sábado, 1 de mayo de 2021

Capítulo 27 || Condena

 Pepe abrió la caja que contenían sus pertenencias y se guardó algo en la parte de atrás del pantalón. Haciéndole un gesto a Rob, ambos salieron seguidos de Joe, quien se olía que algo malo se estaba cociendo.

- ¡Teniente! ¿Qué diablos está haciendo con nuestros compañeros y con la Capitana?


 Joe, viendo lo que tenía Pepe agarrado en la zona trasera del pantalón, comenzó a increparlo.

- Pepe, ¿se puede saber qué coño haces? Vuelve dentro.

- Que te calles, capullo. Déjanos a nosotros luchar por los nuestros…


 Escuchando las voces tras él, Kwan se levantó y volvió a mandar a la caseta a los tres soldados.

- Volved dentro.

- ¿Qué quiere hacer con ellos, Teniente?-preguntó Rob-.

- Nada. Entrad y os explico todo, por favor.

- ¿Los va a matar? Es eso, ¿verdad?

- ¿Matar? ¿Pero de qué cojones me estás hablando? Volved dentro, ¡es una orden!


 Pero en lugar de eso, Rob volvió a dar un paso hacia Kwan y Pepe hizo lo mismo. Joe, desde su lugar, vio que el ambiente se estaba caldeando y comenzó a descender las escaleras.

- No vamos a seguir sus órdenes, Teniente,-dijo Rob-.

- Muy bien, pues ya podéis meteros en el agujero.

- El único que va a estar en ese agujero es usted cuando acabemos con usted.

- ¿Ah sí? ¿Tú y cuántos más, soldado?


 Rob le propinó un fuerte puñetazo a Kwan, pero éste tenía más experiencia y recibió bien el golpe. Entre ellos, comenzó un aluvión de patadas, agarrones y puñetazos que le dieron la oportunidad a Pepe para sacar del agujero a todos los demás. Joe, por su parte, la única vez que se metió a separar se llevó un guantazo de parte de Rob.


 Cuando todos salieron del agujero, se unieron a Rob uno a uno para zurrar a Kwan, quien comenzó a recibir los golpes uno tras otro sin tener mucha opción a defenderse, ya que eran 5 contra 1.


 Kwan perdió la noción del tiempo. Todavía pegaba algún puñetazo que otro, pero sus fuerzas flaqueaban y los demás le superaban en número, por lo que cada vez hacía menos.


 De repente, Pepe agarró a Kwan del cuello y sacó lo que tenía guardado en el pantalón. Era nada más y nada menos que una pistola, con la que apuntó a la cabeza a su Teniente.

- Se acabó el juego, Teniente. Ahora mismo va a dejar de tratarnos como a unos gusanos y será usted quien muera en ese agujero.

- Yo no iba a matar… a nadie.

- ¡Es cierto!-intervino Megan-. No nos iba a matar, sólo dejarnos la noche allí…


 Poniendo cara de fastidio, Pepe le dio un culatazo a Kwan en la cabeza que lo dejó inconsciente, quien cayó al suelo dándose un gran golpe.


 Frank, mirando a Kwan, le escupió y luego lanzó una pregunta al aire.

- ¿Y ahora qué vamos a hacer?

- Tengo un par de ideas en mente…-dijo Megan comenzando a sonreír-.


 Entre todos, desnudaron a Kwan y los chicos se lo llevaron hasta un bosque cercano. Dejándolo allí a la intemperie, se marcharon justo cuando la noche estaba siendo de lo más fría.


 Y, mientras tanto, todos los demás se montaban una tremenda orgía. Sin embargo, el único que no participó en nada de esto fue Joe, quien se quedó observando dado que las amenazas del resto de sus compañeros lo atemorizaron un poco. Además, sabiendo que Pepe tenía una pistola y que estaría dispuesto a usarla, no se la quería jugar.


 Pero, pese al riesgo que corría, Joe salió a escondidas del campamento y fue en busca de Kwan, quien estaba recobrando la consciencia. Ayudándolo a levantarse, Joe le hizo entrega de su ropa.

- Tome Teniente. Aquí está su ropa. ¿Se encuentra bien?

- Muy aturdido… Pero bien, gracias.


 Kwan sabía que aquel chico era diferente a todos y eso no era difícil de averiguar.

- ¿Puedo llamarte por tu nombre?-preguntó Kwan-.

- Claro Teniente.

- Joe, ¿por qué te alistaste en el ejército?

- Porque siempre todos se han reído de mí, he sido el blanco de burlas y de todo tipo de amenazas y quería demostrarles a todos que no soy ningún gallina. Y también por limpiar el nombre de mi familia… Mi abuelo fue un reconocido nazi y eso nos ha perseguido a todos hasta la actualidad.


 Vistiéndose, Kwan miró a Joe y le confesó algo.

- Pues Joe, como consejo te diré que te marches. Esos de ahí no son soldados ni Megan es Capitana de nada por muchos galones que tenga. Márchate, vive tu vida, forma una familia y sé feliz. Olvida los comentarios de gente infeliz que buscar arrastrarte hasta la miseria y haz como que esto no hubiera pasado. Gracias de nuevo, Joe.

- ¿Y qué hará usted, Teniente?

- Volveré a casa. Presentaré mi renuncia y dejaré el ejército. Es hora de vivir la vida de forma más tranquila.

- ¿Contará lo que ha pasado hoy?


 Esa pregunta acompañó a Kwan durante todo el camino hasta presentar su renuncia. Allí se interesaron por los motivos que le habían hecho recapitular y volverse a casa. Entonces fue cuando Kwan respiró hondo y lo contó todo, la verdad estaría siempre por encima de todo y de todos. Mandando a la policía militar al campamento, allí pudieron corroborar todo lo que había dicho El Teniente Park y detuvieron a los seis implicados. Pese a que buscaron a Joe, éste había desaparecido y, cuando dieron con él, ya estaba en un avión rumbo a Brasil.

Por su parte, la familia de Kwan disfrutaba de un estupendo día de verano tomando el sol y bañándose en la piscina


 De repente, Kwan apareció frente a Helen y ésta, al verlo, comenzó a frotarse los ojos.

- ¿Estoy soñando o ese que viene por ahí es Kwan?-le dijo a Pilar-.

- No estás soñando, ¡es Kwan!


 En cuanto Helen se levantó, recibió un fuerte abrazo de Kwan.

- Pero cariño, ¿qué estás haciendo aquí?-quiso saber ella-.

- No podía estar ni un segundo más separado de ti ni de mi familia. Os echaba mucho de menos y… me fue imposible seguir.

- Oh, mi vida. Me encanta cada minuto que estás junto a nosotros pero… ¿qué pasará con tu trabajo?

- Eso ahora es lo de menos.


 Y mientras que Kwan y Helen se unían en un pasional beso, Pilar avisaba a los demás.

- Adivinad quién ha venido para quedarse…

- ¡Papá!-gritó Selene desde la piscina-.


 Tras el beso, Kwan miró a Helen y le hizo una promesa.

- Nunca más volveré a irme ni a separarme de vosotros. Ni tú, ni Selene, ni Choi, ni Lucy, ni tampoco Pilar, mi hermano o Nico tendrán que verme marchar; y si lo hago, será cuando llegue la hora de mi muerte.


 Esa promesa acompañó a Kwan durante el proceso judicial contra Megan y todos los demás asistentes, quienes fueron acusados de intento de asesinato sobre Kwan y encarcelados posteriormente. El ejército, en compensación, le dieron una suma importante de dinero a Kwan por los daños morales y psicológicos causados y, tiempo después, pudo jubilarse y vivir de forma más tranquila. Como su parte del sótano ya no serviría más como sala de operaciones, decidieron reformarla y darle un toque más… hogareño.


 Allí abajo hicieron una sala de estudio, un baño y un dormitorio, al que estaban entrando.

- Oye, hemos quedado para salir un rato, ¿te apetece venirte?

- No Nico, estoy estudiando para el examen de Literatura, que como suspenda no podré ir a la universidad.


 Y es que habían pasado ya diez años desde que Kwan regresase del campamento. Su hija Selene contaba ya con 17 años y, su sobrino Nico, con 14.

- Venga Selene, se te va a poner la cara cuadrada de tanto mirar la pantalla. Llevas todo el fin de semana estudiando, sal conmigo y con nuestros amigos, diviértete y luego sigues estudiando si quieres.

- No, de verdad. El nuevo profesor es muy exigente y no sabes cómo tiene a la clase. Parece un sargento vaya…

- Ah sí, algo he escuchado de él. Echas de menos a Doña Rosa, ¿verdad?


 Al recordar a su antigua profesora de Literatura, Selene sonrió.

- Ay, no me la recuerdes. Lástima que se enfermase, porque esa mujer era un sol como profesora y como persona. Qué pena que muriese poco después.

- ¿Te acuerdas de cómo lloró cuando le hicimos esa fiesta de despedida?

- Jo, qué emocionante fue verla tan sonriente y feliz…

- Bueno, entonces qué, ¿te vienes?

- No Nico, muchas gracias.

- Pues nada, tú sabrás.


 Nico fue hasta el salón de sus padres y allí se los encontraron jugando al futbolín junto a Nicole, su hermana pequeña que contaba con 7 años de edad y quien heredó el pelo rubio de su abuela paterna.

- Eh, eso no vale,-dijo la pequeña-. Mamá, vente conmigo y jugamos contra papá.

- No, jugad vosotras dos,-dijo Hyun-. Yo voy a hablar con tu hermano.


 Acercándose hasta su hijo mayor, Hyun lo miró con una sonrisa.

- ¿Y bien? ¿Ha accedido a salir de su habitación?

- Qué va papá. No hay manera de hacerla entrar en razón.

- Joder, mira que es raro porque siempre le encantaba salir contigo y con vuestros amigos antes…

- Ya, pero desde que comenzó el curso está metida ahí y no sale.

- Es su último año antes de irse a la universidad, pero de todas formas no es bueno que esté tanto tiempo ahí metida. Iré a hablar con ella. Tú diviértete y tened cuidado con lo que hacéis, ¿vale hijo?


 Llamando a la puerta, Hyun entró en el cuarto de su sobrina.

- Nico, no seas pesado y vete ya. No pienso moverme de aquí hasta que no me aprenda la última coma de este maldito temario.

- No soy Nico. Soy tu tío…

- Ah, perdona tito, pero estoy muy liada estudiando. ¿Puedes dejarme sola?

- Como quieras hija, pero no es bueno que estés tanto tiempo ahí metida…


 Viendo que nada la sacaría de ahí, Hyun dejó a su sobrina a solas y fue a hablar con su hermano y su cuñada, quienes estaban viendo una película.

- Hola familia,-saludó Hyun-.

- Hombre, ¿cómo tú por aquí?-preguntó Kwan-.

- Quería hablar con vosotros sobre Selene.

- ¡No! ¡Eso es mío!-gritó uno de los mellizos desde dentro de una de las habitaciones-.


 Yendo a ver qué ocurría, Hyun se encontró a sus otros sobrinos jugando a las muñecas.

- Pero bueno, ¿qué son esos gritos?

- ¡Hola tito!-dijo Lucy-. No te preocupes, somos nosotros jugando.

- Ah, creía que os estabais peleando.

- Qué va,-dijo Choi-. Esta cabeza de chorlito y yo nos llevamos bien.

- Bueno, pero no subáis mucho la voz, ¿de acuerdo?


 Mientras tanto, Selene en su cuarto se encontraba de lo más estresada.

- Tío, no me entra… Joder, tengo que aprobar porque si no el profe me mata. Dios… ¿por qué tuvo que morir Doña Rosa?


 Como cada día, Nico esperaba a su hermana a la salida de las clases para irse juntos a casa, pero aquel día estaba tardando algo más de la cuenta porque a última hora tenía el examen de Literatura.


 Justo cuando entregó el examen, Selene se dio cuenta de que era la última en salir. Cuando fue a abrir la puerta, el profesor se dirigió a ella.

- Selene, ¿puedes venir un momento?

- Es que mi hermano me está esperando… ¿Es muy importante Don Roberto?

- No te preocupes. Yo hablaré con él.


 Yendo hasta la puerta, el profesor habló con Nico.

- Tú debes ser el hermano de Selene, ¿verdad?

- Sí…

- Pues vete a casa porque ella tiene que quedarse algo más. He de hablar con ella sobre su examen.

- Ah, bueno… Yo se lo diré a mi tío.

- Estupendo. Manda saludos de mi parte,-dijo “Don Roberto”, quien era en realidad Kilian con una identidad falsa-.


CONTINUARÁ…


1 comentario:

  1. Menos mal que Kwan ha salido sano y salvo y ha vuelto a casa. Y ya volvió a aparecer Kilian que siempre lo he estado esperando pero hacía tiempo que no aparecía. sabe Dios qué tendrá pensado contra la familia pero está claro que Kwan no va a poder vivir tranquilo ni aunque haya dejado el ejército.

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