Robb volvía a cruzar la puerta de vuelta a casa. En su corazón no cabía más gozo al haber podido ver a su primera hija después de tantos años, de ver cómo le iba la vida a su homólogo… De volver a esa normalidad tan loca y que muy pocos conocían.
Pero detrás de Robb vinieron todos los demás en bloque.
- Bien, esta es la máquina que he inventado,-dijo Robb-. Cabemos de uno en uno, así que el viaje será individual, yo seré el primero y así os enseño de cómo funciona. Robb,-le dijo a su doble-, estate atento y quédate con el mecanismo, ¿vale?
Como bien había dicho, Robb fue el primero y, tras él, vino su homólogo.
- Tío, esto es flipante. ¿Cómo coño has conseguido inventar algo así? Yo era y soy el científico, tú eras inversor de criptomonedas.
- Eso quedó muy atrás ya y… he de decir que el mundo científico tampoco se me da tan mal.
- Hombre, has inventado esto, mal no lo haces precisamente.
Uno a uno, fueron llegando hasta que Pricia salió de la cápsula.
- Bien, ella era la última,-dijo Robb-. Ahora vamos a mi casa.
- Menudas caras van a poner,-dijo el otro Robb-.
- Ay, sobre eso, tengo una idea…
Mientras tanto, en casa de Robb, su hijo Bob saludaba a su madre.
- Buenos días mamá. ¿Papá volvió?
- Hola hijo. No mi amor, hoy no ha dormido aquí.
- ¿Estará bien? Yo le prometí esperarlo, pero cuando se hizo de noche, tuve que volver.
- Tranquilo. Tu padre tiene muchas cosas de las que hablar y ponerse al día. ¿No te acuerdas que él tiene una hija allí?
Bajando las escaleras, Meg saludó e hizo la misma pregunta que su hermano.
- ¿Se sabe algo de papá?
- No Meg,-contestó Bob-.
- Jo, yo estoy preocupada…
- No debéis, vuestro padre está bien, estoy segura de ello. Venga, sentaos que os voy a servir…
Ambos hijos eran conocedores de la historia de su padre, pero era la primera vez en todos esos años que conseguía que la máquina funcionase y que se fuera, por lo que ante la novedad, Meg y Bob estaban asustados.
Marge le quitaba hierro al asunto porque ella había vivido varias veces los viajes de Robb y uno en sus propias carnes.
- ¿Estará bien papá?-preguntó Meg-.
- Hija, tu padre está perfectamente. Han pasado muchos años desde que tuviera que romper la máquina hasta ahora, Bob no estaba ni concebido siquiera.
- Ya, pero ha pasado mucho tiempo y no sabemos nada de él…
- Volverá. Su casa, su vida y nosotros estamos aquí, no nos va a abandonar.
En ese momento, Robb entró en la casa.
- ¿Quién ha dicho que os iba a abandonar?
- ¡Papá!-gritó Meg-.
Levantándose rápidamente, la menor de sus hijos fue hasta su padre y lo abrazó con fuerza.
- Te echábamos mucho de menos. Creíamos que te había pasado algo…
- No Meg, estoy mejor que nunca.
- Has pasado la noche fuera papá,-dijo Bob interviniendo-.
- Pues ni siquiera he dormido jajaja.
Cuando Meg se separó de su padre, fue Bob quien lo abrazó.
- Te estuve esperando ayer en el laboratorio…
- Lo siento, pero es que entre una cosa y otra… se me fue el santo al cielo.
- ¿Conseguiste contactar con Pricia?
- Mejor que eso. ¡Entra!
En ese momento, la puerta volvió a abrirse y quien se dibujó debajo del umbral fue el otro Robb.
- Oh Marge, cuánto tiempo sin verte. Estás guapísima.
- ¡Madre mía Robb!
Viendo por primera vez al otro Robb, Bob se le quedó mirando fijamente.
- Papá es… igual que tú.
- Vaya, este debe ser el famoso Bob,-dijo el otro Robb-. Encantado de conocerte.
- Qué fuerte papá,-comentó Meg-.
- Y tú la increíble Meg. Un gusto conoceros a los dos.
- Subamos,-comentó el otro Robb-. Tengo otra sorpresa que daros.
Una vez que Marge, Bob y Meg se cambiaron de ropa, se sentaron en el sofá y, al momento, vieron subir por las escaleras a otra mujer igual que Marge, al otro Robb y a tres jóvenes más.
- Estas personas de aquí son muy importantes para mí aunque a dos de ellas las acabe de conocer prácticamente,-decía Robb-. Me hace muchísima ilusión que estéis todos reunidos hoy porque ha sido mi sueño desde que supe que Marge estaba embarazada de ti, Bob.
Apartándose, Robb dejó a la vista a la otra familia.
- Hola a todos, yo soy Marge y, como me imagino que sabréis, yo estuve casada con vuestro padre antes del intercambio de Robb. Vuestro padre se vino este mundo que no era el suyo y el de aquí se vino conmigo. Por eso esta niña,-dijo señalando a Pricia-, es hija de vuestro padre y mía. Así que como técnicamente vuestra madre y yo somos iguales, se podría decir que es vuestra hermana de sangre.
Bob y Meg se levantaron y se acercaron a Pricia. Bob era el más sorprendido y no paraba de mirar a ambas chicas alternativamente.
- Joder cómo os parecéis…-comentaba Bob-. Pero tú más mayor…
- Claro,-contestó Pricia-. Soy más 10 años más mayor que tú.
El resto observaban más en segundo plano.
- Pues tú y mi hermano os parecéis también, ¿eh?-dijo Pricia-. ¿Verdad Colin?
- Sí, la verdad es que nos damos un aire.
Mientras todos los demás charlaban y pasaban tiempo juntos, los dos Robb se marcharon hacia el laboratorio.
- Tenemos que arreglar el problema de las puertas,-dijo el Robb padre de Colin y Chris-. Si destruyen el viejo pub, adiós a vernos de nuevo.
- Lo sé, te lo quería comentar pero no encontraba el momento.
- Me lo he imaginado, así que… es hora de trabajar juntos y arreglarlo.
- ¿Y cómo lo vamos a hacer? ¿Comprar ese terreno?
- No, mucho mejor. Vamos a crear otra máquina como esta pero en mi mundo y las vamos a configurar para poder viajar entre mundos sin necesidad de ir al pasillo de las puertas.
- Joder, no se me había ocurrido… ¡Manos a la obra pues!
Robb se puso a explicarle al otro cómo había inventado la máquina, le enseñó los papeles, la configuración… Se pasaron horas y horas juntos para empaparse y hacer juntos otra máquina igual a la que ya había.
Ambos Robb iban alternativamente a los diferentes mundos, una vez para transportar material a la casa de Robb, que sería donde estaría la máquina nueva. Otras veces para revisar planos y estudiar cómo configurar las máquinas para poder viajar de forma segura entre los mundos.
- Si esto sale bien… Adiós al dichoso pasillo,-dijo uno de los Robb-.
Poco a poco fueron trayendo todo lo necesario hacia la casa de Robb.
- Creo que tenemos todo lo que nos hace falta. Me parece flipante que aquí no existan los mismos materiales que allí,-dijo el Robb que había construido la máquina-.
- Eso es lo que más nos ha ralentizado, pero ahora sólo queda construir y configurarlo todo bien.
El Robb que descubrió el multiverso también tenía vastos conocimientos sobre él, ya que había estudiado mucho durante su vida por si en algún momento volvía a tener la oportunidad de viajar a través del pasillo, así que le enseñaba a su homólogo cómo podrían configurar la nueva máquina para que todo fuese bien.
Varios meses después, daban por finalizado el trabajo.
- Esto ya está,-dijo el Robb que había inventado la máquina-.
- Y yo acabo de terminar de configurarlo todo.
Mirándose a los ojos, ambos Robb mantuvieron silencio durante unos momentos.
- Ahora sólo queda probarlo…-dijo uno de ellos-.
Rápidamente, los dos Robb se abrazaron con fuerza.
- Seré yo quien lo pruebe,-se ofreció voluntario el Robb inventor de la máquina-.
- Ten mucho cuidado…
- Descuida, bicho malo nunca muere jajaja.
- ¡Espera! ¿Cómo sabré si ha funcionado?
- Pricia está en mi mundo visitando a sus hermanos, ¿no? Si todo va bien, la mando de vuelta.
Dándose otro abrazo, Robb se introdujo en la máquina y, justo antes de darle a los botones, suspiró mirando al cielo.
- La suerte está echada,-dijo apretando el botón principal-.
De repente, Robb desapareció frente a los ojos de su homólogo. ¡Eso era bueno! Ahora sólo quedaba esperar a Pricia…
Al cabo de una hora, todavía nadie había aparecido por allí y Robb comenzaba a impacientarse. ¿Y si Robb no había vuelto y la máquina no había funcionado? ¿Dónde estaría? ¿En qué lugar del multiverso? ¿Y si Pricia no podía volver?
De repente, la máquina se encendió sola y comenzó a sonar y, de dentro de ella, surgió una guapísima Pricia. ¡Había funcionado!
- Qué fuerte, estoy aquí…-dijo la recién llegada-.
- ¿Eso significa que lo hemos conseguido? ¿Funciona?
- Totalmente papá. Me metí en la máquina del laboratorio y he aparecido aquí.
Robb miraba a Pricia sintiendo un completo orgullo por su homólogo y por ella, quien había dejado atrás los posibles rencores y ahora tenía una relación estrecha con su verdadero padre y con sus otros hermanos.
- No sabes lo contento que estoy ahora…-dijo Robb comenzando a llorar de alegría-.
Pricia abrazó a su padre y lo consoló mientras que ambos mantenían silencio, pero en sus interiores ambos sentían que eso era el comienzo de la unión definitiva de ambas familias, unidas por el multiverso y por el destino.
FIN