Pues sólo deciros que lo paséis muy bien este fin de semana y nunca dejéis de sonreír amigos. ¡Nos vemos el martes!
SEGUNDA TEMPORADA
CAPÍTULO 11
Will bajó las escaleras y contempló la habitación. Habían dos sacos de dormir, unos sillones y un futbolín.
- ¿Cómo coño se ha encendido la luz?
- Guauf.
- ¿Has sido tu Blake?
Tras el sillón de la derecha, había una especie de pared corrediza donde había un tonel de gasolina y de allí salían unos cables que se perdían en el techo.
- El que haya hecho esto, tiene una cabeza muy buena.
Se acercó al sillón, lo tocó y pudo ver que estaba tibio.
- Hace poco han estado aquí, tienen que seguir por la zona. Blake, vamos arriba, ¡rápido!
Will subió las escaleras de dos en dos y corrió a hablar con Mark.
- Will, ¿qué ha pasado? ¿Qué hay dentro?
- Mark, hace poco han estado aquí. Uno de los sillones está todavía caliente. Rápido, tenemos que buscarles.
- Eh, mira, ahí viene alguien. ¡Dios, es Will!
Will se volvió y pudo ver por primera vez a su hijo. Venía corriendo y parecía fatigado.
- ¡Tío Mark! Gracias a Dios que te encuentro...
El pequeño se abrazó a Mark que era al único que conocía.
- Eh pequeño, ya está, shhhh, ¿estás bien? ¿Y tu madre?
- Mamá está en el acantilado desde donde se ve la ciudad entera; el hombre que está con nosotros ¡la va a matar!
- Conozco ese lugar,-dijo Will, el padre del niño-.
- ¿De verdad Will?-preguntó Mark-.
- Sí, joder. Voy para allá.
Rápidamente Will se subió encima de su caballo y se acercó hacia su hijo.
- No te preocupes hijo. Yo rescataré a tu madre.
El niño, desconcertado, miró como ese hombre desaparecía rápidamente encima de ese caballo.
- Tio Mark, ¿quién es ese hombre?
- Ese hombre Will, es tu padre.
- ¿Mi... padre?
El pequeño Will se quedó mirando a su padre mientras este ya casi no se veía.
- Oh papá... Ten mucho cuidado,-pensó el niño-.
Indomable estaba corriendo más que nunca y Will en su corazón tenía un cúmulo de emociones que no podía explicar. Por fin sabía dónde estaba su amada, pero no quería perderla. A lo lejos, ya acercándose, pudo ver a dos personas.
- ¡¡AMANDA!!
Ambas personas se volvieron pero una de ellas le pegó un puñetazo a la otra y esta calló por el precipicio. Will, al no distinguir a las personas por la lejanía, se puso más nervioso aún si cabe.
Ya más cerca pudo ver que, efectivamente, la persona que estaba de pie era su querida y querida Amanda.
Will bajó del caballo dando un salto y se abrazó a ella como si le fuera la vida.
- Mi vida, por fin te tengo entre mis brazos. No puede ser verdad que nos haya ocurrido todo esto. Mi amor...
- Oh Will, te quiero tanto. Cuánto te he echado de menos mi vida. Nunca supe si lograste sobrevivir o no hasta ahora que te he visto.
Las lágrimas corrían por las mejillas de ambos de pura emoción.
- Llevo tanto tiempo buscándote, mi querida Amanda, y por fin te tengo junto a mi, para siempre.
- Oh Will. Nuestro hijo cada día me recordaba más a ti y eso me apenaba, el que no pudiéramos estar juntos.
- Maldita luz...
- ¿Cómo supiste dónde estaba?
- Gracias a Mark y a Blake, sobretodo a este, conseguimos llegar hasta el sótano y ahí apareció corriendo nuestro hijo y nos dijo dónde estabas.
- Tiene tu inteligencia. Si tú supieras con qué facilidad pudo deshacerse de la atadura de nuestro secuestrador y salir huyendo... Me recordó a ti cuando viniste a mi casa por primera vez huyendo de esos dos tipos.
- Oh, mi vida. Ya nunca más me separaré de ti.
De repente, escucharon ruido a su lado y pudieron ver que eran Mark y el pequeño Will, que habían llegado al lugar. Con una emoción incontenible, padre e hijo, con lágrimas en los ojos, se abrazaron.
- Oh Will, mi pequeño. Te quiero, te quiero.
- Papá, mi papi... Por fin te conozco.
- Qué bien suena eso de papi...
- Papi, papi, papi. Nunca me cansaré de decirlo porque eres mi papi. Eres mi héroe.
Secándose las lágrimas, Will, el padre, se acercó a Amanda.
- Mi vida, hay una cosa que te tengo que contar sobre nuestro secuestrador...
- ¿Qué pasa? No me asustes cariño.
CONTINUARÁ...
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