CAPÍTULO 16: COMO PUÑOS
Doctor: Muchacho, hay algo muy raro en todo esto.
Carlos: ¿Raro en qué sentido?
D: Pues verás, me he encargado de tu caso, y también el de María Isabel...
C: ¿Cómo está?
D: Si no me interrumpes, podré seguir.
C: Perdón.
D: Lo que iba diciendo, que al hacer vuestros respectivos análisis vi algo que me descuadró un poco. Comprobé ambos análisis y descubrí algo alucinante.
C: Vamos, sueltelo ya.
D: María Isabel y tú... sois madre e hijo.
C: ¡¡¡¿¿¿CÓMO???!!!
D: Exactamente Carlos, he comprobado los análisis una y otra vez. Es tu madre en un 99'56% de posibilidades. La sangre no miente.
C: Pero... eso es imposible. No es mucho más mayor que yo.
D: 16 años exactamente.
C: Entonces, según usted, es mi madre...
D: Efectivamente.
C: ¿Y cómo está?
D: Está bien, evoluciona favorablemente. Dentro de dos días estará en casa, igual que usted.
C: Me alegro mucho. Tengo que hablar con ella urgentemente...
D: Me imagino. Conocer a su madre a los 22 años, tiene que ser duro.
C: Y más cuando has vivido toda la vida engañado creyendo que... ¡Ay! Acabo de caer, ¿entonces mi padre es Paco?
D: Me temo que sí, su ADN ha sido encontrado en la vagina de su madre y he podido compararlo.
C: Paco es mi padre... no me lo puedo creer. ¿Y no le ha importado nada? Me imagino que lo sabría, ¿no?
D: Eso no te lo puedo contestar. Lo que sí te puedo decir es que está en busca y captura
C: ¿Y de qué se le acusa? Si es mucho pedir.
D: De violación y de intento de asesinato.
C: ¿Violó a Mari? Quiero decir... ¿a mi madre?
D: Afirmativo, su semen se encontró junto con signos de desgarramiento en la vagina y todo apunta a violación; ya he visto muchos casos en mi carrera, por desgracia.
C: ¿E intento de asesinato por mi?
D: Claro, por eso se le ha facilitado protección durante su estancia en el hospital tanto a su madre como a usted.
C: ¡Ah! Por eso es lo de los polis en la puerta, ¿no?
D: Claro.
C: Doctor, le agradezco mucho todo lo que ha hecho por mi.
D: No ha sido nada. Te conozco desde pequeño gracias a la amistad que me unía a tu padre. A él le hubiera gustado que se supiera la verdad.
C: Gracias de nuevo, doctor.
Carlos se quedó pensativo mientras el doctor se marchaba de la habitación. Su cabeza estaba hecha un lío y necesitaba aclarar las ideas.
Dos días más tarde, cuando Carlos por fin salió del hospital, vio que Mari había salido antes que él y lo estaba esperando en el patio.
C: Hola... mamá...
Mari: Hola hijo. Cuántas ganas tenía de llamarte así.
C: ¿Si? ¿Entonces por qué no me crié contigo y con Paco?
M: Cariño, shhh, quiero contarte todo desde el principio.
C: Empieza.
M: Verás... esto es muy duro para mí. Es la primera vez que lo comento desde que te tuve a ti.
C: Ya, pero comprende que necesito saberlo.
M: Y lo sabrás, pero no quiero que seas impaciente.
C: Pues entonces ahora mismo me levanto y me voy.
M: No, no, por favor, no te vayas. Tú ganas, te lo contaré ahora mismo.
C: Te escucho.
M: Yo era una adolescente loca y rebelde, que no quería hacer caso a mis padres y tenía unos amigos que no les caían bien. Uno de esos amigos era Paco.
C: Aha...
M: Rondaba el año 89 cuando me quedé embarazada de tí. Yo por aquel entonces tenía 16 años y tu padre, Paco, los 20.
M: Los dos no queríamos ir al colegio ni trabajar ni nada y siempre nos escapábamos para estar los dos juntos, tanto en su casa como en la mía.
M: Y cada vez que nos íbamos a casa de alguno acabábamos teniendo sexo. Una vez, lo quisimos probar sin preservativo, para probar si era verdad que era más placentero, como se decía. Lo hicimos y no pasó nada, hasta que un dia, no me vino el periodo y eso me extrañó muchísimo porque yo era muy exacta siempre. En ese momento supe que me había quedado embarazada.
M: Quedé con tu padre para hablar y contárselo y lo primero que me dijo era que abortara, que una niña tan joven no podía tener un niño y más si tenía 16 años. Yo le contesté que si no se alegraba y me dijo que no porque el no quería hijos, quería vivir la vida y punto, sin tener que pedirle cuentas a nadie.
C: ¿Eso te dijo?
M: Sí, pero eso no fue todo.
M: Yo le dije que si había tenido ovarios para mantener relaciones sexuales con él, que tenía que tener la suficiente madurez como para tirar de un embarazo y que no quería abortar, a lo que él me respondió que hiciera lo que quisiera, pero que él no quería saber nada del tema. Que me buscara yo las habichuelas como quisiera.
C: Joder macho, menudo cabronazo ha sido siempre.
M: Me fui a mi casa desolada, sin saber qué hacer. Estaba hecha un lío, por lo que me fui a vivir a casa de mi tía, que vivía al norte de España. Le dije a mis padres que me iba allí a trabajar, que la tita me había encontrado un trabajo y cuando llegué allí le pedí a mi tía que no contara nada de mi embarazo.
C: ¿Y se calló durante los 9 meses?
M: Sí, además, me cubría siempre que mis padres querían venir a verme. Sin embargo, cuando pasaron los 9 meses y te tuve a ti, volví a mi pueblo, donde vivían mis padres y sin decirles nada quedé con Paco de nuevo.
P: Mari, ¿qué coño haces con ese niño?
M: Es nuestro hijo.
P: ¡Eh! De nuestro nada, es tú hijo que para eso lo has querido tener.
M: Pero Paco, por favor.
P: Ni Paco ni leches. Ya te dije una vez hace 9 meses que no quería saber nada de ese niño y ahora me lo traes aquí con qué pretexto, ¿que me conmueva? De eso nada. Apáñatelas tú solita.
M: Pero no sé lo que hacer. Mis padres me echarán de casa si se enteran.
P: Haber abortado.
M: No me seas estúpido, tú tambien tienes la culpa de esto. Yo no me lo hice sola, ¿está claro?
P: Eh... mira, no te voy a gritar aquí porque no quiero hacer una escena.
M: Dime, ¿qué podemos hacer... papá?
Paco se paseó durante un momento por el parque pensando en la solución al "problema". En ese momento, escuchó hablar a una pareja, no muy lejos de ellos.
Aurora: Oscar, ya no sé que hacer para quedarme embarazada. Lo hemos intentado una y otra vez y no lo hemos conseguido.
Oscar: Cariño, no te preocupes, ya tendremos un hijo.
A: Pero tú y yo ya no somos unos jovenzuelos. Tenemos nuestros añitos y no quiero ser una madre que parezca una abuela.
O: Y a mi también... ¿Qué podemos hacer?
A: No lo sé, mi vida, no lo sé...
En ese momento, Paco tuvo una idea.
P: Mari, acabo de tener una idea. ¿Ves ese matrimonio de ahí?
M: ¿Quienes? ¿La rubia y el moreno?
P: Sí, esos.
M: Vale, ¿y qué pasa?
P: Pues que acabo de escucharlos hablar de que quieren tener hijos pero no pueden, es la oportunidad perfecta.
M: ¿Abandonar a mi hijo?
P: ¿Que mejor que eso? Parecen un matrimonio pudiente y además no tiene hijos, por lo que lo criarán como un principe. En cambio, si te lo quedas, ¿qué le vas a ofrecer? ¿Una vida pobre sin apenas recursos y sin una educación decente?
M: Ya... pero es mi hijo.
P: Pero piensa en tu hijo, no en ti. ¿Qué le conviene más? ¿Contigo o con ellos?
M: Con... ellos.
P: Por eso mismo, sigámoslos y cuando entren en casa le dejamos al niño en la puerta y nos largamos. Problema solucionado.
M: Pero Paco, ese problema como tú dices se llama Carlos.
P: Como si se quiere llamar Juan...
M: ¿Lo dices en serio?
Mientras sus padres discutían sobre qué hacer con Carlos, este miraba a su alrededor ajeno a todo lo que estaba ocurriendo.
O: Vida mía, ¿nos vamos a casa? Así te puedo dar un masaje para relajarte.
A: Vale, a ver si así logro descansar un rato.
Mientras seguían hablando Paco y Mari el matrimonio se levantó y comenzó a irse hacia su casa.
M: Paco, se están yendo.
P: Ahora es el momento de decidir, ¿que prefieres? ¿Contigo y mal criado o sin ti pero criado como un rey?
M: Emmm... yo...
P: ¿Si?
M: Se los daré, de acuerdo. Todo sea por Carlitos.
P: Has hecho bien.
Los adolescentes siguieron de lejos los pasos del matrimonio hasta llegar a la casa de ambos.
P: Jooooodeeeer Mari, mira en qué casa viven. Ahora para terminar de convencerte. Va a vivir mejor que nadie en este pueblo.
M: Ya...
Mari, cuidadosamente, situó a Carlos en el suelo y escribió una nota diciendo que su nombre era Carlos, lo que medía al nacer, su peso y la fecha de nacimiento.
Sin embargo...
M: Paco, no estoy segura de hacer esto. Le estoy fallando a mi hijo.
P: No le estás fallando a nadie, es simplemente un niño que vas a dar a un matrimonio que quiere tener hijos y que no puede. Estás haciendo una obra de caridad. Piensa un poco por ti, si te quedas con el niño fastidiarás nuestra relación y tu vida por siempre.
M: ¿Nuestra relación? ¿Eso quiere decir que seguimos juntos?
P: Siempre y cuando acates las órdenes que yo te diga... Mari, yo te amo, te quiero con todo mi corazón y me dolería mucho el tener que dejarte...
M: ¿De verdad me amas?
P: Sí, cariño, estaremos por siempre juntos.
M: Vale, haré lo que tu digas, es mejor que dejemos aquí al niño...
P: Está bien. Vayamos a casa de tus padres para avisarles de que estás en casa.
M: Por cierto, ¿cómo se llama la familia?
P: En el buzón dice: "de la Torre".
M: (Carlos de la Torre... bonito nombre)
P: ¿Por qué lo preguntas?
M: Ah, por nada, por simple curiosidad.
Paco se mosqueó mucho con esta última pregunta.
P: Esta se cree que va a volver a verlo. Por encima de mi cadáver. Este bebé no es ni hijo suyo ni hijo mío, eso que le quede claro.
Mientras tanto, Mari caminaba con tristeza y con lágrimas en los ojos mientras iba hacia su casa.
Carlos empezó a llorar y ante el llanto, Aurora salió y se encontró con el bebé y la nota.
A: Su nombre es Carlos, su fecha de nacimiento es el 5 de marzo de 1990. Midió 53 cm y pesó 3643 gramos. Esto tiene que ser un regalo del cielo... ¡Oscar! ¡Oscar ven!
Aurora cogió en brazos a Carlos y lo abrazó con mucho cariño.
A: Carlos, eres un regalo venido del cielo para nosotros. Gracias Dios por darnos esta gracia.
En ese momento, Oscar salió de la casa corriendo...
O: ¿Qué pasa? ¿Por qué gritaste?
A: Mira...
O: ¿Y ese bebé?
A: Venía con esta nota.
O: Su nombre es Carlos, su fecha... Pero, ¿cómo ha llegado hasta aquí?
A: No lo sé, pero apenas tiene unos días. ¿Nos lo quedamos?
O: Cariño, esto no es tan facil como comprar un perro y traerlo a casa...
A: Pero si seguro que no está inscrito en el Registro Civil, además, somos nuevos en el pueblo y nadie nos conoce. La gente qué va a saber que este niño es nuestro o no...
O: Entremos y hablaremos con más tranquilidad de todo esto. Tráete al niño anda...
A: ¡Bien! Te quiero cariño.
O: Y yo a ti.
M: Y eso fue todo Carlos. El resto ya lo conoces...
C: ¿Y no te dejó verme?
M: Nunca, siempre me estaba vigilando, me espiaba y si me encontraba por los alrededores me pegaba en casa... Todo este tiempo ha sido un infierno.
C: ¿Y cómo es que empezaste a trabajar en mi casa?
M: Mientras compraba en el mercado, vi por casualidad tu anuncio y cuando vi tu nombre ahí escrito se me iluminó la cara. Intenté llegarme una y otra vez pero tu padre no paraba de seguirme hasta que le salió un "trabajo", que me imagino que se iría con una de sus amantes, y ahí pude llegarme a tu casa, pero te habías mudado a otro sitio y para mi suerte, me dieron tus antiguos vecinos, tu dirección actual.
C: ¿Y cuando vino a mi casa?
M: No sabía que iba a venir, pero, no sé cómo, descubrió que había ido a verte.
C: ¿Y cuando me vio sabía que era su hijo?
M: Claro, tu padre puede ser cualquier cosa menos tonto.
C: Qué hijo de puta... Sabiendo que soy su hijo y no le importó nada. Ni se conmovió.
M: Es frío, calculador, no tiene sentimientos.
Carlos se levantó en ese momento y abrazó a su madre.
C: Mamá, muchas gracias por todo. A partir de ahora, tú vivirás conmigo.
M: ¿De veras?
C: Por supuesto y no se hable más.
M: Gracias, de verdad.
C: No es nada.
M: Pues esto no es todo, tengo que decirte otra cosa más...
CONTINUARÁ...
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