CAPÍTULO 22
El sol comenzó a hacer su
aparición cuando Gloria se acercó a la puerta del cuarto de su hija y pudo
entrar.
-
Hija, ¿podemos
hablar?
-
Sí, pero espera
que me cambie y ahora hablamos.
Jessica se cambió y avisó
a su madre para que entrara de nuevo.
-
Dime, ¿qué
quieres?
-
Hija, perdóname
por ocultarte todo lo de tu padre. Eras un bebé y no sabía cómo contártelo
porque no lo entenderías, así que preferí mentirte porque era lo más sencillo.
-
¿Por qué fuiste
tan cobarde?
-
Pues por miedo a
que ocurriera esto que pasó ayer. Por eso te mentí. ¿Me perdonas?
Jessica abrazó a su madre
sonriendo de oreja a oreja.
-
Sí mamá, te
perdono.
-
Gracias, muchas
gracias.
-
Pero prométeme que
a partir de ahora, no me mentirás nunca más, ¿trato hecho?
-
Trato hecho.
El claxon del bus sonó y
Gloria acompañó a su hija hasta la puerta mientras Jessica se entraba.
-
Hasta luego
Jessica. ¡Pórtate bien y atiende!
Esa mañana Tim se levantó
algo más tarde porque hoy le tocaba turno de tarde en el trabajo, así que cogió
una bolsa, metió ropa dentro y se fue de casa.
Se montó en el coche con
un destino marcado y que tenía en mente.
Aparcó el coche, se bajó
de él y entró en el hospital. Hoy sacaría a Naim de allí.
Tim entró con energía en
la habitación.
-
¡Buenos días Naim!
¿Cómo has dormido?
-
Muy bien. Ya estoy
totalmente recuperado. El médico me ha dicho…
-
Acabo de hablar
con tu médico. Ya tienes el alta.
-
¿Ya? ¿Cómo lo has
conseguido?
Naim se incorporó de la
cama mientras Tim seguía hablando.
-
Es un viejo
conocido mío que hacía tiempo que no veía y me comentó que era tu médico, así
que me ha dicho que ya estabas totalmente recuperado y que con tiempo
seguramente recuperarás la memoria.
-
Muchísimas gracias
Tim. ¿Cómo te lo puedo agradecer?
Tim lo miró a los ojos.
-
Pues poniéndote la
ropa que te he traído. Es mía, así que espero que te quede bien, aunque tú eres
más ancho de espalda que yo.
-
Vale, a ver si me
queda la ropa.
-
Venga, aquí la
tienes. Yo me salgo para que tengas intimidad.
-
Ahora salgo, no
tardo.
Apenas unos tres minutos
después Naim salió de la habitación. Parecía otra persona completamente
distinta.
-
¡Ay va! Veo que te
queda genial Naim.
-
Algo estrecha la
camisa, pero está bien.
-
Venga, vámonos de
aquí que seguro que querrás salir a la calle.
Ambos salieron del
hospital respirando hondo. Subieron al coche de Tim y se fueron a casa.
Cuando llegaron a casa,
aparcaron y se dirigieron a la puerta para entrar.
-
Bienvenido a casa
Naim.
-
¿Aquí vivo yo?
-
Aquí vives tú con
Gloria y yo vivo en la casa de al lado.
-
Ala, entonces
estaremos bien cerca.
-
Por supuesto jeje.
¿Entramos?
Ambos entraron y ya ahí
Tim fue explicándole poco a poco las cosas de la casa, las manías que tenía
Gloria para que se fuera acostumbrando, etc.
Subieron al piso de
arriba y entraron en el cuarto de Jessica.
-
¿Este es el cuarto
de mi hija?
-
Sí.
-
¿Cuántos años
tiene? No me acuerdo…
-
Pues tiene 7 años.
-
Dios, me he
perdido toda su infancia… No puedo parar de pensarlo.
-
No te mortifiques
que tú no tienes la culpa de nada. Aprovecha ahora que la tienes.
Luego y para terminar
pasaron por la habitación de Naim donde dormirían Gloria y él a partir de ese
momento.
Tim salió de la
habitación seguido de Naim.
-
Eh Naim, se me
acaba de ocurrir algo. ¿Le damos una sorpresa a Gloria?
-
¿Qué piensas hacer?
-
Ella no sabe que
te he sacado del hospital, así que ¿por qué no vamos a hacerle una visita?
-
Buena idea. Se va
a quedar de piedra.
Naim se llevaba muy bien
con Tim.
-
Espero que al jefe
no le moleste nuestra visita.
-
Naim, ella y yo
trabajamos en un negocio familiar. Vendemos coches de todo tipo.
-
¿Coches de segunda
mano?
-
Exactamente.
-
Ah, entonces
perfecto.
-
Bueno, vámonos
entonces.
Cogieron otra vez el
coche y se fueron hacia el concesionario de coches. En apenas unos 5 minutos
habían llegado.
Cuando entró Naim, Gloria
miraba hacia otra parte, entonces escuchó la campana de entrada y saludó.
-
Buenos días,
bienvenido a… ¡Naim!
Gloria salió de detrás
del mostrador y abrazó con fuerza a Naim.
-
Pero… ¿qué haces aquí?
-
El doctor me ha
dado el alta. ¿Te alegras de verme?
-
¿Tú qué crees
tonto?
Naim y Gloria dejaron de
abrazarse y se miraron con sonrisas en la cara.
-
¿Has venido en el
coche de Tim?
-
Sí, no me acordaba
de esto.
-
Bueno, pues a
partir de ahora no dependerás de él. Escoge un coche de los que están aquí, te
lo regalo.
Naim abrió la boca
sorprendido. No se lo podía creer, pero de todas formas se puso a mirar los
coches que había allí. En cuanto vio el Opel lo tenía decidido.
-
Me quedo con este.
Gloria y Naim volvieron a
quedarse mirándose a los ojos totalmente en silencio hasta que Tim rompió el
momento mágico.
-
Parejita, iros a
casa que ya me quedo yo.
-
Pero Tim,-dijo
Gloria-, tu turno no ha empezado.
-
¿Y qué? Iros antes
de que me arrepienta.
Gloria y Naim se fueron
de allí y cuando llegaron a casa se sentaron en el sofá.
-
Recuperemos el
tiempo perdido…
Gloria pasó su brazo por
detrás del cuello de Naim y él se dejó hacer.
Ella cada vez se acercaba
más. Ponía su cabeza en el hombro de Naim, lo miraba y cuando fue a besarlo…
-
Perdona Gloria,
pero yo todavía no me siento preparado…
-
Oh, no pasa nada.
Lo siento.
-
No, perdóname a mí
pero es que necesito tiempo.
-
Todo el que
quieras cariño.
-
Gracias.
De repente, el sonido del
bus escolar puso en alerta a Gloria. Tenía que avisar a su hija de que su
“padre” estaba en casa.
-
Hola Jessica, ¿qué
tal las clases?
-
Muy bien… ¿Te pasa
algo?
-
Verás… papá ha
vuelto a casa, pero…
Jessica no escuchó a su
madre y salió corriendo hacia el interior de la casa.
Al verlo ahí de pie, tan
imponente se paró en seco. Lo miró seria y sin saber qué hacer. Por su parte,
Naim estaba viendo a su “hija” según le habían hecho creer por primera vez.
Segundos más tarde, la
pequeña se acercó a Naim y lo abrazó.
-
Te echaba de menos
papá y también echaba de menos decir la palabra papá…
CONTINUARÁ…
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