CAPÍTULO 1
Como buen lunes por la
mañana, el despertador sonaba temprano para ir a trabajar. La primavera estaba
avanzada, por lo que el calor era notorio y a esta pareja le gustaba dormir
sobre la cama.
Mateo se levanta sin
hacer ruido para no despertar a su novia, ya que a ella todavía le queda un
rato para comenzar su día. Se sentía con muy mal cuerpo, como si un camión le
hubiera pasado por encima, pero no podía quedarse en la cama.
Una vez duchado, se pone
la ropa del trabajo y se dirige hacia el parque de bomberos, listo para
comenzar una nueva jornada laboral.
Al estar cerca de casa,
se dirige hacia el parque de bomberos andando y, de esa forma, consigue
mantenerse activo antes de que suene la alarma de incendio.
Unos tres cuartos de hora
más tarde, se despierta Ainhoa, la novia de Mateo. Mirando a la otra parte de
la cama, sonríe pensando en lo cansado que debe estar su chico, pero siempre
era el que primero llegaba a su trabajo pese a cualquier inconveniente.
Ella, al igual que su
novio, se duchó y se puso la ropa del trabajo. Era cartera y, aunque no era el
trabajo de sus sueños, no era de los más duros que existía y tenía un buen
sueldo, así que no se podía quejar.
Por su parte, en el piso superior del edificio se encontraban Marco, Luisa y el pequeño Yago. Eran los padres de Mateo y tenían como costumbre levantarse temprano, desayunar y salir de paseo con su perrito.
Normalmente se
intercambiaban las tareas y cuando le tocaba hacer el desayuno a Marco, al día
siguiente era el turno de Luisa. Así los dos hacían todas las tareas y se las
repartían.
A todo esto, Fina, una
compañera de trabajo de Mateo, acababa de llegar al parque.
-
Buenos días Mateo.
Tan puntual como siempre. ¿Y Esteban? ¿Sabes si ha llegado?
-
No tengo ni idea.
El tal Esteban era otro
compañero de trabajo con el que Mateo no tenía muy buena relación. Era el
típico tío guapo por el que muchas mujeres se rendían a sus pies, presumido y
tozudo. Sobre todo cabezota, ya que por una antigua discusión con Mateo, no le
había vuelto a dirigir la palabra a no ser que fuera estrictamente necesario
por el trabajo.
Por otro lado, Antonio no
paraba de leer las revistas. Pasaba muchas horas en la portería y se aburría
mucho, por lo que utilizaba todo ese tiempo para… informarse.
Sobre todo para
informarse de qué ropa interior llevaban las modelos, actrices y chicas
amateurs que comenzaban en el mundo erótico. Era un viejo y con toda su vida
vivida, por lo que le daba igual lo que la gente pensara de él.
-
Ay Dios, qué tetas
tiene esta Samantha…
Y en ese mismo bloque,
unos pisos más arriba, se encontraba Kiko, uno de los vecinos más desconocidos
de allí ya que era un hombre de negocios muy importante y por su trabajo tenía
que viajar casi todas las semanas. Pese a ser poco conocido, era bastante
querido, ya que siempre tenía palabras amables con todos.
Tras una llamada de
teléfono, Mateo corre para avisar a sus compañeros.
-
¡Incendio en el
almacén abandonado Saunders!
Al llegar allí, no había
mucho movimiento; era una zona bastante apartada, pero tenían el aviso de que
podía haber gente dentro, ya que al ser un edificio abandonado, algunos
vagabundos podrían dormir y refugiarse allí.
Mateo comenzó a dar
instrucciones.
-
Fina, hoy me
acompañarás tú. Debemos asegurarnos de que no haya nadie en todo el edificio
así que en marcha. Esteban, tú cúbrenos mojando el edificio con la manguera. El
fuego se propaga rápido.
Pero Esteban no estaba de
acuerdo con la decisión…
-
¿Por qué tengo que
quedarme fuera?
-
Esteban, es mi
decisión. Tú eres el que más fuerza física tiene para sujetar la manguera. Haz
lo que se te ordena y calla. Cuanto más tiempo perdemos aquí, peor para las
posibles personas que se encuentren dentro, así que ¡corre!
Esteban permaneció fuera
mientras que Mateo y Fina entraron en el antiguo almacén.
Al entrar, vieron que
había mucho humo, pero que en esa planta no parecía haber indicios de fuego
aunque, al ser todo de madera, el riesgo de propagación rápida era mucho mayor.
Esteban iba a
regañadientes a coger la manguera, pero se paró antes de abrir el
compartimento.
Miró hacia el edificio y
vio que había unas escaleras de incendios y se le ocurrió una idea…
Fina y Mateo se
dividieron para buscar por la planta baja signos de vida, gritaban y buscaban a
alguien que pudiera estar en peligro.
-
¡Hola! ¿Hay
alguien?-preguntaba Fina-.
-
¿Qué coño estará
haciendo Esteban que no está con la manguera?-se preguntaba Mateo-.
Esteban había subido por las
otras escaleras directamente hacia el primer piso y ahí fue donde se encontró
el foco del incendio.
-
Aquí es donde
quería llegar yo…
Al cerrar la puerta,
parte del techo se vino abajo, por lo que Esteban tuvo que saltar hacia delante
y cayó al suelo.
-
Debo tener
cuidado, el edificio se está viniendo abajo…
Pasados un par de
minutos, ambos bomberos no encontraron a nadie en ese piso, así que decidieron
subir al superior para seguir con la búsqueda.
Mateo seguía mosqueado
porque no estaba escuchando la manguera y el humo iba creciendo cada vez más.
Al subir, Mateo advirtió
a Fina de que tuviera cuidado al pisar, ya que el suelo era de madera y podía
venirse abajo por culpa del fuego. Esteban, al ver que subían, corrió para
esconderse y que no vieran que estaba allí para, después, poder bajar sin ser
visto.
Mateo veía fuego por
muchos puntos, pero no había rastro, de momento, de personas en su interior.
Un fuerte ruido en el
piso hizo que todos se alertaran y que resonara por el piso inferior también
así que, sin dudarlo, Mateo bajó para ver qué ocurría mientras Fina seguía
buscando.
Lo que no se podían
imaginar era que Esteban había caído al piso inferior con la mala suerte de que
parte del suelo le había dejado la pierna atrapada… Al no estar fuera, el humo
continuaba sin parar y el fuego estaba afectando a muchas zonas vitales del
edificio, que amenazaba con venirse abajo en cualquier momento…
CONTINUARÁ…
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