jueves, 22 de febrero de 2018

A Real Nightmare | Capítulo 3

CAPÍTULO 3


Mateo entró en casa de sus padres y a su izquierda estaba Marco con Yago.
-          Eso no se hace Yago,-le regañaba su padre al perro-.
-          ¿Por qué regañas al perro papá?-preguntó Mateo-.
-          Porque muerde el mueble cuando tiene juguetes para mordisquear y no me gusta que lo haga.




Marco miró a su hijo y sonrió levemente.
-          ¿Qué tal estás hijo?
-          Bien, cansado por el trabajo pero eso es como siempre




Acercándose, Mateo abrazó a su padre.
-          ¿Y tú estás bien?
-          Sí, estupendamente jeje.




Yendo a donde estaba su madre, se sentó en el sillón contiguo.
-          Hola mamá, ¿qué lees?
-          Una novela barata, pero me tiene enganchada de una manera…
-          Entonces lee si quieres, yo era por veros y preguntar cómo estáis.
-          No digas tonterías, que siempre que mi hijo está aquí quiero pasar tiempo con él.




Luisa y su hijo comenzaron a hablar, charlando de muchos temas, del día a día, cómo iban con Yago, si se portaba bien…




En el piso inferior, Fina hablaba por teléfono un poco desilusionada.
-          ¿Entonces no vas a poder venir como me dijiste? Vaya… Entonces ya hablaremos para quedar otro día. Venga, hasta otra, un beso…




Pero Fina no iba a pasar sola la noche…
-          Hola, buenas noches. ¿Te acuerdas de la cita que tenía? Pues otra vez igual, que no puede, que tiene cosas que hacer… ¿Podrías venir? Gracias, eres mi salvación.




Unos cinco minutos después, sonó la puerta y…
-          Hola Fina, ¿qué tal?
-          ¿Qué coño estás haciendo aquí Esteban?




Fina se quedó sorprendida al verlo allí, ya que no lo esperaba.
-          Verás… He discutido con mi novia y me he ido para no aguantarla.
-          Te ha echado, ¿no?
-          Sí, básicamente.




Fina movía la cabeza de un lado para otro con una pequeña sonrisa en la boca.
-          No tienes remedio… ¿Y qué quieres? Estoy esperando a alguien.
-          Era por si me podía quedar en tu casa hasta que las cosas se solucionaran con Natalia.
-          Justamente hoy que viene alguien a casa…
-          Por favor Fina. No molestaré.




La chica accedió y le hizo pasar.
-          Ahí está tu cuarto, métete ahí y no salgas hasta mañana. O al menos si sales no molestes tío.
-          Tranquila, que no notarás que estoy aquí.




Esteban iba a entrar pero Fina le dio una serie de indicaciones previas.
-          Tienes comida en la nevera, así que si te da hambre cógete lo que sea, te lo preparas y listo. La tele, si la quieres ver, ponla pero no muy alto, que no quiero quejas de Antonio, el portero, vive enfrente.
-          ¿Alguna cosa más mi capitán?
-          Sí, que no me llames así. Venga, va…




Esteban estaba muy agradecido con Fina pese a que era bastante estricta.
-          ¿Podré traerme aquí a alguna chica?
-          Ni se te ocurra. Tío, que tienes novia…
-          Ya, pero me ha echado, ella se lo pierde.
-          Mira, métete en el cuarto antes de que te pegue un guantazo.




Al entrar, vio que el dormitorio era minúsculo.
-          Fina, poco más y no quepo aquí.
-          ¡Te jodes! Es lo que hay, y si no te buscas un hotel.
-          Vale, vale…




A todo esto, Antonio disfrutaba, como cada semana, de la compañía de una señorita de compañía…




Una media hora después, Fina también se ponía las botas con su amiga y disfrutaban la una de la otra.




Esteban escuchó susurros y grititos, por lo que se puso detrás de la puerta para oír atentamente. Al notar dos gemidos diferentes de chica, supo que Fina estaba con otra mujer.
-          Ay Dios, las ganas que me dan de meterme allí y hacerme un trío con las dos… Pero será mejor que me vaya al cuarto de baño y me desahogue allí.




Unos días después, Marco se levantó temprano para dar un paseo con Yago.
-          Venga campeón, ¿vamos a la calle?




Ambos salieron con dirección al paseo marítimo para que así Yago pudiera corretear y jugar lo que quisiera.




Pero justo cuando estaban cerca, Yago pegó un tirón y salió corriendo haciendo que Marco fuera detrás de él.
-          ¡Ven aquí Yago! ¡Ven chico!




Cuando pudo agarrar la correa de nuevo, Marco sintió un fuerte dolor en el pecho que lo hizo estremecerse.




Y unos instantes después, cayó al suelo de golpe, por lo que Yago se acercó olisqueando y ladrando.




Al ver que no se movía, Yago fue corriendo a la casa más cercana al compás de un ladrido incesante.




Subió las escaleras de un porche y, allí, comenzó a rascar la puerta de entrada mientras seguía ladrando.




Un par de horas después, un chico de la ambulancia trajo a Yago y se lo entregó a Antonio. El portero preguntó y le dijeron que Marco había sufrido una angina de pecho y estaba en el hospital.




Subió corriendo por las escaleras y llamó a la puerta de la casa. Luisa abrió en pijama y zapatillas de casa. Al ver a Antonio con Yago se asustó.
-          ¿Qué pasa Antonio? ¿Por qué tienes a Yago?
-          Me lo acaban de entregar los del hospital, que a Marco le ha dado una angina de pecho al parecer.




Luisa rompió a llorar y dándole las gracias a Antonio, cogió a Yago y se vistió rápidamente, no sin antes llamar a su hijo para decírselo.




Al recibir la llamada de su madre, Mateo se extrañó.
-          Hola mamá, ¿qué pasa?
-          Hijo, es tu padre, que mientras iba con Yago le ha dado una angina de pecho y lo han llevado al hospital. ¿Podrías venir?
-          ¡¿Qué?! Voy lo más rápido que pueda mamá, voy a recogerte ahora.




CONTINUARÁ…

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