CAPÍTULO 24
Unos días más tarde,
Igashu se fue temprano por la mañana a buscar trabajo, quería aportar algo de
más dinero a la casa, no solo con lo que ganaba por concierto, así que se fue
recorriendo la reserva echando currículums.
Luego pasó por el
supermercado y se paró a mirar las frutas y verduras que había. Pensó en
comprar algo pero recordó que ya tenían las cosas compradas para comer y cenar
ese día así que siguió adelante en su camino.
De vuelta a casa,
mientras paseaba vio que un pequeño local que desde hacía unos años estaba
cerrado, ahora estaba abierto y se fijó en el cartel de la entrada. Le entró
una curiosidad enorme y se acercó. Quería saber de qué trataba “Manos Blancas”.
Llamando al timbre,
esperó a que le abrieran y una voz de chica sonó y le dijo que se sentara en la
sala de espera que enseguida lo atenderían.
Dentro, un hombre le
dijo a la que había abierto la puerta…
-
Sal fuera y
pregunta qué es lo que desea.
-
Voy.
La muchacha salió de
esa sala y fue hasta la de espera y allí se encontró con Igashu sentado.
-
Buenos días,
¿qué desea?
-
Verá, es que
acabo de ver el cartel y me ha llamado la atención, principalmente porque yo he
estado enganchado a las drogas y me gustaría saber de lo que tratáis aquí.
-
Ah, eso es una
buenísima noticia. Si quiere puede pasar conmigo y así le presento a León, el
fundador de esto.
-
Estaré
encantado.
-
Por aquí,
sígame.
La chica, muy
amablemente hizo un gesto para que pasara y juntos entraron en la sala donde se
encontraba otra chica más.
-
Mel,-preguntó la
chica gordita-, ¿y León?
-
Pues acaba de
entrar en el baño Nieves.
-
Ah, entonces
esperaré.
-
¿Por?
-
Es que ha venido
un muchacho preguntando y quiero presentárselo a León.
La tal Nieves estaba en
Manos Blancas por su gordura. Había pasado una gran depresión después de que su
novio a punto de casarse la dejara por otra, entonces comenzó a comer y su
gordura se ha convertido en obesidad.
La chica del ordenador,
Mel, se levantó y saludó a Igashu.
-
Encantada de
conocerte. Me llamo Mel, ¿y tú?
-
Yo soy Igashu,
encantado.
Mel estaba ahí por otro
motivo totalmente distinto: quería dejar de fumar. Había llegado a acabar con 3
paquetes diarios y comenzaba a tener problemas con los bronquios y no quería
acabar en una camilla por culpa del tabaco. Buscando por internet, descubrió
este lugar y entonces, gracias a la ayuda de León, sus charlas y sus consejos,
lo está consiguiendo.
Le dijeron a Igashu que
se metiera en el ordenador y así leyera para conocer más sobre Manos Blancas.
Entonces, León salió del baño y Mel se acercó.
-
Ha venido un
chico nuevo. Dice que tiene mucha curiosidad por esto porque dice que ha pasado
por temas de drogas y ya salió.
-
Perfecto,
entonces hablaré ahora con él. Muchas gracias.
-
Vale, yo me voy
ya que tengo que ir al gimnasio.
-
Ok, nos vemos
mañana. Cuídate.
León se acercó a
Igashu, todavía no sabía su nombre ni nada, así que quería presentarse y hablar
sobre el tema de Manos Blancas y todo.
Justo cuando iba a
comenzar a hablar, Mel se despidió desde la puerta.
-
Hasta mañana
chicos.
-
Hasta mañana
Mel,-dijo León-.
Igashu al escuchar la
voz de León dio un brinco y se puso de pie en menos de dos segundos.
Los dos se miraron
fijamente y se quedaron callados. No estaban seguros de quién era cada uno,
pero Igashu se adelantó diciendo un nombre…
-
¿Leo?
-
¿Igashu?
-
Sí, soy yo.
-
Dios Igashu, soy
Leo, tu compañero de piso.
Ambos se alegraron
muchísimo de volver a verse después de tanto tiempo. Abrazándose con fuerza no
paraban de decirse lo que habían cambiado.
-
¿Cómo es que te
llaman León?
-
Nada, por una
coña de Mel y Nieves, que dije que me llamaba Leonardo y me dijeron, León y me
he quedado así.
-
Es que eso es lo
que me ha despistado, si no hubiera sospechado. Te veo muy bien.
Se separaron del abrazo
y comenzaron a hablar.
-
Sí, la verdad es
que me vino genial irme con mis padres. Al final mi padre se recuperó y me
pidió perdón por su comportamiento y yo también. Comencé a cambiar mis
costumbres anteriores por otras nuevas, a tener una cierta normalidad día a
día… Todo eso. ¿Y a ti qué tal?
-
Pues bueno,
cuando te fuiste tú al poco tiempo a Mitch lo llamaron de Dubai y se tuvo que
ir tirando leches para allá porque su padre adoptivo lo pilló.
-
¿Y qué os
quedasteis entonces Linda y tú solos?
-
Sí, aunque más
bien se quedó Linda sola, porque yo me amargué totalmente, comencé a beber, a
tomarme pastillas, a fumar más todavía…
-
Igashu, nunca me
podría imaginar que acabarías así.
Igashu miró a Leo
bastante avergonzado.
-
Ya lo sé, pero
lo importante es que salí de esa y ya estoy bien.
-
¿Y cómo lo
conseguiste?
-
Me metí en un
centro especializado, pero también no me hubiera recuperado sin la ayuda de
Linda y de mi hermano.
-
Espera, espera…
¿tu hermano?
-
Ah coño es
verdad, que tú no lo sabes… Pues nada, resulta que un día llegó a casa un
muchacho preguntando por mí y…
Igashu y Leo se han vuelto a
encontrar después de tantos años, ¿qué pasara? Lo sabremos en el último capítulo.
CONTINUARÁ…
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