CAPÍTULO 23
Igashu con la ayuda de
Linda y Abbas, comenzó con su recuperación. Igashu se ponía de los nervios,
tenía recaídas, no paraba de hacer actividades para ocupar su día y no pensar,
pero cuando recaía… su estado empeoraba hasta tal punto de tener que ser ingresado.
Finalmente, Igashu se
tomó las cosas más en serio y decidió entrar en terapia para curarse de todas
esas cosas y los resultados poco a poco se fueron notando. Al principio fue
duro, pero conforme pasaron las semanas, su actitud se iba calmando y Linda
sabía más que Abbas que Igashu estaba volviendo a ser el de antes.
Cuando todo esto
terminó e Igashu estaba oficialmente recuperado, el verano del 2008 estaba a
punto de comenzar. Linda se había formalizado con un trabajo en una banda de
música junto a Igashu y otro más y la verdad es que el grupo era bastante
conocido a nivel regional, aparte de que su relación con Igashu iba viento en
popa y la habían oficializado. Una mañana, Igashu y Linda se levantaron
temprano. Tenían que ensayar para el concierto de la semana siguiente.
Nada más despertarse,
se dieron los buenos días e hicieron la cama, como tenían ya por costumbre.
Tras ducharse,
desayunar y vestirse, Linda se puso a tocar la batería en casa.
-
¿Vas a ensayar
aquí?-preguntó a Linda-.
-
Sí, ¿querías
hacerlo aquí?
-
No, yo me voy al
parque, que allí con la gente y tal si me gano un extra mejor que mejor.
-
Vale. No llegues
muy tarde que el almuerzo es a las dos y media.
-
De acuerdo,
procuraré que no se me pase la hora.
Igashu llegó al parque y se puso a tocar la
guitarra cuando el ruido del relinchar de un caballo captó su atención.
Al acercarse más al
caballo, se dio cuenta que era una yegua y que parecía salvaje o algo parecido.
Por su aspecto, estaba totalmente sacada de una tribu india.
Con cuidado, Igashu se
acercó para acariciar a la yegua y sorprendentemente el animal se dejó, por lo
que Igashu al estar más cerca supo que no era salvaje como creía, sino que
tenía signos de que tenía dueño, pero también tenía signos de que no tenía un
buen trato al fijarse en unos pequeños cortes en las patas traseras, tal vez de
cadenas.
La yegua era de lo más
cariñosa y enseguida se puso a olisquear a Igashu y a relinchar a gusto.
Igashu se sentía genial
estando con esa yegua, así que se abrazó a ella.
-
Pequeña, te vas
a venir conmigo a mi casa, ¿qué te parece?
Cogiendo unas riendas
que había en una tienda cercana y comprando una silla y todo lo necesario para
la yegua, se montó a lomos de la yegua sin ninguna pega.
Encaminándose a casa,
se puso a pensar en los posibles nombres que le podría poner a la yegua.
El tiempo pasó mientras
pensaba y al mirar la hora, se le había pasado y mucho la hora de comer, por lo
que casi a galope fue a casa con la suerte de encontrarse a su hermano llegando
del trabajo.
-
Pero bueno
Igashu, ¿y ese caballo?
-
Es mío, ¿me lo
puedo quedar?
Abbas estaba
descolocado. Su hermano aparecía con un caballo de la noche a la mañana y decía
que era suyo…
-
¿Cómo que es
tuyo?
-
Sí, me lo he
encontrado abandonado y mientras alguien lo busca, se puede quedar aquí
¿verdad?
-
Igashu… pareces
un crío.
-
Vengaaaaa,
porfa, porfa, porfa…-dijo imitando a un niño pequeño-.
Abbas sonrió un poco
ante la ocurrencia de su hermano.
-
¿Quién soy yo
para decirte que no?
-
¡Bieeeeeeen!
-
Peeero, pero…
debes encargarte de él.
-
Es ella. Se
llama Luna.
-
Bonito nombre.
Pues eso, te encargarás de Luna, ¿vale?
-
A la orden mi
capitán.
-
Anda, espérate
que voy rápido antes de que cierren la tienda.
Y así fue, Abbas cogió
el coche y se fue hacia la tienda especializada en caballos y compró un establo
de “fácil montado” según veía en la caja. Así que lo montó en el coche y se fue
a la casa.
Ya de noche, sobre las
11, Abbas terminó de montar el establo y ya Igashu pudo meter a Luna dentro.
Éste se despidió de su hermano y se metió en la cama mientras que Abbas se
quedaba un ratito fuera de la casa mirando a Wolf y a Luna.
-
Ay Wolf… ¿estás
contento por tener a Luna?-a lo que contestó Wolf con un sonoro ladrido-.
Luna, ya más tranquila dentro
del establo, bebía agua y comía heno para después irse a dormir también.
Abbas entró en casa y
vio salir del baño a su hermano.
-
Me voy a acostar
ya Abbas. Muchísimas gracias por dejar que me quede a Luna.
-
Anda tira para
la cama, que al final te voy a dar.
-
Jajaja, buenas
noches Abbas. Te quiero.
-
Y yo también.
Que duermas bien.
-
Gracias,
igualmente.
Abbas, entró en el
baño, se puso el pijama y se fue a su dormitorio pensando en lo que habían
cambiado las cosas en apenas un año y pico viviendo junto a su hermano. Estaba
feliz y contento porque había salido de esa precaria situación, estaba asentado
con su novia Linda y en un grupo como guitarrista y aportando a la casa lo que
podía dependiendo de los conciertos que daban. ¿Qué más podía pedir?
Las cosas han cambiado de forma
radical en la casa de los Ubaque, ¿seguirán las cosas así?
CONTINUARÁ…