jueves, 7 de febrero de 2019

Sueños Rotos || Capítulo 17

En cuanto Alex volvió de comprar el regalo, fue hacia las escaleras para subir a su dormitorio, teniendo que pasar obligatoriamente por el comedor, donde pudo ver el bol de comida que se había dejado Marina. Sin sospechar nada, continuó su camino hacia el dormitorio...


Al subir, se dio cuenta que la maleta de debajo de la cama sobresalía más de la cuenta y, al abrirla, descubrió que no había dinero. Todo lo que habían traído para la luna de miel había desaparecido. Llamando a Marina, no obtuvo respuesta. Eso sí que era extraño.


Bajando los escalones de dos en dos, corrió en busca de alguien que supiera el paradero de Marina o del señor Cheung. Necesitaba encontrar a su esposa, ya que la preocupación había comenzado a invadir su cuerpo y su mente.


Consiguiendo ver a la muchacha que lo había ayudado antes, la paró y le preguntó si había visto a Marina, pero no, no había habido suerte.
- Entonces, ¿el señor Cheung?
- Tampoco lo he visto… ¿Pasa algo?
- Espero que no… Pero, de todas maneras, ¿sabe dónde vive el señor Cheung?
- Sí, según me dijo vive junto a la colina, al lado de la carretera que sube al monte Gong.


Dándole las gracias, Alex salió corriendo hacia el lugar, mirando los carteles y volviendo a preguntar a más personas para saber si estaba yendo en la dirección correcta.


Finalmente, Alex vio una casa que coincidía con las indicaciones que le habían dicho. Sonriendo por un momento, siguió su camino hacia la casa.


Parándose frente a la entrada, Alex vio que allí no había puerta principal ni timbre, que las escaleras daban directamente a las puertas de las habitaciones y demás estancias. Sin atreverse a entrar, alzó su voz y comenzó a llamar al dueño del hotel.
- ¡Señor Cheung! ¿Está por aquí? ¡Necesito su ayuda urgentemente!


Pocos minutos después, la madre de Lin cruzó la puerta de uno de los dormitorios y se dirigió a Alex.
- ¿Qué desea caballero?
- Buenas señora, perdona que la moleste, pero estoy buscando al señor Cheung. Soy un cliente suyo del hotel.
- Mi hijo no se encuentra en casa. Me dijo que se iba al hotel para hacer un par de cosas. ¿Ocurre algo?


Situándose junto a la señora, Alex le fue totalmente sincero, ya que estaba empezando a preocuparle la desaparición de Marina y que ahora tampoco estuviera Lin.
- Verá señora, ¿el señor Cheung es su hijo?
- Sí, Lin es mi hijo. ¿Qué está pasando? Lo siento agitado, algo va mal…
- ¿Cómo lo sabe, señora?
- Lo veo en su mirada… Ahora dígame, ¿qué ocurre?
- Quería darle a mi esposa una sorpresa y me fui al pueblo a comprarle un regalo, la dejé dormida en la cama y cuando he vuelto, he visto que falta el dinero que había en nuestra habitación, que ella no está por ningún lado y que su hijo tampoco se encuentra allí y, por lo visto, aquí tampoco.
- Dios mío… Espero que Shin Tao no tenga nada que ver en todo esto.
- ¿Quién es Shin Tao?
- Es primo de Lin. Es un chico muy problemático a la par que fuerte.
- ¿Con el pelo largo y bigote?
- ¡Sí! ¿Lo ha visto antes?
- Me temo que sí, y ya creo que sé dónde están mi esposa y su hijo probablemente. No se mueva de aquí…


Mientras tanto, en el establo abandonado, Lin acababa de cerciorarse de que la puerta que daba al exterior estaba cerrada, tal y como la había dejado su primo. Estaban atrapados allí y no tenían ninguna salida…
- Nada, cerrada. No hay manera de intentar forzarla,-dijo un apesadumbrado Lin-.
- Menuda mierda… ¿Y qué vamos a hacer ahora?
- Esperar. No queda otra.
- Aunque más bien la pregunta sería: ¿Qué va a hacer ese tío con nosotros?
- Me temo que nada bueno. Conozco a mi primo y no… Bah-dijo Lin sentándose junto a Marina en el fardo de heno-.


Ya sentados, Marina pensaba en Alex y en la situación que estaba viviendo. Nada de lo que le había pasado a ella se podía igualar a esto, nada absolutamente. Y las heridas que tenía en la cara eran el claro reflejo de ello. Por su parte, Lin recordaba las amenazas de su primo hacia su madre. Era lo único que tenía y no se perdonaría que su primo le hiciese daño, eso sí que no podría soportarlo.
Marina, volviendo su mirada a Lin, le hizo una pregunta.
- Lin, estaba pensando en si preguntarte algo o no pero… No me voy a quedar tranquila hasta que no te haga la pregunta.
- Hazla sin miedo.
- Si ese tío es tu primo… ¿Cómo es que os trata así?
- Lleva toda mi vida igual. Y antes de nacer yo también… Pero en lugar de mi primo era su padre, es decir, el hermano del mío.
- ¿Y por qué? ¿Qué les hacía trataros así?


Sin poderlo evitar, Lin se levantó y le dio un golpe a la pared, exteriorizando el cabreo que llevaba reprimiendo tanto tiempo.
- Es una historia muy larga, Marina…
- Bueno, estamos secuestrados, creo que tenemos tiempo…
- También tienes razón… En fin, la historia se remonta a hace 90 años. Mi abuela dio a luz a mellizos. Dos varones, y como por aquel entonces existía la prohibición de que las familias tuvieran más de un hijo, mi abuelo decidió dar en adopción a uno de ellos, que resultaba ser mi padre. Sin embargo, mi abuela pensaba de otra manera y no quería darlo en adopción, por lo que amenazó a su marido con irse. Como mi abuelo no podía soportar el hecho de que los señalaran por la calle por el hecho de tener dos hijos o de que su mujer lo había abandonado, empaquetaron todas sus cosas y se vinieron a este pueblo tan apartado donde nadie los conocía. Lo peor de todo eso fue que mi abuelo siempre despreció a mi padre, no lo trataba bien, le insultaba, nunca le parecía suficiente nada de lo que hacía… Sin embargo con mi tío era todo lo contrario, se podría decir que era un padre modelo. Claro, cuando mi padre y mi tío se hicieron adultos, mi padre decidió seguir siendo ganadero y agricultor, como había hecho toda la familia hasta entonces. Pero mi tío tenía otras aspiraciones y consiguió viajar a la capital para estudiar. Tras varios años fuera, volvió triunfante, como un auténtico rey, siendo aclamado por todos… Lo mejor era que había conseguido conocer a mucha gente y todos acudían a él para poder tener mejores vidas y mejores trabajos, así que decidió montar una agencia de trabajo donde mandaba a gente de un lado para otro. Tuvo mucho éxito hasta que el pueblo volvió a quedarse apenas sin gente y dejó de ganar tanto dinero como antes. Como no podía soportarlo y no entraba en sus planes trabajar la tierra como mi padre, comenzó a anunciar trabajos al extranjero, mandándolos a diferentes puntos de Rusia para trabajar. Sin embargo, todo era mentira… Había conocido a uno de los capos de la mafia china, que tenía la mayor red de prostitución de toda China. Este tío prometió darle mucho dinero a cambio de chicas y así comenzó todo… Mi tío se hizo rico, humillaba a mi padre por ser pobre, se reía de él, creemos que hasta llegó a quemar sus tierras y a matar el ganado que tenía… Como mi padre se quedó sin nada, tuvo que comenzar a trabajar para mi tío, que le ordenaba hacer de señuelo para aquellas chicas. Y mi padre nunca se reveló, nunca… Y justo cuando lo hizo...-Lin paró de hablar, ya que estaba comenzando a llorar-.


Poniéndose frente a él, Marina comenzó a consolarlo.
- Tranquilo Lin. Dejemos de hablar de todo esto, que no te está haciendo bien.
- Pero, ¿sabes qué? Yo sí me he revelado, yo sí me he negado y le he demostrado a esa familia que yo no soy como mi padre, que yo tengo lo que hay que tener para hacer con mi vida lo que me apetezca… Así me enseñó mi madre y así seré hasta el día en que me muera.
- ¡Así se habla!


Sin poderlo evitar, Lin se abrazó a Marina estando ya mucho más tranquilo que antes.
- Muchas gracias por escuchar las locuras de un hombre que has conocido hace unas escasas horas.
- No hay de qué. Me encanta escuchar a los demás y ayudarlos en lo que pueda.
- Bueno, ¡cuéntame de ti! Quiero saber más de ti, que yo ya he hablado mucho.
- Pues...Tengo dos nombres: el primero es Marina, como ya sabes, pero el segundo es Yiang.
- ¡Anda! Mi madre se llama casi como tú también, ¿sabes? Ella es Yiang-Shu.


Tras un rato hablando, Lin quiso volver a intentar forzar la puerta para poder salir, ya que habían perdido la noción del tiempo que llevaban allí.
- Ten cuidado Lin,-advirtió Marina-.


Desde abajo, Marina escuchó la voz de Lin gritando y, para su desgracia, la de Shin Tao también. Empujándolo su primo por las escaleras, Lin tropezó y se clavó en la espalda uno de los palos que había apoyado en unas cestas tiradas el suelo, quedándose inconsciente al momento.
Shin Tao, desde las escaleras, observaba la escena.
- Así sabrá quién es el que manda aquí… Y ahora, tú,-dijo dirigiéndose a Marina-, vamos a limpiarte esa cara tan bonita, que te he conseguido trabajo.


Volviendo a ir al establo abandonado, Alex vio que había unas cadenas tiradas en el suelo, junto a la puerta de entrada. Eso no estaba esa mañana así que sabía que allí había habido movimiento recientemente. Los nervios dominaban su cuerpo, ya que no sabía qué se encontraría tras esa puerta…


Alex llevaba puesto unos viejos guantes que le había prestado la madre de Lin porque no quería dejar huellas, por lo que pudiera pasar… Si le había hecho algo a Marina ese cerdo de Shin Tao, no se iba a controlar, de eso estaba totalmente seguro.


Entrando en completo silencio, pudo ver a Shin Tao de espaldas en la escalera, dirigiéndose a Marina, quien estaba mirándolo mortalmente seria.
- Vamos a limpiarte esa cara tan bonita, que te he conseguido trabajo,-escuchó Alex decir a Shin Tao-.


Sin pensárselo dos veces, Alex le dio una patada en la espalda a Shin Tao al más puro estilo de Leónidas en la película de 300. El secuestrador pudo dar un salto mientras se caía y se hincó de rodillas frente al fardo de heno.
- ¡Corre Marina!-gritó Alex desde arriba-.


Marina comenzó a subir las escaleras, parándose un momento al recordar a Lin, justo cuando Alex la cogió de la mano y le empujó hacia la puerta.
- ¡Sal de aquí!-ordenó Alex-. ¿Y Lin? ¿Estaba contigo?
- ¡Sí! Pero está herido… Tienes que sacarlo de ahí Alex, por favor…


Bajando las escaleras, Alex se encontró con Shin Tao de frente, ya en pie tras la caída por las escaleras.
- Volvemos a vernos yanqui,-dijo Shin Tao-.
- Para tu desgracia…
- No sabes con quién te estás enfrentando, blanquito. Cuando acabe contigo, tu querida mujercita no podrá huir de mí y la mandaré para que la prostituyan, para que se la follen como la muy puta que es.


Sin poder reprimir la ira que sentía, Alex se abalanzó sobre Shin Tao sin dejarle tiempo a reaccionar. La sucesión de puñetazos de Alex era interminable, dejando a su contrincante completamente aturdido.


Shin Tao también pegaba fuerte, pero no había que olvidar que Alex había estudiado la carrera de Educación Física, que una de las asignaturas había sido “Morfología del cuerpo humano” y que se sabía todas y cada una de las debilidades del cuerpo... Y si a esto le añadimos algún deporte de contacto que había hecho, pues blanco y en botella.


Dejando a Shin Tao inconsciente en el suelo, Alex pensó en quemar aquel lugar con él dentro y así acabar con un cabrón. La ira lo ofuscaba y quería continuar vengándose de aquel tipo, sin embargo, un pequeño hilo de voz de Lin lo sacó de ese pensamiento.
- A...yu...da…


Agarrándolo en brazos, Alex sacó a Lin de allí para llevárselo fuera, donde esperaba una nerviosa Marina. Al verlos a ambos, pudo respirar más tranquila. Ya estaban todos sanos y salvos.
- Marina,-dijo Alex-, ve a la casa de Lin, que está a mano derecha siguiendo este camino a unos diez minutos de aquí. ¡Corre y dile a la madre que avise a un médico! ¡Rápido! Yo voy a encerrar a este tío y voy para allá.


Dejando a Shin Tao metido entre dos grandes y pesados fardos de heno, Alex cerró la puerta del establo y puso el candado para evitar que, cuando se despertara, pudiera escapar.


Marina corrió ladera abajo lo más rápido que pudo hasta llegar a una casa, entrando en ella, vio a una mujer de espaldas a ella que caminaba muy despacio.
- ¡Rápido! ¡Necesitamos un médico!-gritó Marina-.


La mujer, volviéndose a Marina, estaba notablemente afectada.
- Es mi hijo, ¿verdad?
- Se ha clavado un palo en la espalda y ha perdido mucha sangre. Necesitamos un médico urgente.
- Voy a llamar al doctor…


CONTINUARÁ...

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