doctor si podían ver a Lin y a Marina.
- Sí, pueden pasar,-accedió el médico-.
- ¿Puedo pasar yo primero?-pidió Yiang-Shu a Alex-. Desearía hablar a solas con mi hija…
- Claro, cómo no. Adelante señora…


Llamando a la puerta, Yiang-Shu entró en la habitación y se encontró a Marina de pie y a su hijo dormido en la cama. Finalmente el sueño le había podido y se encontraba, al fin, descansando después de todo lo ocurrido.
Al haberse enterado de la noticia, Yiang-Shu miraba ahora a Marina con otros ojos, quedándose prácticamente inmóvil por la situación tan chocante que tenía en ese momento.


En completo silencio y durante unos momentos, Yiang-Shu contempló a Marina, quien se sentía algo incómoda al ver que esa señora la miraba de una forma tan intensa. Acercándose a ella, Marina habló.
- ¿Cómo está Alex?
- Está… Bien. Me ha dejado entrar primero porque… Quiero hablar con ust… Contigo, mi querida Yiang.
- ¿Cómo sabe mi nombre?-preguntó extrañada Marina-.


Sin poderlo evitar, Yiang-Shu agachó la mirada antes de comenzar a hablar con Marina.
- Yo misma fui la que te lo puse antes de que… Te arrebatasen de mi lado.
- Disculpe, pero si esto es una especie de broma…
- Para nada,-dijo rápidamente la mujer interrumpiendo a Marina-. El médico acaba de decirnos que las pruebas han salido bien y que la sangre de la hermana de mi hijo ha sido vital para su recuperación, es decir, tu sangre.
- Pero… A ver… No lo entiendo. ¿Lin es mi hermano?
- Así es.
- Por lo que… ¿Usted es mi madre?
- Sí…
- Pero… ¿cómo? Quiero decir, ¿qué ocurrió?
- Fu, mi marido, y yo nos conocimos siendo unos adolescentes, nos enamoramos y, cuando pudimos, nos casamos y rápidamente me quedé en estado, dando a luz a Lin. Sin embargo, y para nuestra sorpresa, me volví a quedar embarazada al cabo de un año y pico, esta vez de ti. Como el hermano de mi marido era tan estricto y estábamos a su completa merced, se lo ocultamos, ya que él era de la idea de que sólo se podía tener un hijo por familia, pese a que esa prohibición ya hubiera sido abolida.
- Eso es lo que no lo entiendo. Si su cuñado tenía un hermano, que era justamente su marido, ¿por qué no quería que usted tuviese otro hijo?
- Porque Tao, mi cuñado, se creía que tenía el poder sobre nosotros. Siempre había sido el hijo preferido de su padre y Fu era sólo uno más. Alguien que nació añadido a él, según pensaba mi cuñado. Mi cuñado no quería que Lin sufriese lo mismo que él con su padre, así que comenzó a querer educarlo igual que a su hijo Shin Tao.


Marina estaba todavía un poco en estado de shock. Estaba siendo mucha información en muy poco espacio de tiempo.
- Y bueno, ¿qué pasó al final?
- Fu se inventó que yo me había contagiado de una enfermedad terrible y que hasta que no me recuperase, sería mejor no acercarse por casa. Así pudimos evitar a Tao durante los meses del embarazo. Mi cuñado siempre le preguntaba a su hermano por mí cada semana, queriéndose acercar a verme pese a que Fu le decía que no. Cuando por fin te di a luz, un día se presentó en casa sin avisar, encontrándose con el pequeño Lin de dos años correteando por la casa y a mí contigo en brazos mientras te daba el pecho. Comenzó a pegar voces, tiró los muebles de la casa… Estaba completamente fuera de sí y, finalmente, se acercó a mí justo cuando mi marido se puso en medio. Era la primera vez que se enfrentaba a su hermano y sus piernas le temblaban, pero se mantuvo firme. Tao le obligó a quitarse pero él se negó, recibiendo un fuerte guantazo en la cara que lo tambaleó, pero que no lo hizo moverse. Tao le volvió a repetir que se quitase del medio, esta vez con una pistola en la mano y cuando Fu se negó de nuevo él… Disparó delante mía y de Lin. Él era muy pequeño y no se acuerda de nada, pero desde entonces, cuando hay tormenta, tiene un miedo terrible.
Aprovechándose de que el cuerpo sin vida de Fu cayó al suelo, Tao te agarró fuertemente, apartándote de mi lado hasta el día de hoy… Nunca supe nada de ti, si seguías viva o no… Por eso nunca le dije a Lin que tenía una hermana.


Marina estaba completamente desolada. Entre la historia que le había contado Lin unas horas antes y ahora la que había escuchado de parte de aquella señora… La habían dejado completamente descolocada. Llamando al doctor, Marina le preguntó por Lin, quería cerciorarse de que era su hermano porque todavía le costaba asimilar todo aquello.
- No hay duda, las pruebas no fallan y las he repetido dos veces…


Volviendo a fijar su mirada en aquella mujer, Marina la comenzó a ver con otros ojos. Esa señora era su madre biológica, la que la había traído al mundo y que había sufrido tanto durante todo ese tiempo. Marina nunca había sabido nada de su familia biológica, pero es que ellos tampoco habían averiguado nada de ella hasta ese momento. El destino los había unido de nuevo para que, en esta ocasión, no volvieran a separarse nunca más.


Marina comenzó a verse parecido con aquella mujer, con su madre. Wow, le resultaba tan raro referirse a su madre y que no fuera Bianca… Marina deseaba saber todo de ella, sus costumbres, sus gustos, aficiones… Quería recuperar todo el tiempo que les habían arrebatado.


Sin poderlo evitar, ambas mujeres se abrazaron, comenzando a llorar de alegría al instante. Al fin estaban madre e hija juntas.
- Aunque me muriese mañana,-dijo Yiang-Shu-, toda esta espera habría merecido la pena con tal de haberte visto una vez más.
- Quiero que sepas que a partir de ahora nunca os faltará de nada. Lin y tú os vendréis a Los Aniegos con Alex y conmigo. Viviréis con nosotros… ¡Todo va a ser diferente a partir de ahora! Te lo prometo.


El médico se cercioraba de que Lin estaba bien mientras que éste descansaba sin saber que Marina era su hermana, que Alex era su cuñado y que su vida, tal y como la había conocido hasta entonces, cambiaría completamente.


Marina no podía ser más feliz, ya que ahora podía decir que tenía dos familias, la biológica y la que la había criado. Deseaba con todas sus fuerzas volver a Los Aniegos y darles la gran noticia a Bianca y a Oscar, presentarles a Yiang-Shu y a Lin. Que conocieran al pequeño Tomás, que se instalaran en la ciudad, que cambiasen de vida y, aunque ni la propia Marina lo sabía, que cuidasen de ese nieto que ya venía en camino…


FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario